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21mar20


El Gobierno forma un gabinete de crisis con científicos que negaron la amenaza


El Gobierno ha anunciado la creación de un comité científico para la lucha contra el coronavirus. Está compuesto por seis investigadores de alto nivel coordinados por Fernando Simón, director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias del ministerio de Sanidad, y su labor será la de aconsejar al presidente Sánchez y al ministro Illa acercar de las próximas decisiones a tomar para frenar el avance de la pandemia.

Son Antoni Trilla, jefe del Servicio de Medicina Preventiva y Epidemiología del Hospital Clínic de Barcelona; Hermelinda Vanaclocha, subdirectora general de Epidemiología, Vigilancia de la Salud y Sanidad Ambiental de Valencia; Mayte Moreno, directora de la Unidad de Investigación en Cuidados y Servicios de Salud del Instituto de Salud Carlos III; Agustín Portela, responsable del Laboratorio Oficial de Control de Medicamentos de Productos Biológicos de la Agencia Española de Medicamentos; Inmaculada Casas, viróloga del Centro Nacional de Microbiología del Instituto de Salud Carlos III y directora del Centro Nacional de Gripe de la OMS en Madrid, y Miguel Hernán, profesor de Bioestadística y Epidemiología de la Escuela de Salud Pública de Harvard.

El anuncio ha causado sorpresa por varios motivos. No se ha explicado, en la rueda de prensa del anuncio, por qué el Ejecutivo ha tardado una semana en crear una mesa de expertos cuando, a priori, cada decisión estaba siendo adoptada por criterios científicos. Al respecto, se da la circunstancia de que la Comisión Europea creó su propio comité de sabios hace dos días, de exacta configuración que el de Sánchez, aunque sin contar con ningún especialista español, pese a que somos uno de los países con más casos del mundo.

Otra cuestión gira en torno al equilibrio de poder en las decisiones: la incorporación de este nuevo grupo, ¿cómo se acopla con las opiniones del grupo de expertos a los que consultaba Simón? La mera creación de un comité científico implica, en toda lógica, un ascenso, ya que sus opiniones llegarán directamente al presidente y al ministro de Sanidad, sin pasar por el filtro de Simón, por lo que tendrán más peso. De ser así, nos encontraríamos ante un cambio de criterio científico del Gobierno, o al menos una modificación (la mayoría del comité ya asesoraba antes), en plena cuarentena.

Por último, cabe cuestionarse si en el grupo de expertos, que tendrá que proyectar acontecimientos para dirigir la estrategia contra el virus durante los próximas semanas, debe haber hasta tres científicos que negaron la epidemia hasta que irrumpió en los hospitales. En esta línea, ninguno ha sufrido tanto desgaste como el director del comité, Fernando Simón, que de un día para otro pasó de héroe, por su tono tranquilizador y didáctico frente a la cámara, al villano que no supo calibrar la amenaza que se venía encima.

Con lo que sabemos hoy, lo cierto es que Simón tiene una hemeroteca terrorífica. Hasta comienzos de marzo, cuando estalló el brote, Simón negó sistemáticamente la presencia del virus en España y abogó por no tomar ninguna medida, cada día más enfrentado al criterio de sus colegas internacionales. En este proceso de negación, Simón recomendó que no se suspendiese el MWC, que se mantuvieran los colegios abiertos y que no había motivos para suspender Las Fallas o las manifestaciones del 8-M. "Si mi hijo me dice que quiere ir al 8-M, le diré que haga lo que quiera", dijo entonces. Tampoco le ayudaron las instituciones: en varias ocasiones, cuando él salía por la mañana a tranquilizar a la sociedad, los gobiernos autonómicos decretaban medidas drásticas de contención por la tarde.

Otro de los sabios que no se ha distinguido por su cautela es Antoni Trilla, del Clínic de Barcelona. Habitual de los medios, Trilla concedió una entrevista a La Voz de Galicia en febrero, que terminaría por volvérsele en contra: "Se está desmadrando todo lo relativo al coronavirus. Solo es una epidemia en China y, aunque no se descarta que pueda haber brotes puntuales en otros países, lo que tenemos que hacer los demás es estar vigilantes y, si se produce algún caso, identificarlo y aislarlo. Nada más", dijo. En la misma entrevista, el especialista pasó de las bromas con que el virus llegase al los percebes gallegos a sentencias que hoy se antojan demasiado contundentes: "Es muy difícil que esto ocurra, pero tampoco es descartable. Lo que desde luego no va a pasar es una epidemia de proporciones bíblicas y de gran mortalidad. Insisto en que en el peor de los casos se incorporará al grupo de virus que cada año nos tocan las narices desde diciembre hasta marzo".

La voz de Trilla empezó a sobresalir en febrero, cuando se erigió como uno de los principales defensores de que el MWC se celebrase en las fechas originales, un episodio que también recordó en la prensa gallega: "Fue la Pasión de Cristo del Mobile. La compañía podía insistir en un primer momento en que lo cancelaran porque, exagerando, como casi hicieron, podían decir que aquí en Barcelona estábamos en la misma situación que en Wuhan, porque había un riesgo tremebundo. Pero les dijimos: ¡Oiga!, que aquí no hay casos y que si lo tenemos los detectamos y los aislamos, con lo que han ido modulando un poco el discurso. Las autoridades les dijeron que por ahí que no fueran, que no podían utilizar este argumento para suspender el evento. Pero al final lo han cancelado", explicó.

También ha generado polémica el nombramiento de Hermelinda Vanaclocha. A comienzos de febrero, en una entrevista con la prensa local valenciana, la doctora le quitó hierro al asunto: "Hay una epidemia de miedo probablemente más importante que la del coronavirus. En Epidemiología trabajamos con una unidad de medida que marca la capacidad de transmisión de un microorganismo. Con la información que hay hasta ahora, se cree que está entre un 2 y un 3. Para que nos hagamos una idea, el sarampión se sitúa en 15 ó 16. Esto significa que de media, una persona contagia a 2. Hablamos de números absolutos. Si hay 17.000 casos en China, donde viven 1.400 millones de habitantes, no se entiende la alarma".

Semanas después, tampoco lució en su cargo de subdirectora general de Epidemiología de la Generalitat, cuando presumió de no saber que el Valencia había jugado unos días antes un partido en Bérgamo, en el norte de Italia, el gran foco europeo de coronavirus, o que se había celebrado una 'fashion week' en la ciudad. "A mí no me gusta el fútbol, no tengo por qué saber dónde juega el Valencia. Tampoco sabíamos que se había celebrado una fashion week, nos hemos enterado de casualidad", dijo.

El Gobierno ha anunciado la creación de un comité científico para la lucha contra el coronavirus. Está compuesto por seis investigadores de alto nivel coordinados por Fernando Simón, director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias del ministerio de Sanidad, y su labor será la de aconsejar al presidente Sánchez y al ministro Illa acercar de las próximas decisiones a tomar para frenar el avance de la pandemia.

Son Antoni Trilla, jefe del Servicio de Medicina Preventiva y Epidemiología del Hospital Clínic de Barcelona; Hermelinda Vanaclocha, subdirectora general de Epidemiología, Vigilancia de la Salud y Sanidad Ambiental de Valencia; Mayte Moreno, directora de la Unidad de Investigación en Cuidados y Servicios de Salud del Instituto de Salud Carlos III; Agustín Portela, responsable del Laboratorio Oficial de Control de Medicamentos de Productos Biológicos de la Agencia Española de Medicamentos; Inmaculada Casas, viróloga del Centro Nacional de Microbiología del Instituto de Salud Carlos III y directora del Centro Nacional de Gripe de la OMS en Madrid, y Miguel Hernán, profesor de Bioestadística y Epidemiología de la Escuela de Salud Pública de Harvard.

El anuncio ha causado sorpresa por varios motivos. No se ha explicado, en la rueda de prensa del anuncio, por qué el Ejecutivo ha tardado una semana en crear una mesa de expertos cuando, a priori, cada decisión estaba siendo adoptada por criterios científicos. Al respecto, se da la circunstancia de que la Comisión Europea creó su propio comité de sabios hace dos días, de exacta configuración que el de Sánchez, aunque sin contar con ningún especialista español, pese a que somos uno de los países con más casos del mundo.

Otra cuestión gira en torno al equilibrio de poder en las decisiones: la incorporación de este nuevo grupo, ¿cómo se acopla con las opiniones del grupo de expertos a los que consultaba Simón? La mera creación de un comité científico implica, en toda lógica, un ascenso, ya que sus opiniones llegarán directamente al presidente y al ministro de Sanidad, sin pasar por el filtro de Simón, por lo que tendrán más peso. De ser así, nos encontraríamos ante un cambio de criterio científico del Gobierno, o al menos una modificación (la mayoría del comité ya asesoraba antes), en plena cuarentena.

Trilla aseguró que en ningún caso el coronavirus sería una epidemia con gran mortalidad

Por último, cabe cuestionarse si en el grupo de expertos, que tendrá que proyectar acontecimientos para dirigir la estrategia contra el virus durante los próximas semanas, debe haber hasta tres científicos que negaron la epidemia hasta que irrumpió en los hospitales. En esta línea, ninguno ha sufrido tanto desgaste como el director del comité, Fernando Simón, que de un día para otro pasó de héroe, por su tono tranquilizador y didáctico frente a la cámara, al villano que no supo calibrar la amenaza que se venía encima.

Con lo que sabemos hoy, lo cierto es que Simón tiene una hemeroteca terrorífica. Hasta comienzos de marzo, cuando estalló el brote, Simón negó sistemáticamente la presencia del virus en España y abogó por no tomar ninguna medida, cada día más enfrentado al criterio de sus colegas internacionales. En este proceso de negación, Simón recomendó que no se suspendiese el MWC, que se mantuvieran los colegios abiertos y que no había motivos para suspender Las Fallas o las manifestaciones del 8-M. "Si mi hijo me dice que quiere ir al 8-M, le diré que haga lo que quiera", dijo entonces. Tampoco le ayudaron las instituciones: en varias ocasiones, cuando él salía por la mañana a tranquilizar a la sociedad, los gobiernos autonómicos decretaban medidas drásticas de contención por la tarde.

Otro de los sabios que no se ha distinguido por su cautela es Antoni Trilla, del Clínic de Barcelona. Habitual de los medios, Trilla concedió una entrevista a La Voz de Galicia en febrero, que terminaría por volvérsele en contra: "Se está desmadrando todo lo relativo al coronavirus. Solo es una epidemia en China y, aunque no se descarta que pueda haber brotes puntuales en otros países, lo que tenemos que hacer los demás es estar vigilantes y, si se produce algún caso, identificarlo y aislarlo. Nada más", dijo. En la misma entrevista, el especialista pasó de las bromas con que el virus llegase al los percebes gallegos a sentencias que hoy se antojan demasiado contundentes: "Es muy difícil que esto ocurra, pero tampoco es descartable. Lo que desde luego no va a pasar es una epidemia de proporciones bíblicas y de gran mortalidad. Insisto en que en el peor de los casos se incorporará al grupo de virus que cada año nos tocan las narices desde diciembre hasta marzo".

La voz de Trilla empezó a sobresalir en febrero, cuando se erigió como uno de los principales defensores de que el MWC se celebrase en las fechas originales, un episodio que también recordó en la prensa gallega: "Fue la Pasión de Cristo del Mobile. La compañía podía insistir en un primer momento en que lo cancelaran porque, exagerando, como casi hicieron, podían decir que aquí en Barcelona estábamos en la misma situación que en Wuhan, porque había un riesgo tremebundo. Pero les dijimos: ¡Oiga!, que aquí no hay casos y que si lo tenemos los detectamos y los aislamos, con lo que han ido modulando un poco el discurso. Las autoridades les dijeron que por ahí que no fueran, que no podían utilizar este argumento para suspender el evento. Pero al final lo han cancelado", explicó.

También ha generado polémica el nombramiento de Hermelinda Vanaclocha. A comienzos de febrero, en una entrevista con la prensa local valenciana, la doctora le quitó hierro al asunto: "Hay una epidemia de miedo probablemente más importante que la del coronavirus. En Epidemiología trabajamos con una unidad de medida que marca la capacidad de transmisión de un microorganismo. Con la información que hay hasta ahora, se cree que está entre un 2 y un 3. Para que nos hagamos una idea, el sarampión se sitúa en 15 ó 16. Esto significa que de media, una persona contagia a 2. Hablamos de números absolutos. Si hay 17.000 casos en China, donde viven 1.400 millones de habitantes, no se entiende la alarma".

Semanas después, tampoco lució en su cargo de subdirectora general de Epidemiología de la Generalitat, cuando presumió de no saber que el Valencia había jugado unos días antes un partido en Bérgamo, en el norte de Italia, el gran foco europeo de coronavirus, o que se había celebrado una 'fashion week' en la ciudad. "A mí no me gusta el fútbol, no tengo por qué saber dónde juega el Valencia. Tampoco sabíamos que se había celebrado una fashion week, nos hemos enterado de casualidad", dijo.

Sin embargo, estas posiciones inmobilistas tendrán su contrapunto crítico en el comité. Sánchez también ha convocado a Miguel Hernán, un epidemiólogo de Harvard que ha sido muy crítico con la lentitud del Gobierno a la hora de tomar decisiones. En una reciente entrevista para este periódico, Hernán lamentó que no se hubiese aprovechado la experiencia de China: "Mirando hacia atrás es más fácil tomar las decisiones, pero es cierto que China nos ha dado tiempo. A pesar de su retraso inicial en reconocer lo que estaba pasando, en cuanto lo hizo tomó unas medidas muy drásticas que nos ofrecieron un mes para poder actuar. El problema es que la mayor parte del resto del mundo, incluido España, lo ha desperdiciado".

"Lo más sorprendente es que el mundo entero fuera de China ha visto esta situación como si no fuera con ellos. En España la semana pasada la prensa informaba de la situación de Italia como si fuera algo de allí y España no estuviera en la misma vía. Nunca pensamos que nos va a pasar lo que les ocurre a otros, pero China tuvo la visión de que lo que sucedía en Wuhan iba a pasar en el resto del país si no actuaban rápidamente. En el resto de China no hubo policías por las calles dando palos o poniendo cadenas. Simplemente, usaron estrategias de contención y mitigación que, si se hubieran implementado en Europa, habrían evitado esta situación", explicaba.

[Fuente: Por Alfredo Pascual, El Confidencial, Madrid, 21mar20]

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