Muertos en Falsos Enfrentamientos
Patricio Sobarzo, sus poemas

Hizo de su vida un poema y una revolución. Han acudido en el recuerdo anécdotas sencillas, momentos cálidos y actos heroicos, hasta el supremo gesto de rendir su propia vida, para que la vida siguiera viviendo y para que la dignidad palpite y crezca.

Ahora mostraremos sus poemas, su rasgo, tal vez, menos conocido, pero que no fue, sino otra forma de ser maestro y ser revolucionario, la misma forma de ser un hombre entero.

Su doctrina poética no se expresó en ningún texto, se derramó generosa en sus compañeros y en su pueblo, que es el auténtico sello de lo verdadero.

Versos que están truncos, algunos; sólo breves fragmentos, otros. Más no importa, ahí se encuentra también toda su magnitud como hombre.

¿Qué era la poesía para Patricio? No tenía respecto de ella una "respuesta" redonda, fija o grave.

El se reía de la palabra entele quia. Su poesía era simple, como para vivirla, como para transmitirla. Su poesía era auténtica, como para seguirla, imitarla y -lo que hubiera deseado- superarla: En ella está clara la percepción de este tiempo que se precipita al vacío, no sin dejar antes destrozos y lágrimas..

Los signos viles de esta época de vergüenza son desnudados implacablemente, como debe ser y como siempre debiera ser; sin embargo, él era plenamente consciente de las limitaciones de sus poemas, de una poesía "... pero estos versos, amor no derribarán al tirano".

No podríamos sintetizar toda una vida plena en una cuantas hojas, toda su poesía; su amor de provinciano por Santiago, su experiencia de preso político en sus "Poemas del Hombre", el amor a la tierra y el padre, el encantamiento personalísimo por los trenes (''Chile es un país para el tren", nos decía), su concepción del amor y la compañera, el relámpago que significó su hijo.

¿Cómo conocerlo, cómo imitarlo, cómo retomándolo, superarlo? Están sus poemas, como fuego y enseñanza. Su vida pública, como ejemplo y camino. El acto final de su vida, como mensaje y advertencia a los hombres de esta patria y de cualquier patria: por delante está la lucha.
(Texto de Iván)

Aquí he llegado con este equipaje de provincia
maletas de esperanza
todo el viento del Sur
toda la lluvia
al centro del cemento
buscando los puntos cardinales
al continente de las palomas
pedacitos de sueño
como la pobre luz
de los faroles
en una plaza de barrio
o en una esquina miserable
Aquí he llegado
llegamos. . .
como arrimándonos a algo.
Santiago, 1982


Poema de abril en un tren de abril

Y otra vez
en los trenes de la noche
despidiéndome
tristemente
de la lluvia
Humedecido de sur
viendo pasar estaciones
a la velocidad de un spot publicitario
apagadas de luz
por los pobres
faroles de la noche
Cobijando en mi nostalgia
huyo sin querer huir
y anhelo la infancia
del triciclo
los mares de Salgan
el huerto de cerezos
en tardes de cimarra. . .
Y este poema de abril
en un tren de abril
es un débil intento
de conjugar
el ayer
y el hoy
separados por varios calendarios
de muchas hojas.
Ayer fueron la paredes que no vi
los muros del eterno ladrillo
carcomidos por el eterno cautiverio,
de ahí salieron como alimañas
al igual que sus congéneres humanos (¿...?)
las pequeñas bestias
sedientas de carne y sangre
con su chillidos, tétrica sinfonía de la noche,
tenían como único lapsus
el grito de dolor de 08
ó 09
ó 28
ó 92
o números
o sea hombres
o sea compañeros torturados
CHILLIDOS
mordiendo pantalones
buscando los tobillos
girando en torno a mis piernas
saltando sobre mis rodillas
eran grandes
pequeñas
medianas
bestias
no preguntaban
sólo mordían
acosaban
llegaban por la noche
los humanos (¿...?) en cualquier instante
Hoy en mi pieza de estudiante.
Ayer en las mazmorras de la DINA
en las cárceles de la dictadura
han vuelto los ratones
¡Atento puede ser el preludio de sus congéneres!


CARTAS...

Si se amontonaran las cartas de este tiempo
el viento arremolinaría sus hojas,
inundarían el espacio de alegrías
de horas terribles
de recuerdos atormentados
como calendarios invisibles
como botellas de náufragos
como redes atrapadas de peces
o como relojes sin cuerda.
Y es que estos años
se han teñido de tinta
en papeles mensajeros
buscando respuestas certeras
a preguntas bien precisas.
Si se amontonaran las cartas de este tiempo
se leería vida
se leería muerte
se leería amor
o se leería un... hasta siempre...
escríbeme pronto...
saludos a mamá ¿cómo está la guagua?
¿Carlitos va a la escuela?
¿terminaste tu seminario?
¿cuándo sale de la cárcel Simón?
...ayer vino la DINA, allanaron la casa y se llevaron a Javier...
...con el dinero que enviaste
se pagó la matrícula de María...
... te abraza largo (como Chile) tu hermano Manuel.
... Junto a Hilda lo asesinaron
con una bomba frente a radio Nacional...
Posdata: Me gustaría saber de Alberto.


Sobre estas calles
húmedas de lluvia,
desenterrando antiguos
objetos de adoración,
masticando nostalgias
entre lo que pudo ser
y no fue,
vuelvo al cemento gris,
inadaptadamente metropolitano,
para hundirme en la madera
que raya de verde el litoral
araucano entre Nahuelbuta
y el Lebu que no conocí,
en la infancia nómade
de mi infancia ferroviaria,
entre trenes y locomotoras,
estaciones de tristes despedidas
donde los sueños despiertan
con campana de la estación
y se van definitivamente
con un agudo y quejumbroso
pito de vapor.

Así, poco cosmopolita,
más provinciano,
me regreso
para volver. . .
con mis raíces.

Estos versos, amor
podrán ser una flor
una caricia
un beso
detenido en el tiempo
el aliento de tu sonrisa
la triste mirada de tus ojos
la bondad de tus palabras
Pero estos versos, amor,
no derribarán al tirano.
En una tarde
o en una noche
de mayo llegará
Simón
llegará Francisca
llegará ella o llegará él
En mayo,
quinto mes del
año gregoriano
en Santiago
de Chile.


Editado electrónicamente por el Equipo Nizkor- Derechos Human Rights el 18mar02
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