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18ene05


Scilingo usa la memoria de su hermana a la que él mismo denunció por terrorista en 1973


El ex militar argentino Adolfo Scilingo desveló hoy, en la tercera sesión del juicio que se celebra en la Audiencia Nacional de Madrid, que lo que le llevó a presentarse ante las justicias argentina y española y relatar su partipación en dos "vuelos de la muerte", que ahora niega, fue el "odio y venganza" que siente hacia el almirante Emilio Eduardo Massera por haber ordenado la detención de una de sus dos hermanas.

Scilingo, quien se enfrenta a una petición de cárcel de las acusaciones de 6.626 años por genocidio, terrorismo y torturas, relató este hecho, emocionado, cuando dijo que lo que nadie le había preguntado era qué le llevaba a hacer "todo esto. Porque o lo hace un loco o lo hace alguien que busca protagonismo".

"Pero yo no estoy loco. A mí lo que me lleva a actuar así es el odio y la venganza", manifestó y, cuando se disponía a relatar el hecho, se emocionó, y el presidente del tribunal, Fernando García Nicolás, decidió hacer un receso de 15 minutos.

A la vuelta, Scilingo relató que el capitán de corbeta Enrique John le avisó a finales de 1978, cuando se encontraba en la fragata Libertad, a la que fue destinada tras su estancia en la Escuela Mecánica de la Armada (ESMA), que su hermana María Adela, miembro de un grupo católico que llevaba comida a las villas, iba a ser detenida.

"Supe después que Massera fue quien ordenó detener a mi hermana", añadió.

El ex marino llamó a su madre para que avisara a su hermana, quien huyó: "Vivió una vida de locos, huida, como una judía en un régimen nazi".

"Lo único que estaba haciendo mi hermana era dar comida. Nunca puso una bomba".

Scilingo dijo que creyó que "tenía una terrorista en casa, que tenía mi diablo en casa, porque yo confiaba en la Armada".

En el periodo de huida de su hermana "le detectaron un tumor en el pecho. Tuvo metástasis y con el tiempo murió. Si hubiese tenido asistencia normal no habría muerto, o a lo mejor, sí".

"Pero yo -dijo Scilingo llorando- no hice nada por mi hermana porque creí que era una terrorista. Tenía que haber buscado dinero para que huyera del país. Tenía que haber pensado en mi hermana y no en las barbaridades que decía la Armada".

"Mi hermana no murió en la ESMA pero podría haber muerto allí. Era el destino que buscaba Massera para ella. Con razón la EMSA tenía tantos triunfos, ¿eran todos como mi hermana?", se preguntó.

John, quien murió posteriormente de un infarto, también le dijo que a su hermana le habrían inyectado un analgésico y que habría sido eliminada en un vuelo.

Scilingo, según su relato, decidió entonces vengarse contra Massera y empezó a recopilar "toda la información pequeña".

El ex militar, como en días anteriores, insistió haber contado "los disparates" de los "vuelos de la muerte" para "que se investigue y se sepa lo que pasó con cada uno de los desaparecidos y quién dio las órdenes en cada caso. Es una decisión más judicial que política. ¿Cómo es posible que después de cinco presidentes en Argentina no se haya ordenado a las Fuerzas Armadas que colaboren con la justicia?".

Scilingo dijo que habló de dos "vuelos" pero que "podía haber contado cinco vuelos", que dijo en una ocasión que habían muerto en ellos 27 personas "porque el número coincide con la fecha en la que contrajo matrimonio" y que las fechas que dio sobre los vuelos -primera quincena de junio y primera quincena de agosto- lo hizo "para estar cubierto, porque estaba o enfermo o de vacaciones".

El ex militar confesó también que las cartas reproducidas en el libro "El Vuelo", del periodista Horacio Verbitsky, dirigidas a Jorge Rafael Videla y otros superiores "nunca las llegué a mandar. Era la única forma de poner loco al almirante Enrique Molina Pico. Quería que se pusieran locos en la Armada".

En las cartas, de 1991, dice haber participado en dos vuelos y les pide que "den a conocer la lista de los muertos".

Scilingo además se escudó en la obediencia debida para intentar eximir su responsabilidad: "En la Armada uno cree ciegamente en lo que dice su superior y tiene que obedecer ciegamente. Si el superior dice vamos para allá que tenemos que matar, así es. El Código Penal argentino exime de su responsabilidad a la obediencia debida ciega", manifestó.

[Fuente: Mónica Uriel, ANSA, Madrid, 18ene05]

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