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13feb21


El Senado de EE.UU. absuelve de nuevo a Trump


Donald J. Trump, absuelto de nuevo. El segundo juicio político por el impeachment del 45º presidente de Estados Unidos acabó como el primero, con un veredicto absolutorio que le libera oficialmente de la acusación de incitar a la insurrección contra el Capitolio ocurrida el pasado 6 de enero. El apoyo de sus colegas republicanos le otorgó una vez más una protección que no le servirá sin embargo frente al juicio de la historia.

Tras cinco días de debates, 57 senadores lo consideraron "culpable" de los cargos que pesaban contra él, entre ellos, siete republicanos; los otros 43, todos conservadores, lo declararon "no culpable". Es así, el impeachment con más apoyos de los dos partidos de la historia pero no se alcanzó la mayoría de dos tercios necesaria para llegar a un veredicto condenatorio. Desde su oficina en Florida, el expresidente celebró su victoria: "Nuestro movimiento (…) para hacer América grande de nuevo no ha hecho más que empezar", dijo en un comunicado.

Una vez más, los republicanos le han salvado pero no todos desean su retorno. Para sorpresa de todos, tras la votación, el líder republicano Mitch McConnell tomó la palabra para decir que "no hay ninguna duda de que Trump es, moralmente y de facto, responsable" por los hechos y no tomó medidas para "restaurar el orden". "Estuvo viendo alegremente la televisión mientras el caos se imponía" pero en su opinión juzgarle ahora era contrario a la Constitución, de ahí su voto absolutorio, aclaró en un impresionante ejercicio de contorsionismo político.

Mc Connell aseguró que, de haberse celebrado el juicio estando aún en el cargo, habría votado a favor de condenar a Trump. Pero, como le recordaron de inmediato con indignación los demócratas, si el Senado no se reunió antes del relevo presidencial para juzgarlo fue porque él lo impidió.

El suspense no había sido hasta ahora uno de los ingredientes del juicio. Todo apuntaba a que el expresidente sería absuelto. Pero ayer al comienzo de su quinta y última jornada, el proceso dio un vuelco inesperado: el Senado aprobó por 55 votos a favor y 45 en contra la petición de la acusación de llamar a declarar a testigos.

La citación abría la puerta a una discusión más profunda sobre la actitud de Trump ante el asalto al Capitolio, una insurrección que se le acusa de haber incitado y alentado. La noticia pilló por sorpresa a todos los senadores, incluidos a los demócratas. No se esperaba que los fiscales -nueve congresistas designados por la Cámara Baja, que inició el proceso- anunciaran a última hora que querían interrogar a la congresista republicana Jaime Herrera Beutler.

La víspera, tras el largo tira y afloja entre la acusación y la defensa sobre hasta qué punto Trump sabía que los legisladores corrían peligro y el sentido de sus mensajes, Herrera Beutler había publicado un comunicado que en el que se reafirmaba sus declaraciones sobre la conversación entre su jefe de filas, Kevin McCarthy, y Trump en pleno ataque. El expresidente, sostiene, se puso del lado de los asaltantes.

El caos se apoderó del Senado. Los abogados de Trump y los republicanos se lo tomaron como una declaración de guerra. Despreciaron por "irrelevante" lo que hubiera dicho tras el ataque y amenazaron con llamar a "cientos" de testigos, entre ellos la vicepresidenta Kamala Harris y Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara Baja, para interrogarla sobre la falta de medidas de seguridad en el edificio. La ultraderechista Marjorie Greene se refirió a su compañera de filas Herrera Buetler como una marioneta de los demócratas y alertó de "los 75 millones de seguidores" de Trump los vigilan.

A la luz de los precedentes históricos, el proceso amenazaba con alargarse días o semanas más allá de lo previsto, lo que habría complicado el plan del presidente Joe Biden de negociar un nuevo plan de rescate con el Senado. Tras varias horas de discusiones internas, la jornada dio otro volantazo. La acusación renunció a sus planes y pactó con la defensa limitarse a incluir como prueba la declaración escrita de Herrera Buetler, en lugar de llamarla a declarar. Los abogados de Trump tampoco citarían a ningún testigo. Y así, después de tener tres horas al Senado montado en una montaña rusa, las partes pasaron a hacer sus alegatos finales.

El congresista Jaime Raskin, en su papel de fiscal, imploró a los senadores declarar a Trump culpable de incitar la histórica insurrección. El presidente no solo encendió las llamas de la insurrección sino que "no trató de apagarlas", insistió Raskin, que presentó como pruebas de la intencionalidad del presidente su negativa a prestar ayuda o los ataques en Twitter a su vicepresidente, Mike Pence, durante el asalto.

"Un presidente no puede incitar una insurrección en sus últimas semanas e irse como si nada hubiera ocurrido. Pero esa es la norma que ustedes quieren adoptar", advirtió a los republicanos otro de los fiscales, el congresista Joe Neguse. Como parte de las pruebas contra Trump, se leyó la declaración Herrera Beutler: "Cuando McCarthy al fin lo localizó el 6 de enero y le pidió que pidiera de forma pública y contundente que pararan las protestas, lo primero que hizo fue repetir la mentira de que los antifastistas habían entrado en el Capitolio".

McCarthy, según las notas que tomó tras su conversación, este le corrigió y le dijo que los asaltantes eran sus simpatizantes. "Bueno, Kevin, supongo que esa gente está más enfadada que tú con las elecciones", respondió el presidente, según Herrera Beutler, quien ya en enero habló de esta charla con los residentes en su distrito y la prensa para explicar su voto a favor del impeachment.

"Hay momentos que están por encima de los intereses políticos de los partidos que requieren que pongamos al país por delante, porque las consecuencias de no hacerlo son solamente demasiado grandes", insistió Neguse. Los demócratas veían este proceso como una oportunidad para fijar en la memoria del país los graves sucesos del 6 de enero, frente al deseo de muchos republicanos de pasar página sin ahondar en su causa o consecuencias.

Si el Congreso no repudia el papel del expresidente, los hechos se repetirán, afirman. "¿Esto es América? ¿Qué tipo de América vamos a ser? Ahora está literalmente en sus manos. Buena suerte al Senado de EE.UU.", zanjó Raskin. "Nuestro país y el mundo saben quién es Donald Trump. Este es un juicio a quiénes somos" como país.

La defensa de Trump, por su parte, insistió en que el hecho de que algunos de los participantes hubieran planificado de antemano sus acciones significa que no se puede responsabilizar a ellas al discurso que Trump dio el 6 de enero. "El acto de incitación nunca ocurrió", defendió Michael Van der Veen, que centró sus argumentos en el derecho de Trump a la libre expresión. "Ninguna persona imparcial" puede leer su discurso y creer que estaba alentando el uso de la violencia, insistió. Los fiscales "están contándoles un cuento político" para perpetrar su "vendetta" contra el expresidente. "¡Excúlpenlo y defiendan la Constitución!", rogó Van der Veer a los senadores.

La cifra de senadores republicanos que apoyaron la condena de Trump, siete, fue ligeramente superior a la esperada: Susan Collins, Richard Burr, Bill Cassidy, Ben Sasse, Lisa Murkowski, Pat Toomey y, también, Mitt Romney, el único conservador que en el 2020 votó a favor de condenar y destituir a Trump por abuso de poder. En declaraciones a la prensa, Pelosi aplaudió su valentía y censuró la "cobardía" de la mayoría de senadores conservadores, en especial McConnell, a quien acusó de "dejación de responsabilidades" por mantener el Senado cerrado tras el impeachment de Trump el pasado 13 de enero. Sus escusas para absolver al expresidente "son patéticas", dijo la líder demócrata, tercera autoridad del país norteamericano.

Tras el voto, el Senado se disolvió como tribunal y de inmediato se declaró de nuevo en sesión. Absuelto Trump, no exploró ninguna de las hipotéticas acciones de castigo que quedaban, un voto de inhabilitación ni tampoco un voto de censura, como algunas voces pedían a los republicanos. Pelosi descartó esta última opción, que consideró insuficiente dada la gravedad de los hechos enjuiciados.

El senador McConnell sugirió que corresponde a la justicia ordinaria juzgar a Trump. De una forma u otra, el Capitolio ha vuelto a exonerar al 45º presidente de Estados Unidos. "Estoy convencido de que Donald Trump será condenado en el tribunal de la opinión pública, de hecho ya lo ha sido a ojos del pueblo americano y de la historia", sentenció el líder del Senado, el demócrata Chuck Schumer tras el voto. Si alguna vez vuelve a presentarse a un cargo público, "espero que el pueblo americano responda con un rechazo inequívoco".

La sentencia absolutoria dictada ayer por el Senado sobre el impeachment de Donald Trump por incitación a la insurrección es el final del proceso para enjuiciar su responsabilidad en el asalto al Capitolio. La presidenta de la Cámara Baja, Nancy Pelosi, descartó ayer aprobar una voto de censura sobre el expresidente, como algunas voces reclamaban. Sería "dar una bofetada a la Constitución", replicó recurrir a un procedimiento previsto para faltas menores. Tampoco se activó ninguna de las pistas, más extremas, que diferentes juristas habían planteado si el Senado no reunía la mayoría de dos tercios necesaria para llegar a una sentencia condenatoria (que habría implicado la destitución, en caso de que Trump siguiera en el cargo) para convocar un voto de inhabilitación. La Constitución de Estados Unidos prevé dos vías para castigar a un presidente, la destitución y la inhabilitación, pero los juristas discrepaban sobre la posibilidad de aplicar esta última en el caso de Trump. Según el profesor de derecho constitucional Paul Campos de la universidad de Colorado, se podía aplicar aunque no se hubiera llegado a una sentencia condenatoria. Brian Kalt, profesor de derecho en la universidad estatal de Michigan, discrepa. A su juicio, es necesario una sentencia condenatoria. Tampoco había consenso entre los constitucionalistas sobre el umbral de votos necesario para aprobar una destitución sin sentencia condenatoria previa. La sección tercera de la 14ª enmienda a la Constitución estadounidense ofrece otra vía completamente diferente para llegar a la inhabilitación. Ese pasaje prohíbe a cualquier persona que "ha participado en una insurrección" contra Estados Unidos ocupar un cargo público. Ayer los profesores Neal Katyal, exprocurador general, Ryan Goodman, exfiscal especial del Departamento de Justicia y Robert Reich, exsecretario de Trabajo con Bill Clinton, entre otros, proponían que el Congreso aprobara una resolución invocando ese pasaje constitucional y vetarán a Trump el acceso a cargos públicos mediante un voto por mayoría simple, como defienden algunos como defienden algunos juristas. "La sólida mayoría en los dos partidos en ambas cámaras del Congreso que considera a Trump culpable de incitar una insurrección apunta a esta opción", defendió anoche Goodman. Solo requiere "una mayoría simple así que es posible hacerlo", aunque puede ser necesario un proceso judicial intermedio para determinar su culpabilidad, declaró anoche Katyal. "Trump debería estar muerto de miedo ante ese proceso. Anoche, el Capitolio parecía haber tenido suficientes emociones fuertes por una larga temporada y los demócratas dieron carpetazo al asunto. El 6 de enero se recordará como "una infamia" en la historia de Estados Unidos, igual que el voto para absolver a Trump, sentenció el líder de la mayoría demócrata en el Senado, Chuck Schumer.

[Fuente: Por Beatriz Navarro, La Vanguardia, Barcelona, 13feb21]

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