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01Feb19


La Ucrania de Poroshenko, más cerca de la debacle que de remontar el vuelo


El actual presidente de Ucrania, Petró Poroshenko, empieza su carrera hacia la reelección. Así lo anunció el propio mandatario el pasado 29 de enero. Ahora que su primer mandato está a punto de terminar, la intención de voto del electorado a su candidatura ronda el 15% y hace su victoria cada vez más improbable.

Entretanto, hoy los líderes de la carrera presidencial de 2019 son el humorista Volodimir Zelenski, con unas expectativas del 19%, y la ex primera ministra del país, Yulia Timoshenko, cuya intención de voto ronda el 18%.

Si las elecciones se celebrasen hoy y se cumplieran los pronósticos de las encuestas, el mandatario actual recibiría menos votos que el humorista. ¿Qué hizo para generar tanto descontento entre sus propios electores? Sputnik analiza los logros y fracasos durante la Presidencia de Petró Poroshenko.

Integridad perdida

Uno de los objetivos principales del Gobierno de Ucrania era restablecer la integridad territorial del país, que había quedado en cuestión por culpa del conflicto en el este de Ucrania que se desencadenó en abril de 2014.

Durante su campaña electoral, el candidato que después se convertiría en mandatario prometió que la operación contra las repúblicas autoproclamadas de Donbás duraría apenas horas, ni tan siquiera meses. Sucedió al revés y el conflicto armado permanece en estado latente desde hace ya casi cinco años.

En la fase inicial de la guerra en Donbás, las tropas ucranianas hicieron un avance importante y casi asediaron las dos capitales de las repúblicas autoproclamadas, Donetsk y Lugansk. Pero luego, para agosto de 2014, perdieron territorios significativos por el avance de las milicias.

Como consecuencia de los combates más de 10.000 personas perdieron sus vidas y centenares de miles huyeron de la zona del conflicto armado. El Gobierno actual en Kiev acusa a Rusia de haber cometido una agresión contra Ucrania por el hecho de que Moscú haya apoyado a las repúblicas autoproclamadas. La Federación de Rusia, por su parte, insiste que se trata de una guerra civil.

La reorientación de la política exterior de Kiev permitió a Estados Unidos y otros países de Occidente aumentar los suministros de material bélico a Ucrania. Paralelamente, Kiev empezó a producir su propio material bélico.

Como consecuencia, algunas unidades del Ejército de Ucrania, especialmente las que toman parte en la operación en Donbás, cuentan con armas y equipamiento modernos.

El tema militar pasó a un primer plano por culpa del incidente en el estrecho de Kerch, cuando varios barcos ucranianos trataron de pasar por debajo del puente de Crimea pero resultaron detenidos. Poroshenko respondió con la introducción de la ley marcial durante un mes, paso que muchos percibieron como un intento de aferrarse al poder de cara a las próximas elecciones.

Expotencia económica

La guerra también cambió el rostro de la economía ucraniana y la estructura de comercio bilateral de este país. El problema principal radica en los combates que se realizan en Donbás, uno de los principales centros industriales del país, y perjudican a su potencial económico. Ahora que las minas de Donbás están fuera del control de Kiev, el país ha perdido una fuente importante de ingresos.

Durante la Presidencia de Poroshenko, la economía ucraniana no ha vivido sus mejores momentos. De acuerdo con los datos del Banco Mundial, el PIB per cápita se sitúa hoy en 2.639 dólares, a niveles del año 2007, mientras que en 2013, antes de su mandato, era de 4.029 dólares.

Para ser más precisos, dicho índice empezó a desplomarse en 2013 y alcanzó el nivel de 2.124 dólares en 2015, momento a partir del cual empezó a mejorar paulatinamente.

La industria ucraniana también ha sufrido durante el mandato del actual presidente. En varios casos, el Gobierno prefirió adquirir la producción estadounidense en vez de comprar el producto nacional, como en el caso de la compra de locomotoras de la compañía estadounidense General Electric.

En general, Ucrania ha tratado de romper todos los lazos económicos con Rusia. El comercio bilateral entró en barrena entre 2013 y 2016. De casi 40.000 millones de dólares a 10.000 millones, concretamente. Pero el índice volvió a crecer en 2017 y es de esperar que los resultados de 2018 permanezcan por lo menos en el mismo ratio.

El nivel de vida también se deterioró: algunos ciudadanos ni siquiera pueden hacer frente al pago de la calefacción de sus hogares. Muchos clientes del gigante gasístico Naftogaz tienen deudas con la empresa, mientras esta última aumenta los precios de las facturas. Desde noviembre del 2015, Naftogaz dejó de comprar gas ruso y pasó a sustituirlo por otro de Europa proveniente de la propia Rusia, pero a precios más elevados.

¿Vida al estilo europeo?

La meta proclamada de la Administración actual es la integración en la Unión Europea. El Gobierno da pasos para converger con Europa cuanto más sea posible. Uno de estos pasos durante la Presidencia de Poroshenko fue la reforma de la Policía en un intento de empezar desde cero.

La reforma sí tuvo lugar. Muchas caras nuevas, muchos jóvenes, entraron a formar parte de la Policía. No obstante, el organismo reformado no cuenta con gran popularidad entre la población. El 21% confía a día de hoy en la nueva policía ucraniana.

Pese a lo que pudiera parecer, estas cifras son mucho mayores que en los años pasados. En 2013, menos del 1% de los ucranianos se fiaban de los agentes del orden, de manera que podemos hablar de una mejora ostensible.

Es temprano, no obstante, para hablar de la aparición de un verdadero estado de derecho en Ucrania, ya que a veces en el país no se respetan libertades básicas, como la de expresión. Periodistas que no comparten el punto de vista del Gobierno actual son perseguidos y encarcelados, como es el caso del jefe de la agencia de noticias RIA Nóvosti Ukraina, Kiril Vishinski, acusado de alta traición.

Uno de los logros y una de las promesas cumplidas de Petró Poroshenko fue la cancelación de visados entre Ucrania y la UE. El proceso fue duro, pero al fin y al cabo el esfuerzo llegó a buen puerto. Pero sí hay efectos colaterales: los ucranianos empezaron a emigrar en masa del país. Se puede hablar de un verdadero éxodo.

Más de 3,2 millones de ucranianos trabajan en el extranjero permanentemente, mientras que entre siete y nueve millones lo hacen temporalmente, según los datos del Ministerio de Política Social del país. La mayor cantidad de trabajadores ucranianos está en Polonia, que tiene frontera con Ucrania. Los ciudadanos que trabajan en el extranjero en 2018 hicieron transferencias monetarias a su país de origen por un monto de 1.700 millones de dólares.

Uno de los más recientes 'logros' del presidente Poroshenko fue la autocefalía de la Iglesia Ortodoxa de Ucrania —en términos simples, su independencia respecto a la Iglesia Ortodoxa de Rusia—. Esta última no reconoció el paso emprendido. De hecho, la Iglesia de Constantinopla es la única que ha dado luz verde a esa estructura eclesiástica no canónica ucraniana.

Poroshenko, el principal promotor de la iniciativa, asistió en persona a muchos actos que culminaron durante el proceso de consecución de la autocefalía.

Además, su Presidencia marcó un punto de inflexión en la lucha contra la historia del país, la llamada 'decomunización'. En otras palabras, el proceso de desmantelamiento del legado soviético en Ucrania culminó con la demolición de monumentos y el renombramiento de calles dedicadas a líderes comunistas.

El antagonismo hacia el legado de la URSS condujo al renombramiento de varias ciudades, como Dniepropetrovsk, que pasó a llamarse Dnipro.

De una manera o de otra, Ucrania se encuentra hoy en una encrucijada. Su futuro depende de los próximos comicios presidenciales de finales de marzo. Los ucranianos pueden optar por un nuevo mandato de Poroshenko o por una cara nueva al frente de la Jefatura de Estado.

[Fuente: Sputnik News, Moscú, 01feb19]

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