Desplazamiento y Violencia
Un país que huye

Capítulo VII

Mujer desplazada.


Violencia y discriminación (1)

El desplazamiento (2) es una realidad que está marcando de manera cada vez más intensa la sociedad colombiana, pues es una de las consecuencias de mayor impacto y, a la vez, de las más inadvertidas de la violencia política. En la medida en que se aumentan y complejizan la impunidad, la justicia privada, la intolerancia y el deseo de control de los territorios y de la tierra, se van produciendo distintas manifestaciones de violencia y se van constituyendo diversos actores armados, que se enfrentan entre sí y hacen alianzas específicas frente a todo tipo de intereses. Desde escenarios usualmente rurales, la década del 80 y lo que va corrido de la del 90 (3), han sido el marco espacio-temporal en el cual cerca de un millón de personas han sido obligadas a dejarlo todo para buscar la sobrevivencia física, en otros lugares de su misma patria.

Como toda realidad, las características y efectos del desplazamiento son diferenciados según género, edad, estrato social y etnia, entre otros. Asumiendo tal heterogeneidad y reconociendo la necesidad de avanzar en una diferenciación dentro de la categoría de los desplazados, este estudio se centra en caracterizar el fenómeno del desplazamiento desde las mujeres jefes de hogar y los hogares que están bajo su responsabilidad (4). Para tal fin, se estará haciendo una lectura nacional del fenómeno a partir de los datos provenientes del Sistema de Información de Hogares Desplazados (Sisdes I), el cual, a través de una encuesta nacional, tomó información de población desplazada entre Julio de 1994 y Octubre de 1995 (5).

La información sobre la cual se fundamenta este estudio es, en su mayor parte, de tipo cuantitativo, con lo cual permite mostrar frecuencias y promedios en algunas de las características. Este énfasis es complementado con reflexiones fruto de acercamientos desde una perspectiva más cualitativa, que ayudan a comprender las vivencias e implicaciones que tiene el desplazamiento forzoso en la vida de las mujeres jefes de hogar y de sus familias. Con miras a tener referentes que posibiliten identificar diferencias por género (6), se establecerán comparaciones con los hogares cuya jefatura está en los hombres.

Es necesario anotar que la dinámica del desplazamiento es muy grande en el país, lo cual hace que la cuantificación de los desplazados y sus lugares de procedencia y ubicación, se modifique a ritmos vertiginosos. Manteniendo unos ejes constantes de violencia Urabá, Magdalena medio y los Llanos Orientales , los departamentos y zonas se van relevando temporalmente en cuanto a la intensidad de la violencia, en la medida en que se van "tomando, recuperando y liberando" territorios a sangre y fuego. De ahí la importancia de mantener una sistema que actualice de manera permanente la situación y que permita intervenir con la mayor rapidez (7).

El texto está dividido en tres apartes. En el primero se hace una reflexión sobre la jefatura de hogar femenina y el desplazamiento. El segundo da cuenta de algunas características de los hogares desplazados con jefatura femenina y de las mujeres que los encabezan, en cuanto a corrientes y causas del desplazamiento, composición de los hogares, vivienda, tierra y trabajo, necesidades y expectativas. En el último, se hacen algunas consideraciones sobre la problemática analizada.

1. La jefatura femenina del hogar y el desplazamiento (8)

Plantearé aquí algunas reflexiones en torno a la jefatura de hogar, como concepto y realidad, con miras a precisar los puntos de referencia desde los cuales se aborda la problemática de las mujeres desplazadas y de sus hogares, en los cuales ellas se consideran y son reconocidas como jefes o cabeza de hogar (9).

Se calcula que un tercio de los hogares en el mundo están encabezados por mujeres, con una tendencia al incremento (MOSER, 1990). Muchos de estos hogares han sido fruto de la violencia social y política que, en sus diversas modalidades y manifestaciones, se constituye en un factor determinante en el incremento de hogares con jefatura femenina en razón de la muerte, desaparición o desplazamiento de la pareja. Las cifras muestran una mayor proporción de muertes violentas de hombres, aunque en algunas zonas azotadas se afecte sin discriminación a hombres y mujeres, como en los casos de masacres, bombardeos y asesinato selectivo a líderes.

El género, en tanto construcción social, determina que tanto la violencia como los procesos de atención y reubicación tengan posibilidades y riesgos un tanto diferenciados para los hombres y las mujeres. Para ellos, se identifica una tendencia relacionada con los roles y conductas asignadas, donde es el hombre el fuerte, el agresivo, el luchador, el que accede y es actor principal en la vida pública, hecho que le confiere un mayor riesgo fruto de la violencia política, del narcotráfico y la delincuencia común. Esa violencia, la que registran las estadísticas en asesinatos y desapariciones, es más significativa para los hombres que para las mujeres. Ellas, sin quedar excluidas de los anteriores riesgos (10), reciben un mayor impacto como sobrevivientes en tanto que sufren por la desaparición de sus seres queridos, deben enfrentar la lucha cotidiana para volver a empezar y mantienen la gran incertidumbre por el presente inmediato y el futuro. De manera abrupta se constituyen, en muchos casos, en únicas proveedoras económicas y afectivas de estos hogares que, forzosamente, se convierten en monoparentales.

Es precisamente a raíz de la ausencia física y definitiva del hombre, que la mujer ejerce una jefatura del hogar en forma evidente y reconocida socialmente, casos en los que puede ser más fácil acceder a algún tipo de atención social e institucional. Es el caso específico de las viudas, las mujeres separadas, abandonadas y las madres solteras.

Sin embargo, es frecuente que el ejercicio de la jefatura de la mujer en el hogar esté mediada por la ambigüedad de la invisibilidad y el no reconocimiento social y familiar, hecho que hace difícil su cuantificación y caracterización y que se constituye muchas veces en un obstáculo para el ejercicio de la autoridad y de la gestión económica de sus hogares. Esta situación que pod ría denominarse como la jefatura femenina no evidente, se da en aquellos casos donde teniendo la mujer compañero permanente, éste no responde económicamente por algunos o todos los hijos, porque no quiere dado que él no es el padre, por ejemplo, o por irresponsabilidad, o porque no puede en los casos en que está incapacitado físicamente, está desempleado o sus ingresos no alcanzan a cubrir los gastos de la familia. Se identifica aquí también la relación con la pareja en términos de "visita", sin convivencia estable, donde el hombre mantiene el ejercicio de la autoridad en las decisiones más importantes, incluyendo la distribución del dinero devengado por la mujer. En estos casos la percepción de ella de su posición como jefe del hogar es restringida, pues la sola presencia física del hombre pareciera ser argumento suficiente para señalarlo como el jefe, aun cuando éste no cumpla siquiera con las responsabilidades tradicionales de abastecedor del hogar.

Desde una perspectiva semántica, la categoría jefe de hogar parece no admitir en su ejercicio más de una persona. Sin embargo, las diferentes situaciones y relaciones de pareja y, especialmente, la presencia de ambos padres pueden implicar jefaturas conjuntas o múltiples (11), por elección o por otras circunstancias, que hacen que el uso del concepto jefe de hogar se dificulte. Puede afirmarse, entonces, que aunque ha habido un ejercicio cotidiano de la jefatura por parte de la mujer, no se ha dado un reconocimiento de dicha posición, que parece familiar y socialmente asignada al hombre. Obviamente, las diversas situaciones que se dan en este ámbito exigen una mirada más profunda a situaciones concretas que permitan examinar, con detalle y en una perspectiva dinámica, el ejercicio de las resistencias cotidianas, los juegos de poder y las numerosas acomodaciones de tipo afectivo, económico y social que se tejen entre la pareja y los demás miembros de la familia en su proceso de organización.

La jefatura no evidente cobija también la jefatura temporal y/o periódica donde la relación de pareja no se rompe en forma definitiva, sino que obedece a circunstancias laborales de tipo estacionario como los cosecheros, por ejemplo -o de tipo permanente- como la persecución política. Tampoco es perceptible la jefatura femenina delegada, que se constituye en aquellos casos en donde responde por el menor una mujer, que no es la madre. Se encuentran aquí a la madrina, la abuela, la tía, amigas, paisanas, quienes por razones de ausencia de los padres, ya sea por problemas económicos o políticos, están asumiendo, temporal o definitivamente, el cuidado de los menores.

Definir quién es el jefe del hogar, por lo tanto, está mediado por criterios que tienen que ver con la persona que satisface mejor la toma de decisiones más importantes en la familia, aporta el ingreso principal, tiene más edad e infunde más respeto (Rey de Marulanda y Vélez Kaufman, 1985). La jefatura del hogar es una construcción social dinámica y relativa, mediada por la valoración y el reconocimiento de los demás, en tres ámbitos. Uno, la autopercepción de la persona sobre su posición y su papel con respecto al grupo familiar. Dos, la visión del mismo grupo familiar, que no siempre es homogénea, y que surge a partir tanto de hechos concretos el dinero aportado, la imposición de sanciones o premios y la toma de decisiones de todo orden como de la vigencia de una posición donde por "naturaleza" este papel es asignado al hombre. El otro ámbito es el medio social o público, que se construye a partir de cómo identifican personas ajenas a la familia las posiciones de sus miembros, y en donde fácilmente prima ese mismo "deber ser", como el criterio para adjudicar la jefatura de hogar al hombre, más por tradición que por estar asumiendo la responsabilidad de manera efectiva y única (12).

Todas estas variaciones en torno al reconocimiento y ejercicio de la jefatura del hogar forman parte de las distintas circunstancias de las mujeres desplazadas y de sus posibilidades de alternativas y manejo de su problemática. Factores como las circunstancias, la temporalidad y lo intempestivo o no de los procesos que han llevado a la jefatura femenina del hogar, van a determinar mayor o menor disponibilidad, recursos y preparación psicológica para asumirlo. El cambio de posición de las mujeres al asumir la jefatura de hogar implica una serie de exigencias y posibilidades, que pueden tener diferentes matices según las características de sus historias personales, familiares y sociales.

2. Las mujeres y sus hogares en situación de desplazamiento: algunas características

Corrientes y causas de desplazamiento

Treinta y uno de cada cien hogares desplazados en el país tiene a la mujer como cabeza de familia (13)

. Sin embargo, de acuerdo con las cifras reportadas, se identifican proporciones de jefatura femenina superiores a este promedio nacional en los siguientes departamentos de procedencia; Meta, 40%; Cesar, 36.8%; Antioquia, 36.5%: Cundinamarca, 35.7%; Magdalena, 36.3%; Casanare, 35.7%, Caquetá, 35.7%; y Santander, 31.3%.

Los hogares desplazados con jefatura femenina provienen de un centenar de municipios del país. Sin embargo, casos como Apartado, que registra un 10% del total nacional, y otros como Medellín (7.2%), Turbo (6%), Necloclí (3.6%), Aguachica (3.6%) y Sabana de Torres (3.2%), muestran un peso importante en el país. De otra parte, y de acuerdo con su ubicación actual, las mayores frecuencias de hogares desplazados con jefatura femenina del total nacional son: Cundinamarca (26.8%) , Antioquia (22.8%), Santander (12.4%), Norte de Santander (6.4%), Atlántico (5.6%) y Córdoba (4.0%).

El siguiente cuadro ilustra algunas tendencias entre origen de la jefe de hogar, departamento de salida y lugar de ubicación actual, en los seis departamentos con mayor frecuencia de llegada. (14)

Cuadro 1.

Ubicación actual de los

hogares desplazados con

jefatura femenina, por

departamentos y municipios

Departamentos de origen

de las mujeres desplazadas

jefe hogar

Departamentos de salida

de los hogares desplazado

con jefatura femenina

Cundinamarca: Santafé de Bogotá, Soacha, Usme Antioquia, Santander, Cundinamarca, Meta Antioquia (Apartadó, 25%)
Antioquia: Medellín, Itagui, Necoclí, Turbo Antioquia Córdoba, Sucre, Antioquia, Bolívar
Córdoba: Montería, Tierralta, Valencia Córdoba, Antioquia Antioquia, Córdoba
Atlántico: Barranquilla Córdoba, Sucre, Bolívar, Antioquia Córdoba, Antioquia, Sucre
Santander: Barrancabermeja, Sabana de Torres, Girón, Piedecuesta, Lebrija Santander Santander, Antioquia, Cesar
Norte de Santander: Ocaña, Cúcuta Norte de Santander Norte de Santander, Cesar, Santander, Arauca

Se identifica, por una parte, que Santafé de Bogotá, capital del país, se constituye en centro de refugio de personas y familias provenientes de muy distintas regiones. Pero, además, se encuentran ejes de circulación de la población así: la zona de Urabá, que comprende departamentos de Antioquia, Córdoba y Chocó; el eje de la Costa que recoge migraciones entre Córdoba, Cesar, Sucre, Bolívar; y la región de los Santanderes, que se ubica en un circuito muy articulado con el sur del Cesar y con un vínculo con Arauca, parte ya de la región de la Orinoquía. Estos ejes dan cuenta de tendencias de migración intrarregional, construidas a través de relaciones históricas de vinculación regional. Las corrientes de desplazamiento se orientan entonces dentro de comentes migratorias tradicionales, que tienen que ver con vías de comunicación, con centros urbanos importantes que posibiliten cierto anonimato y con alguna dinámica importante que ofrezca algunas perspectivas de generación de ingresos. Las decisiones intempestivas que, por razón del desplazamiento, deben tomar las personas parecen estar orientadas hacia espacios, de alguna manera, familiares.

En cuanto a las causa del desplazamiento, los hogares con jefatura femenina muestran que el 35.1% salen por amenazas, el 15.5% por asesinatos y el 18.6% por otras causas donde el miedo y la presión son las constantes. Por su parte, los hogares encabezados por hombres, señalan en su orden que el 47.8% se desplazan por amenazas, el 4% por asesinatos y el 19.2% por otras causas, entre las que figuran igualmente el miedo y la inseguridad.

Los causantes del desplazamiento tienen diferentes énfasis, según las dinámicas de violencia y los actores armados presentes en las distintas regiones. De acuerdo con las cifras, los hogares con jefatura femenina indican los siguientes actores: en un 27.6% por grupos de paramilitares (el total nacional es de un 32%); en un 12% por la guerrilla (total nacional 26%); y en un 10% por las fuerzas militares (el total nacional es de 16%). Otros factores de desplazamiento señalados en el 21.6% de los casos corresponden al miedo y la inseguridad que producen una gran presión psicológica (el total nacional para otro factores es del 16%). También se registra una incidencia del 22% para la combinación de dos o más actores armados que, en distintas alianzas o por presencia en una misma zona, han determinado la salida forzada.

Composición de los hogares con jefatura femenina

La composición de los hogares desplazados, según parentesco, es distinta si se tiene en cuenta la jefatura de mujeres y de hombres. Para los primeros, la distribución de sus miembros es la siguiente: cónyuge, 7.3%, hijos, 80.8%, y otros miembros, 11.8%. En tanto que los hogares con jefatura masculina muestran una proporción distinta, en donde los cónyuges corresponden al 26.1%, los hijos al 67.9% y otros miembros al 5.8%. Estos datos muestran, por una parte, la carga económica y psicológica que deben asumir las mujeres solas, hecho que aumenta las horas de trabajo y las cargas emocionales y físicas. Así mismo permiten dar cuenta del registro de la jefatura femenina no evidente, es decir de la presencia de la pareja, aunque en menor proporción que los hombres.

El 74% de estas mujeres jefes de hogar tienen menos de 40 años, es decir, un grupo de población joven y, a la vez, con alta dependencia de hijos menores. De hecho, los hogares con jefatura de mujeres registran un 79.4% de miembros menores de 20 años, en tanto que los hogares desplazados donde el jefe es el hombre, tienen el 68% de miembros en este grupo de edad.

Así mismo, aunque la diferencia es menor, los primeros hogares tienen el 2.7% de personas mayores de 60 años, en tanto que los segundos sólo llegan al 1.3% de población de la tercera edad. Las edades permiten una aproximación al ciclo vital de estos hogares, de manera que se puedan ubicar los mayores intereses y demandas de las mujeres y de sus familias.

Según la composición por género, los hogares con Jefatura femenina registran una ligera predominancia de hombres (53.2%) frente a las mujeres (46.7%), con una tendencia mayor al equilibrio. En tanto, en los hogares con jefatura masculina la proporción de hombres es de 39.2% y la de mujeres es de 60.7%, lo cual se explica en parte porque estos hogares incluyen a la cónyuge o pareja.

Respecto a la educación, comparando el nivel de escolaridad en jefes mujeres y hombres de hogares desplazados, se encuentra una mayor proporción de mujeres con educación primaria (60.8% para mujeres y 56.4% para los hombres); proporciones iguales para la secundaria (19.5%); y menor acceso de las mujeres a la educación universitaria y la técnica (3.6% y 0.8% para las mujeres y 4.5% y 2.1% para los hombres). Es conveniente señalar que tanto el 15.1% de las mujeres como el 16.6% de los hombres indican carecer de algún grado de escolaridad.

La cuestión de la escolaridad adquiere en las nueva circunstancias de la población desplazada y de las y los jefes del hogar, mayor importancia en la medida que en el contexto urbano la movilización, la información, los trámites y demás procesos de comunicación son más complejos y se dan, fundamentalmente, a través de textos escritos.

La pertenencia que las y los jefes de hogar tenían antes del desplazamiento a diferentes organizaciones muestra que, aunque las diferencias no son muy amplias, hay una constante de mayor pertenencia de los hombres a las organizaciones antes del desplazamiento, a excepción de las organizaciones religiosas, único espacio donde las mujeres superan a los hombres. Algunas explicaciones al respecto tienen que ver con:

En las sociedades rurales de donde procede la mayor parte de la población desplazada, los hombres siguen siendo los protagonistas formales de las organizaciones, aun cuando las mujeres participen activamente en las tareas realizadas. Las organizaciones predominantes son las comunitarias, las políticas y las sindicales, como espacios de mayor convocatoria en las zonas rurales, por lo que se constituyen en las más perseguidas. Es a partir de la persecución de los líderes como se intimida al resto de la población y se puede entrar a establecer un control más rápido del territorio.

Existe una alta proporción de no respuesta, tanto de hombres como de mujeres, en esta pregunta, que corresponde al 41 .3% para lo primeros y al 43.2%para las segundas. Ello se debe fundamentalmente al temor que tienen al respecto, dado que ha sido una de las principales razones para su persecución.

De otra parte, conviene señalar ciertas diferencias por género respecto a las fuentes de ayuda recibida por los hogares desplazados. Como lo muestra la gráfica mientras las mujeres han acudido y encontrado mayor apoyo en sus familias, ONGs, organizaciones comunitarias y la iglesia; los hombres acuden a los sindicatos, partidos políticos, cooperativas y otros. Ello permite identificar algunos espacios diferenciados para la búsqueda de atención y solidaridad que tienen que ver con esferas diversas de relación a las que mujeres y hombres han estado perteneciendo y/o donde pueden sentirse más cómodos para solicitar ayuda.

Para unas y otros, sin embargo, la familia y los amigos son sus fuentes más accesibles de ayuda en el difícil proceso de acomodarse una vez desplazados. Pese a estos datos que muestran acciones que la sociedad y el estado están cumpliendo para atender el problema del desplazamiento, es importante señalar que el56.7% de los hogares encabezados por mujeres y el 58.6% de los hogares encabezados por hombres no han recibido ningún tipo de ayuda, lo cual muestra la enorme desprotección y precariedad en que tienen que sobrevivir quienes se han visto obligados a migrar de manera involuntaria.

Las diversas situaciones, condiciones y posibilidades de los hogares encabezados por mujeres, tienen que ver con factores como el estado civil, su acceso a recursos productivos e ingresos, la composición de su hogar por género y edad, el ciclo vital de la familia, el ambiente social del liderazgo femenino y el contexto socioeconómico y político donde se insertan y desarrollan. Dentro de tales condiciones los hogares generan estrategias para acomodarse y reproducirse, acudiendo a la combinación de diferentes fuentes de ingreso, a modificaciones en la distribución de responsabilidades , al apoyo en redes familiares, etc.

Conviene recordar, entonces, que la vulnerabilidad de los hogares con jefatura femenina está relacionada con su composición, sus tasas de dependencia y con factores que surgen del género de la jefatura, con la combinación particular resultante de ser mujer y jefe de hogar. Ello reside, por una parte, en la falta de acceso en el pasado a educación, capacitación, oportunidades de empleo y en la discriminación en el medio laboral, condiciones que disminuyen la capacidad de la mujer para proveer la subsistencia al hogar (Reunión de Expertos sobre Mujeres Vulnerables, 1990). Por otra parte, la vulnerabilidad está presente en las actitudes, costumbres y en la misma estructura socioeconómica y política, que desconoce y excluye, en lo formal y en lo cotidiano, los espacios necesarios para el desarrollo integral de estos hogares, que se debilitan cada vez más en la medida en que se reducen y desmejoran los servicios sociales del Estado.

La vivienda

Es indudable que uno de los mayores efectos del desplazamiento se traduce en la ausencia de una vivienda y en el deterioro de las condiciones de la misma. Mientras que antes del desplazamiento79 de cada 100 hogares desplazados con jefatura femenina vivían en casa, después del desplazamiento esta proporción se ha reducido a cerca de la mitad (42 %). Si antes de desplazarse, 12 de cada 100 hogares desplazados cuya jefe es la mujer habitaban en un cuarto, el desplazamiento ha llevado a multiplicar por cuatro esta proporción (49%). El cambio sustancial que muchas familias deben hacer para pasar de una casa a hacinarse en un cuarto, constituye un impacto directo para las mujeres quienes son las primeras y directas encargadas en razón de su papel de madres, hijas, hermanas de asumirla reorganización de la vida cotidiana familiar en un espacio físico determinado. Así mismo, la vivencia de la perdida de este espacio doméstico tradicional, donde las mujeres ejercen con mayor claridad su jefatura, afecta de manera específica a las mujeres. "Estar arrimadas", tener espacios muy restringidos para que sus hijos circulen y jueguen, el hacinamiento, etc., hacen que las actividades de ama de casa se tornen mucho más difíciles, pues la vivienda además de un espacio físico constituye un espacio simbólico donde se reproduce la vida familiar.

La tenencia de la vivienda también ha sido un factor de pérdida muy importante paralos hogares desplazados, y su incidencia para los hogares con jefatura femenina se aprecia en el gráfico 6.

Con algunas variaciones, la vivienda se constituye en uno de los problemas prioritarios de las familias de escasos recursos donde la mujer es la Jefe. La adquisición de vivienda se torna más difícil por los altos costos y por las múltiples exigencias que no está en posibilidad de cumplir ella sola. La alternativa frecuente es el arriendo en condiciones de hacinamiento en la ciudad y en los municipios rurales, un poco más favorables en espacio pero no en servicios. Los costos constituyen uno de los egresos más importante del exiguo presupuesto familiar y se convierten en la angustia permanente de la jefe del hogar.

Una de las pocas ganancias que deja el desplazamiento tiene que ver con el mayor acceso a servicios básicos de la vivienda como acueducto, alcantarillado y energía, servicios inexistentes en la mayor parte de zonas rurales y que, sin duda, facilitan las labores domésticas.

El cambio en este sentido puede ser importante a nivel de las cifras, pero debe ser mirado dentro del conjunto de las características de la vivienda y de las condiciones de vida, en donde puede pesar bien poco, por ejemplo, tener alcantarillado.

Tierra y trabajo

El 50% de los hogares desplazados con jefatura femenina tenían acceso a la tierra. Este hecho está relacionado con la procedencia registrada, en donde el 60%indica haber salido de zonas rurales (15),y con el predominio de hogares con vínculos rurales (HVR) dentro de la población desplazada (16), que alcanzó para el período estudiado el 678%. En este sentido se puede afirmar que el cambio frente a la cultura propia de las zonas rurales, en cuanto a espacio vital, manejo del espacio, autosostenimiento derivado de la tierra, cuidado de especies menores y demás mecanismos de autosubsistencia de las economías campesinas, es radical.

Sin duda alguna, el desplazamiento está teniendo una gran responsabilidad en la concentración de población en zonas urbanas y un papel preponderante en el aumento del despoblamiento de los campos colombianos. Su incidencia afecta a las sociedades rurales en todas sus manifestaciones y características, desde la económica hasta la cultural, social y política. Es un fenómeno que está contribuyendo a la descampesinización forzosa, de difícil retorno, como se podrá observar posteriormente frente a las expectativas devolver al campo. Los cambios en el control del territorio y de la tierra a nivel rural, la disolución de las organizaciones sociales existentes y la disminución de las y los campesinos, en cuanto productores de alimentos para el consumo interno, son algunos de los efectos que deja a su paso la violencia y el desplazamiento en las zonas rurales de Colombia.

La forma de tenencia de la tierra permite apreciar las siguientes similitudes y diferencias entre hogares desplazados en cabeza de hombres y de mujeres; Es importante tener en cuenta que para los hogares desplazados en su conjunto prima la propiedad como tenencia de la tierra. Ello permite apreciar el enorme peso que tiene para estas familias perder su principal medio de producción y único patrimonio. Sorprende encontrar una mayor proporción de mujeres que indican propiedad, lo cual puede relacionarse más que con una titulación efectiva a su nombre, con el sentido de apropiación que se genera en la economías campesinas y que tiene que ver, fundamentalmente, con el uso de los recursos.

El abandono de la tierra en el promedio nacional de hogares con jefatura femenina está en el 69%. Sin embargo, son los hogares que se encuentran en Córdoba, Antioquia y Cundinamarca, los que registran proporciones más altas de abandono de sus parcelas. Al parecer las familias de los otros departamentos han logrado encontrar estrategias para dejar en arriendo o al cuidado de familiares su principal medio de producción.

Este cambio significativo y abrupto de lo rural a lo urbano, deja indefensos a los hogares de procedencia rural frente a la generación de ingresos. Si bien estos no fueran muchos antes del desplazamiento, la tierrales proveía de la alimentación básica. Es lo que se ha denominado pasar de la pobreza rural a la miseria y la marginalidad urbanas, con la enorme dependencia que ello genera de la monetización, dentro de unas exigencias laborales que los desplazados no pueden cumplir en términos de su precario nivel educativo y de su poco entrenamiento en este tipo de labores. Entra entonces a cumplir un papel fundamental la capacidad laboral de las mujeres en los oficios domésticos, que implica actividades como el aseo, la preparación de alimentos, el lavado y arreglo de ropa, etc. Es allí donde las mujeres, por razón de la división genérica del trabajo, pueden entrar de manera más rápida a generar algunos ingresos para su familia: además, porque estos son servicios de demanda permanente en las ciudades.

En los casos de desplazamiento y su exigencia de reacomodación abrupta a !a vida agitada de las grandes ciudades, se encontró cómo la desubicación laboral y espacial tiende a concentrar el poder y la autoridad familiar en aquellos miembros que accedan a algunos recursos económicos, por mínimos que sean y que logren establecer más rápida y eficientemente las relaciones extrahogar. Las madres viudas que no se sienten capaces de movilizarse dentro del mundo urbano, quedan asumiendo el trabajo del hogar, lo cual produce una modificación sustancial en el ejercicio de la jefatura que pasa a compartirse en los hijos jóvenes que están asumiendo el papel de proveedores.

Los cambios en la ocupación se constituyen en estrategias fundamentales para la sobrevivencia de las personas y familias en situación de desplazamiento. Comparando las gráficas de los cambios sucedidos tanto en las mujeres como en los hombres jefes de hogar tenemos que:

• El empleo doméstico se aumenta sensiblemente para las mujeres, como ya se dijo antes, por razones que tienen que ver con el oficio que tradicionalmente saben desempeñar.

• Diminuye la ocupación de ama de casa u hogar para la mujeres.

• Aumentan las ventas ambulantes para ambos géneros, pero se multiplica por cuatro para las mujeres, en tanto que para los hombres se multiplica por ocho.

• El comercio se duplica en ambos casos.

• Las mujeres ocupadas como educadoras disminuyen a la mitad.

• La producción agropecuaria es una de las que sufre mayores pérdidas, por obvias razones, pero es mucho más significativa en los hombres.

• Igual suerte corre la ocupación de asalariado agrícola, aunque con menor incidencia en los hombres.

• El desempleo, sube ostensiblemente para unas y otros, teniendo un mayor registro para los hombres.

El desplazamiento adquiere enorme impacto en el aumento del desempleo, en una disminución sustancial de los productores del campo y en un incremento del empleo informal de las ciudades.

Todo ello implica, además de las repercusiones en las condiciones de vida personales y familiares, efectos importantes en la dinámica económica local y regional, cuyas repercusiones no han sido cuantificadas aun para los pequeños productores.

Los ingresos del último mes (según fecha de la encuesta, a finales de 1995), para las jefes de hogares desplazados, que se muestran en el gráfico 10, señalan como la mitad de ellas no recibieron ingreso alguno, un 23% percibieron menos de un salario mínimo y un 22% apenas si alcanzaron al salario mínimo vigente.

Necesidades

Los hogares desplazados encuestados señalaron sus prioridades en salud, educación, vivienda y generación de ingresos.

Una comparación por género de la jefatura permite identificar diferenciación entre los hogares encabezados por mujeres y los encabezados por los hombres, reconociendo que en ambos las condiciones de vida son altamente marginales y tienen enormes dificultades de orden económico.

Tales hechos se trasladan a la salud mental de las y los jefes y a la de los demás miembros, agudizando las dificultades en sus relaciones familiares y contribuyendo a su descomposición.

En todas las áreas de necesidades, las encuestas en los hogares donde los hombres son cabeza de hogar presentan una mayor proporción de no respuestas. lo cual restringe las posibilidades de precisar los intereses y necesidades más específicas. Aunque las proporciones se mantienen similares para las y los jefes de hogar desplazados, es notoria una mayor demanda de atención psicológica de las mujeres, en tanto que existe menor demanda de ellas por la rehabilitación física.

Junto con la angustia por cubrir las necesidades materiales, está el manejo de los conflictos en las relaciones familiares, los traumas emocionales y afectivos de los hijos y de ellas mismas, que tienden a quedarse en un plano secundario, a veces ignorado, ante la impotencia y el cúmulo de presiones. La familia como espacio privilegiado de la reproducción social y física de las personas y de la sociedad, se constituye en amortiguador y receptor de la tensión individual y colectiva, hecho que vulnera su dinámica y desarrollo, especialmente en aquellas situaciones donde la múltiple exigencia recae sobre una sola persona, la mujer.

En cuanto a la educación, la capacitación formal y la alfabetización muestran una mayor prioridad para las mujeres que para los hombres. La capacitación técnica es menos demandada por ellas, quizá porque se supone que es un área de competencia de los hombres. Sin embargo, es claro que esta área incluye para las mujeres artes u oficios que les posibilitarían el ingreso a nuevos espacios laborales.

La mayor diferencia con respecto a la vivienda, se refleja en la insistencia de las mujeres para recibir apoyo para el mejoramiento. Sin embargo, es claro que tanto unas como otros exigen una atención prioritaria en materia de adquisición de la vivienda, como espacio vital en donde recomenzar sus vidas.

Para las mujeres, las posibilidades de generación de ingresos están relacionadas con la microempresa o la consecución de un trabajo asalariado, y están mucho menos dispuestas a reiniciar actividades económicas de tipo agropecuario.

Para los adultos, hombres y mujeres de las familias desplazadas, con un fuerte arraigo por la tierra, la añoranza del campo como un recurso importante para la subsistencia, sigue presente. Las posibilidades de contar, por lo menos, con el alimento básico, representa una opción que extrañan en la ciudad y que hace que el retorno represente una de las alternativas contempladas, si bien no compartidas por las nuevas generaciones que se acomodan más fácilmente a la vida citadina y empiezan a encontrarle ventajas a este nuevo ambiente.

Por otra parte, el retorno a actividades agropecuarias puede llegar a pesar más si ha sido parte importante de sus vidas la pertenencia a organizaciones campesinas, a sus luchas, por las que en muchos casos, hoy son perseguidos y desplazados.

Es conveniente tener en cuenta que, en las zonas rurales, la desventaja de los hogares con jefatura de hogar femenina se traduce en una mayor tendencia a la exclusión del acceso a la tierra, por las vías de propiedad, arrendamiento y aparcería y se acentúa con el tamaño de las parcelas. La pobreza de estos hogares se hace más visible cuando se analiza por los ingresos, que cuando se hace por las necesidades básicas insatisfechas (Bonilla y Rodríguez, 1992). Así mismo, y dado el peso tradicional que tiene en las actividades agropecuarias el papel del hombre, se ha encontrado que los hogares con jefatura masculina y un mayor número de hombres en su composición familiar, tienen mejores condiciones de vida. Ello indica que la pobreza afecta en forma diferente a las familias, de acuerdo con el sexo del jefe y la proporción de hombres y mujeres que configuren los hogares (Bonilla y Vélez,1985).

Expectativas

De cara al futuro son tres las posibilidades que tienen los hogares desplazados sobre su ubicación: retornar al lugar de donde salieron, quedarse donde están o reubicarse en otro sitio del país. Las respuestas de las jefes de hogares desplazados, comparadas con las de los hombres, muestran las siguientes tendencias:

Es evidente una menor disponibilidad de las mujeres jefes de hogar, comparada con la de los hombres, para regresar al lugar de donde fueron desplazadas y para irse a otro lugar. Sin embargo, el cansancio de un peregrinaje permanente y la gran incertidumbre frente al futuro, hacen que tanto mujeres como hombres manifiesten de manera prioritaria el deseo de quedarse en el lugar actual. Además del cansancio natural, muchos de ellos han ido ya tejiendo nuevas relaciones sociales con sus vecinos, han tenido que buscar formas de generar ingresos para sobrevivir y han encontrado algunos servicios que pueden significar algún tipo de mejoramiento en sus condiciones de vida. Particularmente, para quienes han salido de zonas rurales marginales, sin mayor infraestructura de servicios básicos, la ciudad puede constituirse en una esperanza y un espejismo frente a las posibilidades de construir un futuro mejor para sus familias.

En este sentido, la población desplazada, en una proporción mayoritaria, manifiesta características de expectativas similares a las de los migrantes por razones económicas, que se fundamentan en condiciones objetivas que tienen que ver con la pobreza y marginamiento de los municipios rurales del país. Pero también tales valoraciones están fundadas en la polaridad rural urbana, que ha llevado a constituir a las ciudades como el paradigma del desarrollo y de la calidad de vida de las sociedades.

Sin embargo, es importante resaltar que el repoblamiento en municipios rurales del país, con población que ha sido desplazada, bien puede constituirse en una opción importante contando, por supuesto, tanto con la voluntad de estas familias, como con la voluntad de las instancias gubernamentales y de las sociedades locales para garantizar unas mejores condiciones de vida y de trabajo. Una experiencia conocida permite dar cuenta de cómo la reubicación en entornos rurales, de alguna manera familiares y similares en cuanto a características de tipo climático, por ejemplo, puede llegar a ofrecer espacios más tranquilos para que estos hogares vuelvan a empezar con perspectivas económicas, políticas y sociales. Pero tal experiencia ha sido posible gracias a su carácter gradual y no colectivo (17).

Si bien es cierto que ya se ha reconocido el problema grave de la población desplazada por parte de las instancias del gobierno central, tal reconocimiento está muy lejos de ser asumido por las dependencias regionales y locales. El estigma que se lleva al asumir que se es desplazada (o), y su equivalencia a reinsertado (18), guerrillero, perseguido y delincuente, ha impedido reubicar a grupos organizados de población, ni siquiera de manera temporal (19).

3. Consideraciones finales

Plantearé aquí algunas reflexiones con respecto a tres aspectos: los estudios sobre el problema, algunos ejes de cambios producidos por el desplazamiento y las posibilidades de acción.

Los estudios sobre el desplazamiento

La problemática del desplazamiento ha empezado a estudiarse muy recientemente en el país. En este sentido, son incipientes aún las especificaciones por género, edad, etnia, etc. Pero precisamente por ser un espacio en construcción, es posible empezar a incorporar tales dimensiones, de manera que se evite caer en categorías generalizantes y, por ende, en soluciones tipo, que desconocen tales especificidades.

Así mismo, y reconociendo el valor de los estudio cuantitativos y de la necesidad de identificar y focalizar a grupos de población en alta vulnerabilidad para orientar mejor la intervención del Estado y de Organizaciones No Gubernamentales, es importante señalar que es imprescindible la realización de estudios de corte cualitativo, que posibiliten una mayor profundización y comprensión de las dinámicas y procesos en las múltiples dimensiones y expresiones del desplazamiento. Igualmente sería recomendable mantener algunos seguimientos individuales, familiares y grupales que posibiliten dar cuenta, en lapsos mayores de tiempo, de la dinámica y cambios culturales y generacionales que se van produciendo, desde metodologías participativas que impidan que "los desplazados" se conviertan en simples objetos de estudio. Por el contrario, se buscaría considerar experiencias de investigación estrechamente articuladas con procesos de reconstrucción social y familiar que contribuyan a generar alternativas para "volver a empezar" desde y con la población desplazada, atendiendo específicamente a sus diversas expectativas y necesidades, según género, edad, etnia, región, etc..

Ejes de cambio producidos por el desplazamiento

La violencia, a su paso, va dejando una serie de efectos de difícil cuantificación y percepción, más aún si se trata de estudiar cambios culturales durante el momento mismo en que están ocurriendo. Por lo tanto, y como una aproximación, me referiré a algunos ejes de tales cambios, en los que es necesario profundizar y que, además, se relacionan entre sí:

a. Uno de los principales cambios tiene que ver con un reordenamiento demográfico de la población, particularmente en la vía rural urbana. Sin duda alguna, el desplazamiento está teniendo una gran responsabilidad en la concentración de población en zonas urbanas y un papel preponderante en el aumento del despoblamiento de los campos colombianos. Su incidencia afecta a las sociedades rurales en todas sus manifestaciones y características, desde la económica hasta la cultural, social y política. Se llegan a extrañar, con más fuerza cuando el cambio de ambiente es radical, desde el clima y los alimentos típicos, hasta el vecindario, los amigos y la música; todo aquello que significa "su tierra". Con el agravante de no poder regresar en el futuro cercano y quién sabe si se pueda algún día. Todo ello hace que los desplazados se mantengan en total incertidumbre y con enorme desesperanza.

b. Pérdida del papel y de las capacidades que tienen las familias de pequeños productores campesinos en la economía del país, fundamentalmente en cuanto proveedores de cerca del 50% del mercado interno de alimentos y también como asalariados agrícolas. Cuantificando la contribución de la mujer en actividades productivas, de transformación, de comercialización y de labores domésticas relacionadas con el ciclo alimentario, que claramente contribuyen a la generación de riqueza y consumo, el aporte de las mujeres rurales alcanzaría el 17% del PIB (Gutiérrez y Zapp, 1995). El mismo estudio muestra que "una tercera parte de los productores y asalariados, responsables del conjunto de la producción agropecuaria, está constituida por mujeres con una tendencia acelerada de crecimiento" y que la creciente feminización de la agricultura colombiana se debe, entre otras cosas, a los efectos selectivos de la violencia sobre el género masculino.

c. La salida del campo a la ciudad lleva a una fuerte pauperización de las familias desplazadas. Aunque no tuvieran sus necesidades básicas satisfechas según los estándares citadinos, es claro para ellas y ellos que se gozaba de una calidad de vida, de cierta autonomía y seguridad económica, espacio y libertad, (cuando no se estaba siendo perseguido), así como de menor dependencia alimentaria, gracias a las posibilidades que la tierra les daba para el autoconsumo. En palabras de un entrevistado: "Allá se sufre mucho... pero se vive mejor". Las pérdidas materiales se refieren fundamentalmente a su parcela, su vivienda, sus implementos de trabajo, sus cosechas, sus animales. Al patrimonio conseguido con mucho esfuerzo, si se tiene en cuenta la gran crisis de la actividad agropecuaria, la inmensa cantidad de importaciones de alimentos que llega al país, los altos riesgos que corren los productores por razones climáticas, plagas y precios, y la poca atención estatal que tiene este sector económico, dentro del modelo de apertura económica.

d. Nuevos requerimientos laborales, para los cuales no hay suficiente preparación ni de mujeres ni de los hombres, son parte importante de los nuevos escenarios que están enfrentando la totalidad de población en desplazamiento. No obstante, es admirable la enorme capacidad de adaptación y gran fortaleza que ellas y ellos están teniendo para asumir los nuevos retos y encontrar caminos distintos, para "ver como nos dedicamos a salir adelante".

e. Reestructuración de la organización familiar. Uno de los efectos del desplazamiento en este ámbito tiene que ver con el hecho de que una tercera parte de los hogares quedan en cabeza de las mujeres, lo cual hace más exigente asumir esta nueva situación, pues el cúmulo de pérdidas, la zozobra que se mantiene y la ausencia de posibilidades económicas, hace que la angustia se viva con más intensidad. Factores como las circunstancias, la temporalidad y lo intempestivo o no de los procesos que han llevado a la jefatura femenina del hogar, van a determinar mayor o menor disponibilidad, recursos y preparación psicológica para asumirlo. El cambio de posición de las mujeres al asumir la jefatura de hogar implica una serie de exigencias y posibilidades, que pueden tener diferentes matices según las características de sus historias personales, familiares y sociales:

• Junto con las dificultades que conlleva el ejercicio de la jefatura del hogar por parte de las mujeres desplazadas, y la necesidad de una acción estatal de apoyo a estos grupos familiares, es posible también señalar que su desempeño no implica únicamente desventajas. El ejercicio reconocido de su autoridad, su labor más autónoma en la socialización y su relación más libre con la prole, en condiciones voluntarias y aún en circunstancias obligadas, pueden representar la reidentificacíón de sus potencialidades como mujer y como madre, optimizar en ella y en sus hijos recursos y efectos constructivos, no sólo para el grupo familiar y sus miembros, sino para la comunidad de la cual forman parte. Las capacidades de que han estado dando muestras, en distintas partes del país, para hallar salidas organizadas a sus necesidades dentro de un ambiente de solidaridad, constituyen parte de ese caminar que ya se ha empezado desde el momento mismo de su éxodo.

• El desplazamiento es una experiencia de pérdida tan profunda y total, pues además de la pérdida del hogar y la familia, con todo y lo devastadora que puede ser, es también la pérdida de autoridad, poder y control sobre sus propios cuerpos y su propio destino. La escasez de comida puede tener un impacto diferente para hombres y mujeres y los riesgos se aumentan en condiciones

de embarazo y lactancia. Para muchas mujeres, el hogar es el espacio de autoridad tradicional, lo cual hará que ellas sientan de manera especial dicha pérdida; así mismo, su preocupación más allá de sus propias necesidades y seguridad, está fundamentada en el presente y futuro de sus hijos. (WALKER, 1995)

• La diversidad de formas y situaciones en que las mujeres asumen la jefatura de su hogar está presente en las experiencias de las mujeres en situación de desplazamiento (20), y da cuenta de necesidades definibles que surgen de sus funciones, responsabilidades y circunstancias, como un referente importante para la prestación de atención, apoyo y servicios.

• El desplazamiento es una situación límite que pone a prueba la capacidad de resistencia, de fuerza creadora desde la muerte para continuar sobreviviendo. Muchas mujeres de distintas edades y con vivencias diferentes, están asumiendo de manera individual y algunas veces colectiva este reto, de volver a empezar a partir de un saldo de menos cero.

f. El desplazamiento está modificando de diversas maneras las historias personales, familiares y sociales de muchas mujeres y hombres. A partir de sus propias vivencias manejo del dolor, recursos internos y demás se van conformando nuevas experiencias y rutas personales, dolorosas y gratas, las cuales, a su vez, van reconformando la sociedad colombiana (21).

g. El efecto en la vida política de las y los pobladores rurales se evidencia en la disolución de las organizaciones sociales existentes, tales como las organizaciones comunitarias, las políticas y las sindicales, espacios de mayor convocatoria y que se constituyen en las más perseguidas. Es a partir de la persecución de los líderes como se intimida al resto de la población y se puede entrar a establecer un control más rápido de la tierra y del territorio. Por otra parte, hay que tener en cuenta el efecto en los procesos de liderazgo que se ven traumatizados, pues además del temor, el desplazamiento lleva a que líderes locales se constituyan en citadinos(as) anónimos. El anonimato que proporciona la ciudad viene acompañado de una pérdida de autoestima, que es mayor en la medida en que fue más relevante la experiencia de liderazgo.

Posibles líneas de acción

Más allá de los planes y mandatos gubernamentales que contribuyen a incorporarla atención del problema del desplazamiento en las agendas de las diferentes instituciones, es evidente que se requiere de una profunda sensibilización al respecto. Sin duda alguna, frente a la alternativa de la reubicación, las experiencias negativas dan muestras de una gran intolerancia, con lo cual se frenan las ya dilatadas soluciones. La percepción que se mantiene en gran parte de la población de que el problema de la violencia y del desplazamiento es de "otros", fundamentalmente población rural, está siendo confrontado por la exigencia que nos involucra a todos, cada vez más, para posibilitar la construcción de alternativas.

La prioridad a la cual le debemos apostar como sociedad colombiana con respecto al desplazamiento, es la de facilitar y apoyar los procesos de volver a empezar que ya han estado construyendo los mismos desplazados. Para ello se requiere de oportunidad y creatividad para responder, de acuerdo con las dinámicas regionales y locales, articulando las diferentes instancias, contando con las posibilidades y restricciones propias del ajuste en que se encuentra la sociedad colombiana en el proceso de descentralización. Dadas las experiencias ya referenciadas en apartes anteriores sobre el rechazo a grupos de desplazados, sería necesario generar mecanismos de comunicación y sensibilización ala sociedad en su conjunto y de sectores e instituciones específicas, tales como las educativas (universidades, colegios y escuelas), las bancarias, las empresas, etc.,para buscar una mayor información y vinculación a programas y/o regiones, que dinamicen la solidaridad nacional.

Por otra parte, podría pensarse en favorecer a los municipios con disponibilidad de recepción de grupos desplazados, a través de algunas exenciones o aportes especiales que permitan un beneficio global a la sociedad local, evitando así fomentar guetos de desplazados, atendidos de manera prioritaria, en tanto que quienes por fortuna no se ven afectados por la violencia quedan en el permanente abandono estatal.

Reconociendo las implicaciones que tiene el género en la jefatura del hogar, se requiere que esta perspectiva adquiera un papel fundamental en la atención a mujeres jefes de hogares desplazados y a mujeres desplazadas en general. Aunque la dimensión de género ha sido reconocida como esencial para lograr programas de desarrollo efectivos y equitativos, tal consideración pasa desapercibida en situaciones de emergencia y desplazamiento. Ello se debe, entre otras cosas, a las necesidades apremiantes que definen las prioridades y a la falta de capacitación y experiencia de quienes atienden tales emergencias.

"De la misma manera que la pobreza es cada vez más un problema femenino en el mundo entero, las mujeres y los niños resultan desproporcionadamente afectados en tiempos de crisis. La comprensión de las relaciones de género se hace especialmente importante en esos casos, ya que aquellos programas que no toman el género en consideración pueden comprometer seriamente el futuro a largo plazo de las mujeres. Los programas de ayuda pueden reforzar potencialmente los patrones existentes de dominación, o proporcionar espacio en nuevas situaciones para nuevas oportunidades que pueden mantenerse más allá de la crisis inmediata". (WALKER, 1995)


Bibliografía

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Notas:

1. Titulo de un estudio de Codhes sobre mujer y desplazamiento realizado por Flor Edilma Osorio Pérez y del cual se publica un resumen en esta edición

2. En este estudio, se entiende por desplazado"toda persona que se ha visto obligada a migrar dentro del territorio nacional abandonando su localidad de residencia o sus actividades económicas habituales, porque su vida, Integridad física o libertad han sido vulneradas o se encuentran amenazadas, debido a la existencia de cualquiera de las siguientes situaciones causadas por el hombre: conflicto armado interno, disturbios o tensiones interiores, violencia generalizada, violaciones masivas de los derechos humanos u otras circunstancias emanadas de las situaciones anteriores que puedan alterar o alteren drásticamente el orden público". ( Instituto Interamericano de Derechos Humanos, 1995). Esta misma definición ha sido retomada en el documento CONPES No. 2804 de 1995, para el Programa Nacional de Atención Integral a la Población Desplazada por Violencia. Sin embargo, es necesario dar cuenta de diversas conferencias internacionales que están llamando la atención hacia el problema del desplazamiento provocado por desastres naturales y como consecuencia de programas de desarrollo, situaciones que aunque tienen diferentes causas, provocan efectos semejantes en la población.(McDOWELL.1995).

3. En la historia del país y de sus múltiples conflictos armados, el desplazamiento ha acelerado cambios a nivel demográfico, económico, político, social y cultural.

4. Aunque el texto se refiere exclusivamente a la jefatura femenina en el hogar, se deja planteado Que, tanto para el hombre como para la mujer, estar respondiendo solos por la familia llega a plantear profundas angustias y traumas. En el estudio con familias desplazadas se encontraron casos de hombres separados que, por opción u obligación, están asumiendo el cuidado de sus hijos, hecho que va siendo cada vez más frecuente en los procesos de rupturas de la pareja y que amerita estudios específicos, pues constituye un espacio importante en la modificación de los papeles tradicionales entre los géneros.

5. La representatividad numérica de la muestra para el Sisdes ha sido muy bien sustentada a nivel estadístico. Sin embargo, es necesario tener en cuenta diferentes factores que restringen el acceso a la información, y que relativizan su alcance, particularmente desde la perspectiva de los lugares de llegada, puesto que el fenómeno es inadvertido en muchos lugares del país. Además, el desplazamiento mantiene una dinámica muy intensa, que va modificando el cuadro de intensidades en lugares de salida y llegada. Así mismo, conviene tener en cuenta que la aplicación de las encuestas en cada sitio, está influida por circunstancias particulares de las personas y hogares desplazados, debido al temor, la desconfianza y el deseo de pasar desapercibidos, así como a su dispersión.

6. Seria deseable analizar con suficiente profundidad diversas características y vivencias del desplazamiento que tienen los distintos grupos de mujeres, según u edad, su estrato socio económico, su ocupación, sus características étnicas, regio nales, etc.. Aquí sólo nos ocuparemos de quienes ejercen la jefatura del hogar

7. Como un ejemplo, el departamento de Sucre, que en 1995 figuraba en noveno lugar como expulsor, para 1996 segura mente será uno de los primeros, pues ha sido duramente golpeado especialmente por grupos paramilitares, que han dejado cerca de 320 homicidios y 412 hechos criminales. A su paso, "más de un centenar de viudas y por lo menos 550 huérfanos ha dejado la violencia que enluta a los seis municipios de la región de Montes de María" (El Tiempo, 8 de diciembre de 1996)

8. Para este aparte se han tomado algunas de las reflexiones de la autora que aparecen en el artículo "La jefatura femenina del hogar en zonas rurales de violencia", publicado en Cuadernos de Desarrollo Rural Nş 32. Primer semestre de 1994, Instituto de Estudios Rurales, Pontificia Universidad Javierana.

9. Usaremos los términos cabeza de hogar y jefe de hogar, como sinónimos, aunque sabemos que tal uso, desde el punto de vista teórico, puede no ser mu y riguroso. Sin embargo, en la práctica es común esta homologación y, muy posiblemente, así lo emplearon los encuestadores y los encuestados

10. Un efecto diferenciado de la violencia para las mujeres tiene que ver con la violación sexual. Sin tener referentes sobre frecuencia de este tipo de agresiones, en Colombia v según algunos testimonios, estos hechos están sucediendo como un ejercicio de la fuerza, de la intimidación y el castigo hada las mujeres consideradas del grupo enemigo. Desde estudios de la violencia bipartidista de mitad de este siglo, se re conoce el papel simbólico fundamental que implicaba la violencia sexual, como forma de agresión a los padres y esposos (URIBE, 1990)

11. Al preguntar sobre su percepción sobre la jefatura del hogar, he encontrado que muchas se autoidentifican como jefes, aunque tengan el marido o compañero y otras afirman que "ambos" son jefes

12. Ello se refleja tanto en hechos muy cotidianos, como el asignamiento de la propiedad ("es la casa de don Pedro"), así la dueña real de la vivienda sea la mujer, como en hechos más formales en donde la mujer es menos reconocida y atendida en su calidad de jefe de hogar, como es el caso, por ejemplo, de los requisitos para adquirir crédito

13. Del total de la muestra, 796 hogares, 235 registran Jefatura femenina. 546 jefatura de hombres y cinco casos no tienen información sobre sexo del Jefe de Hogar por lo tanto, dará efectos de los datos aquí presentados, se tomará como total 791 encuestas de hogares desplazados.

14. El departamento y municipio actual donde se ubican las familias corresponde a la elección hecha para realizar las encuestas. de acuerdo con el marco muestral del Sisdes I, que se elaboró con base en consultas a diversas Instancias para determinar población total desplazada a esos lugares. A partir de dicho marco, se definió la cantidad de encuestas a aplicar en cada caso

15. En esta pregunta, las encuestas de hogares desplazados con jefatura femenina, a nivel nacional, muestran un 18.8% sin respuesta. Por tal razón los porcentajes señalados se tomaron sobre las encuestas que tenían respuesta.

16. Esta categoría se construyó para el estudio 'Pobladores rurales en situación de desplazamiento: condiciones y perspectivas', realizado en coautoría con Fabio Lozano A partir de la información del Sisdes. los hogares con vínculos rurales incluyen: aquellos que provienen de zonas rurales, los que por lo menos un miembro era, antes de desplazarse, productor agrícola / asalariado agrícola, así como aquellos que tenían acceso a la tierra bajo cualquier tenencia.

17. La sola alusión, en un momento dado, a la posibilidad de comprar un lote para ubicar a desplazados impidió que se pudiera hacer el negocio, justificado por el argumento de "no quiero tener problemas", por parte del vendedor

18. Aunque el desplazamiento y la reinserción son procesos muy distintos, fácilmente se confunden, Este hecho no implica justificación alguna para rechazar a estos últimos

19. El caso de los campesinos organizados desplazados de la hacienda Bellacruz, del sur del Cesar, constituye un caso que muestra lo poco preparada que está la sociedad colombiana para asumir el proceso de reconstrucción social frente al guerra que se vive. Ante una solicitud de albergue temporal, formulada por el gobierno central, se dio una respuesta negativa de parte de la gobernadora del departamento de Cundinamarca y de sus alcaldes. Así mismo, las autoridades eclesiásticas y civiles del municipio de Duitama, departamento de Boyacá, negaron igualmente el albergue temporal al grupo de campesinas(os) en la Fundación San Isidro que estaba dispuesta a recibirlos en sus instalaciones

20. Una mayor especificidad en términos de cifras, con respecto a tales características, sin embargo, supera los alcances de este estudio.

21. Algunos estudios fundamentados en historias de vida, muestran la constante de la violencia en la vida de muchos de los protagonista actuales de diversos grupos armados, lo cual contribuye a mostrar los círculos recurrentes de la violencia y lo que algunos estudiosos han llamado "la cultura de la violencia".


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