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13oct14


Alemania cuenta con estaciones de aislamiento para enfermos de ébola


Más de mil trajes amarillos herméticos de protección permanecen apilados en el sótano de la Clínica Universitaria de Düsseldorf. La estación de aislamiento del hospital germano está preparada día y noche. Recibir a un paciente con ébola requiere un procedimiento de cuatro horas de duración que es respetado escrupulosamente. "Si alguien entra en cualquier hospital con síntomas de ébola, se nos avisa de inmediato y nuestras órdenes tienen prevalencia sobre cualquier otra del sistema sanitario e incluso del ejército y la policía", explica el coordinador de la estación, Stefan Boxnick. "Entonces la estación entra en alerta. Nosotros decimos que está encendida".

En toda Alemania hay otras seis estaciones de aislamiento como ésta: en Berlín, Hamburgo, Múnich, Fráncfort, Stuttgart y Leipzig, listas para recibir a los pacientes infectados (tres hasta el momento, uno de ellos ya dado de alta, y todos contagiados en África). Cuentan con garajes adicionales para ambulancias especiales, equipadas con rayos X y sistemas de diálisis, así como laboratorios propios en los que la sangre infectada es analizada con todas las garantías de seguridad.

"Con los números exorbitantes que está produciendo la infección de ébola e África, tenemos que contar con que tarde o temprano tendremos que tratar casos, por lo que tenemos un retén constante de 50 profesionales especialmente entrenados contra esta enfermedad", informa el profesor Dieter Häussinger, director del Departamento de Enfermedades Infecciosas de Düsseldorf.

Varios miembros de su equipo han tenido contacto con la enfermedad sobre el terreno, porque no se considera que sea suficiente con una formación teórica para hacerle frente. En este caso, es la doctora Irmela Müller-Stöver la que trató casos de ébola en Uganda en el año 2011 y transmite ahora sus conocimientos de campo al resto del equipo.

De acuerdo con los requisitos de los protocolos, no se permite a ningún miembro del equipo médico trabajar con el traje amarillo de aislamiento en zona de infección durante más de tres horas seguidas, porque se considera que a partir de ese momento es más fácil perder la concentración. Esto supone que, para cubrir 24 horas, es necesario un equipo mínimo de 15 personas.

Ese periodo de tres horas incluye la media hora anterior a la entrada en zona infectada y otra media hora para dejarlo atrás y salir del centro de desinfección. Resulta imposible salir del área de seguridad sin haber sido convenientemente esterilizado en la sala de descontaminación, en la que un panel de vidrio con guantes adosados permite a compañeros ayudar desde el exterior con las zonas de descontaminación a las que uno mismo no puede acceder, como la espalda y los pies. El protocolo exige que en la descontaminación estén presentes al menos otros dos trabajadores adiestrados para evitar distracciones o negligencias. Cada traje de seguridad cuesta 100 euros. Después de usarse y descontaminarse, debe ser eliminado y la reutilización está absolutamente prohibida.

También son esterilizados por calor los cubiertos, ropa de cama, instrumental médico... Incluso las aguas residuales del aseo, ducha y lavabo que se utilizan en el interior de la zona de seguridad son hervidas después a 125 grados Celsius. Solo después circulan en dirección a las alcantarillas.

La utilización de estos trajes también requiere un entrenamiento específico, puesto que tareas rutinarias como una auscultación con estetoscopio o la colocación de un acceso venoso pueden resultar extremadamente difícil desde dentro de un traje de protección con guantes y escafandra.

El camino hasta llegar al paciente atraviesa varias áreas con compuertas de cierre hermético. El proceso de entrada y el de salida no pueden ser interrumpidos ni invertidos. La siguiente puerta sólo se abre cuando la anterior ha sido cerrada y un estricto sistema informático impide reajustes manuales.

En cada una de las estancias, hay creada una atmósfera diferente a la anterior. Cuanto más se acercan al paciente más disminuye la presión del aire en la habitación, lo que crea un efecto de succión que impide que el virus escape y se propague. Es lo que técnicamente se denomina "estación de aislamiento de presión negativa". Un sistema de ventilación artificial controlado mide constantemente la calidad del aire y lo purifica gracias a un dispositivo mecanizado, mientras las lámparas de neón mantienen las salas en un eterno y dormecino mediodía.

En el área de atención al paciente, que en apariencia no es muy diferente de la habitación de hospital que todos conocemos, las paredes están construidas de hormigón reforzado y con un grosor suficiente como para rechazar la embestida de tanques y vehículos pesados, como medida de protección ante hipotéticos ataques bioterroristas.

La última adquisición en Düsseldorf ha sido un centro de infecciones hepáticas inaugurado en 2011 y cuyo coste fue de 20 millones de euros. Hasta el momento, las camas instaladas en este centro de 2.000 metros cuadrados, dotado para tratar enfermedades altamente infecciosas han permanecido vacías, pero pueden resultar de crucial importancia en un caso de emergencia por ébola.

[Fuente: Por Rosalía Sánchez, Berlín, El Mundo, Madrid, 13oct14]

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