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21nov18


La tensión entre Rusia y Ucrania crece ahora en el mar de Azov


El enfrentamiento entre Rusia y Ucrania, que se inició hace cuatro años con la anexión de la península de Crimea y la guerra en la región del Donbass, se está reavivando ahora en el mar de Azov debido a la disputa por el control de las vías marítimas. La seguridad del nuevo puente que une Crimea con la Rusia continental sirve de excusa a Moscú para aumentar los registros y su presencia militar. El Gobierno de Kíev sostiene que es una estrategia de su adversario para aislar económicamente los puertos ucranianos de Mariúpol y Berdiansk. La Unión Europea ha advertido a Rusia que si no hay cambios tomará “medidas concretas”. Pero en Moscú se reacciona asegurando que este no es asunto de Bruselas.

En la UE se cree que el aumento de las inspecciones rusas no sólo afecta a la economía ucraniana, sino también a los intereses de sus países miembros. “Hemos enviado a nuestros interlocutores en Rusia un mensaje claro de que esperamos que (estas inspecciones) se detengan”, dijo el lunes la alta representante de la UE para Asuntos Exteriores y Seguridad, Federica Mogherini, tras el consejo de ministros de Exteriores en Bruselas.

El mismo lunes las patrullas fronterizas rusas detuvieron un barco pesquero ucraniano en aguas del mar de Azov. El incidente se produjo horas después de que el presidente de Rusia, Vladímir Putin, criticara a Kíev por detener varios barcos comerciales en este mismo mar.

Pero en Moscú creen que la UE no tiene voz en este contencioso. “Que se dediquen a sus asuntos y no se metan en nuestros asuntos in-ternos”, dijo ayer el senador ruso Franz Klintsevich. Su colega Andréi Klímov dijo que, “defendiendo a sus matones, tratan de limitar la actividad de un Estado soberano en sus propias aguas interiores”.

Ucrania sostiene que la tensión la ha creado Rusia de forma artificial. Para el ministro de Exteriores ucraniano, Pavló Klimkin, el motivo es Crimea, pero también se trata de “una progresiva anexión del mar de Azov”.

El conflicto entre ambos países se trasladó a esta región con el proyecto ruso de construir un puente que atravesase el estrecho de Kerch para unir por carretera la Rusia continental con la península de Crimea, bajo su control. Y subió de decibelios el año pasado, conforme el proyecto iba tomando forma y el puente se terminaba. En el 2017 Rusia cortó en dos ocasiones el tráfico marítimo, bloqueando el acceso a los puertos ucranianos de Mariúpol y Berdiansk. Estas interrupciones cuestan a Ucrania 40 millones de dólares cada año, según un análisis de la plataforma de seguridad e inteligencia Stratfor.

El mes pasado Mogherini apuntaba a este hecho como el detonador de la situación actual. “La construcción del puente tuvo lugar sin el consentimiento de Ucrania, y constituye otra violación de la soberanía de Ucrania y de su integridad territorial”, dijo en el Parlamento Europeo. Y apoyó la posición de Kíev señalando que “el puente dificulta el paso de los barcos a los puertos ucranianos del mar de Azov”.

La situación se recrudeció el pasado marzo, cuando las patrullas ucranianas detuvieron al arrastrero ruso Nord y lo llevaron a Berdiansk. El capitán fue acusado de entrar de manera ilegal “en un territorio ucraniano ocupado con el objetivo de perjudicar los intereses del Estado”. Entonces comenzó la espiral. Los guardacostas rusos detuvieron al pesquero ucraniano YMK-0041. La situación sólo se ha comenzado a resolver recientemente. Los marineros de ambos barcos fueron liberados en un intercambio pactado en octubre. El capitán del pesquero ucraniano salió de la cárcel este noviembre, pero el del barco ruso aún sigue bajo custodia.

Según el portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, Rusia tiene derecho a tomar medidas para proteger los barcos rusos, “en estricta conformidad con la ley del mar y la legislación internacional”, por la actitud de las autoridades ucranianas, que han detenido a 15 barcos rusos por entrar en los puertos de Crimea.

La tensión podría seguir aumentando si Rusia y Ucrania militarizan el Azov. “Eso podría llevar a la desestabilización del mar Negro”, advirtió en octubre Mogherini.

El presidente ucraniano, Petró Poroshenko, quiere construir una base militar en el Azov antes de que termine el año. El viceministro de Exteriores ruso Grigori Karasin aseguró la semana pasada que Rusia “no planea militarizar el mar de Azov”, pero argumentó que no le queda más remedio que aumentar su presencia militar por la “situación alarmante” creada por Ucrania y “para garantizar la seguridad del puente de Crimea”.

En su comparecencia del lunes, Mogherini aprovechó para mostrar su apoyo a la integridad territorial de Ucrania y subrayó la “total unidad de la UE” al “no reconocer” las recientes elecciones en las autoproclamadas repúblicas populares de Donetsk (RPD) y Luhansk (RPL), que se celebraron en el Donbass el 11 de noviembre.


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