Indice Volumen I
Colombia Nunca Más

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Anexo 4


Aproximaciones a la reconciliación en el contexto del proyecto Nunca Más

1. ¿Que entendemos por reconciliación?

En el término Reconciliar encontramos el prefijo RE -volver a-, y la expresión CONCILIAR, que según el diccionario es "poner de acuerdo a los que estaban opuestos entre sí". Hacer compatibles las partes en discusión, o en conflicto.

En latín, el origen de la palabra reconciliar es "reconciliare', que significa restablecer la armonía, y ésta es el fruto final de un proceso inverso a la ruptura, porque es la respuesta misma a esa ruptura.

En el ámbito de la moral y la ética, Reconciliar implica en primer lugar, reconocer que una de las partes o ambas partes han producido una ruptura, una división y se han hecho daño, y en segundo lugar, hacer lo necesario para resarcir el daño y no volver a incurrir en el mismo. Es un acto libre y digno de reencontrarse para restablecer la relación. El uno y el otro deben salir de una situación que atenta contra su mismo ser.

Históricamente el conflicto es inherente a cualquier sociedad que busca su identidad y autodeterminación, es connatural a la vida humana que construye procesos de cambio; ha sido siempre un elemento dinamizador en las organizaciones sociales, políticas, culturales, étnicas y religiosas. "(...) si alguien me objetara que el reconocimiento previo de los conflictos y las diferencias, de su inevitabilidad y su conveniencia, arriesgaría a paralizar en nosotros la decisión y el entusiasmo en la lucha por una sociedad más justa, organizada y racional, yo le replicaría que para mí una sociedad mejor es una sociedad capaz de tener mejores conflictos. De reconocerlos y de contenerlos. De vivir no a pesar de ellos, sino productiva e inteligentemente en ellos. Que sólo un pueblo escéptico sobre la fiesta de la guerra, maduro para el conflicto, es un pueblo maduro para la paz". Estanislao Zuleta, 1985.

Pero en el contexto de los crímenes de lesa humanidad, el conflicto tiene como raíz la imposición arbitraria de un modelo de Estado y de Sociedad, de un sistema hegemónico que controla y reprime cualquier movimiento de oposición al mismo, que anula y extermina proyectos políticos constituidos en alternativas a ese modelo impuesto válidas histórica y social mente, y en consecuencia, victimiza a las organizaciones y personas que las encarnan.

En los crímenes de lesa humanidad, existe entre el victimario y la víctima un conflicto que es preciso resolver para que la reconciliación sea posible. El victimario es el causante de esta división al querer anular el conflicto a través de la tortura, la desaparición forzada y el asesinato político. Ha provocado una ruptura con la esencia misma del ser: ha lesionado la humanidad entera, causándole daños irreparables a todo nivel: ético, moral, político, físico, psicosocial y material.

El "otro", el "diferente" es visto como una amenaza para el sistema imperante y por eso hay que eliminarlo, destruirlo, acabarlo, que no exista. El Proyecto Nunca Más ha sistematizado información sobre más de 38.000 víctimas de estas prácticas, en las últimas tres décadas; los testimonios recogidos dan razón de los diversos genocidios cometidos en el país y del exterminio de proyectos utópicos que buscan construir una nueva sociedad, y también de la resistencia de los pueblos y organizaciones, de su dignidad, de sus luchas.

Hacer compatibles estas dos partes (victimario y víctima) no es posible a través de mecanismos o estrategias formales; como dice Andrés Domínguez, la reconciliación "no es una destreza que hay que dominar, sino una realidad que hay que descubrir, que hay que crear' (1999).

Conciliar estos dos sujetos exige develar quién es el victimario, el agresor y causante de la ruptura humana: su identidad, su ideología, sus móviles y acciones, sus contextos, es decir la memoria del verdugo. Al mismo tiempo y en contraste con el anterior, es un deber hacer el reconocimiento conmemorativo de la víctima: su identidad, sus proyectos, sus sueños, sus compromisos de lucha, su significado en la organización, en una palabra, recuperar la Memoria Histórica, de los que a pesar del exterminio y la represión, permanecen vivos y presentes en el pueblo.

Según Ignatieff, "Reconciliarse significa romper la espiral de la venganza intergeneracional, sustituir la viciosa espira/ descendente de la violencia por la virtuosa espiral ascendente del respeto mutuo. La reconciliación puede romper el círculo de la venganza a condición de que se respeten los muertos. Negarlos es convertirlos en una pesadilla. Sin apología, sin reconocimiento de los hechos, el pasado nunca vuelve a su puesto y los fantasmas acechan desde las almenas" (1999).

En la vivencia religiosa, la reconciliación es el re-encuentro de humanidades y con Dios, desde una dimensión de fe, donde cada una de las partes o la parte culpable pide perdón a la víctima, reconociendo su falta y el propósito de cambio: "Lo que Dios hace con su obra de reconciliación es restituir a las víctimas, la dignidad y humanidad, que las acciones de los malhechores han intentado de eliminar de sus vidas. (...) Esta recuperación de la dignidad e identidad de las víctimas es la base para el proceso futuro de reconciliación" (Caritas internationalis,1999, p.33).

Quienes integran la Asociación de Familiares de Detenidos Desaparecidos, ASFADDES, cuando plantean el tema de la reconciliación dicen que "el pasado y la reconciliación debe ser un proceso con un final abierto. El pasado y el enjuiciamiento de los culpables, no será suficiente para una determinación definitiva de la "verdad". La discusión sobre el pasado y sus efectos en e/presente y el futuro tiene que conseguir todas las posibilidades que piden los individuos, las organizaciones y los especialistas. El pasado será para mucha gente una pesadilla que jamás terminará, por que la guerra ha causado daños que en muchos será irreversible, los crímenes horrendos del pasado reciente, el presente y el futuro, no podrán ser dados a canjear por procesos que en muchas partes del mundo donde se ha buscado la paz y la recuperación del cuerpo social han sido dejados como comisiones de verdad, que en su mayoría son consuelo de las víctimas; no es suficiente la verdad cuando el daño no es reparado integralmente..." (1999, p.3).

Este es el aporte que hacen a la reconciliación, todas aquellas personas que no se silencian, sino que desde sus opciones éticas y morales, exigen la Verdad y la Justicia, y reclaman la Reparación integral de sus seres queridos, a nombre de la dignidad humana ante una sociedad resquebrajada, rota, fracturada.

Es elocuente aquí en Colombia, la lucha adelantada por Fabiola Lalinde, madre que durante casi dos décadas ha luchado contra la impunidad por la desaparición forzada de su hijo, y con su gesto noble y altivo está pidiendo a gritos restablecerle la dignidad, no solo a su hijo, sino al conjunto de las víctimas de Estado, y también haciendo un llamado al verdugo porque su naturaleza es indigna y es preciso que se reconcilie con lo auténticamente humano.

En síntesis, al hablar de reconciliación, se hace referencia a un proceso largo, que proviene de una actitud de vida, de una postura ética, moral y política, que reacciona ante un mundo destrozado a causa de la violación sistemática de los derechos fundamentales de las personas y de los pueblos, ante los permanentes atentados a su identidad y libre autodeterminación.

2. ¿Qué no es la reconciliación?

Robert Schereiter plantea tres posiciones que son contrarias a la reconciliación:

a. La reconciliación como una paz apresurada, que trata de suprimir el recuerdo a base de olvido. No recordar el sufrimiento y olvidar las causas que lo generaron. El autor afirma que "minimizar e ignorar el recuerdo es minimizar e ignorar la dignidad humana'.

Las negociaciones de "paz apresurada', encubren en general los horrores y atrocidades cometidas, no recogen la memoria de las causas opresoras e injustas de los crímenes.

"La reconciliación como una paz apresurada, aunque a menudo esté motivada por una urgencia de superar la violencia, no es verdadera reconciliación. Encubre la enormidad de lo que se ha hecho y trata de acortar el proceso. A menudo está guiada por el temor de que el recuerdo de la violencia del pasado llevará a un nuevo brote de hostilidad. Pero suprimir el recuerdo no elimina la violencia; sólo posterga su eliminación".

Olvidar significa no existir para la historia, es borrar el sufrimiento, el dolor y los proyectos de tantas víctimas que generaron vida en sus luchas y protestas, en sus procesos reivindicativos, en sus acciones transformadoras.

Olvidar es guardar un silencio cobarde, consciente y permisivo, encubrir los delitos cometidos y las causas estructurales que los provocaron. Olvidar no contribuye de manera alguna, a acabar con el conflicto entre las partes.

Por todo esto, una negociación de paz basada en el olvido, es una negociación aparente de acabar con la guerra, sin justicia real ni propuesta de una nueva sociedad.

b. La reconciliación en vez de liberación: No se puede reemplazar la liberación por la reconciliación; la liberación es un prerrequisito de la reconciliación.

"La liberación no es sólo liberación de la situación violenta, sino también liberación de las estructuras y procesos que permiten y promueven la violencia. (...) El conflicto no es periférico en el proceso de reconciliación, sino que está en el mismo centro. Si las fuentes del conflicto no son nombradas, examinadas y eliminadas, la reconciliación no se producirá. Lo que tendremos es una tregua, no una paz".

Una reconciliación que reemplace una postura liberadora no va a las causas del conflicto; por ello se puede llegar a consensos sin que la estructura social y económica cambie:

"Escoger la reconciliación como una alternativa de la liberación, es no reconocer las realidades profundamente conflictivas que crean los abismos sobre los cuales la reconciliación espera crear puentes"..

c. La reconciliación como un proceso manejado: Muy frecuentemente se confunde o se presenta la reconciliación como mediación de un conflicto; por eso se negocia, se pacta a través de "Comisiones de reconciliación", a través de las cuales se exige que ambas partes cedan, porque supuestamente ambos lados expresan posiciones legítimas. Luego se busca un equilibrio en la balanza y en consecuencia, cada parte debe ceder algo: "La reconciliación de esta clase se aprecia como producida por un proceso disciplinado en el cual un hábil mediador ayuda a las partes en conflicto a reconocer que los temas en conflicto representan distintos intereses y valores que deben ser negociados. La reconciliación, entonces, se convierte en un proceso de negociación en la cual se espera que ambas partes cedan algunos de sus intereses para poder encontrarle un fin al conflicto".

Schereiter termina diciendo que "este enfoque reduce la reconciliación a una racionalidad técnica; se convierte en una habilidad que se puede enseñar para enfrentar un problema que puede ser manejado" (1998, p.2232).

De otra parte, en su caminar, el Proyecto Nunca Más ha asumido algunos criterios éticos y políticos: unos sintetizan los desafíos que durante siglos la humanidad a enfrentado en la constante lucha contra la impunidad por los crímenes de los estados y otros que se circunscriben a la realidad histórica de Colombia, aunque retomando las experiencia de países que han vivido ó están pasando por procesos similares (1) .

En consecuencia los postulados referidos antes y con los criterios mencionados, quienes hacemos parte del Nunca Más, no podemos aceptar una reconciliación basada

• En un perdón ligado al olvido de los crímenes de lesa humanidad, amparados en leyes de "punto final" u otros mecanismos de impunidad. Como dice Galeano, la impunidad "premia el delito, induce a su repetición y le hace propaganda, y cuando es el Estado el que viola o tortura sin rendir cuentas a nadie se está emitiendo desde arriba luz verde para violar, torturar o matar" (1998). Así, ningún proceso de reconciliación tiene asidero real.

• En una paz negociada a espaldas del conjunto de la población y sobre todo, de las víctimas directamente afectadas por estos crímenes, buscando equilibrios aparentes a costa de una mayor violación a los derechos humanos.

• En amnistías e indultos sin castigo a los culpables, que permiten dejar intactas las estructuras y mecanismos que realizan dichos crímenes. Coincidimos con Carlos Beristain en que "si los mecanismos que han hecho posible el horror no se desmantelan por sí mismos y siguen con la capacidad de perpetuarse y de manejar las claves de la vida presente de la gente, no puede haber reconciliación".

• En esclarecimientos y verdades parciales de los hechos, sin llegar a ejercer el derecho a la justicia, manteniendo a la vez el apoyo y la tolerancia a los responsables de los crímenes y a los beneficiarios de los mismos.

• En indemnizaciones económicas y reparaciones materiales, sin reparar a la persona en su dignidad moral, política y psicosocial, y sin reparar política y socialmente a las organizaciones y comunidades victimizadas.

• En actitudes sentimentales, muchas veces de origen aparentemente religioso, que asimilan la reconciliación al perdón individual, sin que haya existido una conciencia de arrepentimiento y reparación auténtica por parte del victimario.

3. Razones que sustentan nuestra postura ante la reconciliación

a. Razones Históricas: ¿Cómo hablar hoy de reconciliación en el con texto de este nuevo orden mundial globalizado, en el que la violencia política y económica enfrenta y pone en oposición cada vez más, a los pueblos con este sistema? Sólo baste recordar algunos casos "ejemplares" de los últimos años, como la agresión contra Irak (9091), promovida por el Consejo de Seguridad de la ONU, por haber intentado recuperar sus territorios en lo que hoy es Kuwait, o la guerra adelantada por la OTAN contra la antigua Yugoslavia en la cual fue destruida toda la infraestructura de ese Estado y se le sometió a una versión moderna de coloniaje, o los países latinoamericanos, continuamente reprimidos, hostigados, acaba dos, destruidos por el terrorismo de Estado, donde han sido adelantados procesos de paz y de "reconciliación", a pesar de los cuales, su realidad no ha cambiado, y en muchos, por el contrario, ha empeorado

Al examinar, los procesos de transición de las dictaduras a las "democracias formales" o los procesos de diálogo y negociación con los movimientos insurgentes en el mundo, desde la óptica de la lucha por la justicia y la dignidad, se concluye necesariamente que han terminado sin excepción, en pactos de impunidad por acción u omisión, en los cuales se ha asimilado equiparado en condiciones de igualdad tanto a las víctimas como a los victimarios, y que los dictadores y asesinos se han garantizado previamente la impunidad a través de leyes de amnistía ó de punto final, decretándose el autoperdón.

Otra constante de estos procesos es que las víctimas, sus familiares, las organizaciones a las que pertenecían e incluso las organizaciones defensoras de los derechos humanos, no han tenido ninguna participación real en las discusiones y mucho menos en la toma de las determinaciones. De estas comisiones solo se puede afirmar, en el mejor de los casos que han obtenido algo de verdad, en otros se le reparan algunos de los perjuicios causados a las familias sin jamas llegar a la recuperación de la memoria y su dignificación y todo ello ha contado con la complicidad de los Estados a nivel universal.

b. Razones políticas Coyunturales: El Proyecto Nunca Mas ha sido desarrollado en Colombia, en un contexto en el que las condiciones de violencia política, la polarización y escalada del conflicto social y armado son cada vez más críticas, pues la "guerra sucia", las políticas nacionales e internacionales en lo económico, político y social, no favorecen un proceso hacia la reconciliación.

En primer lugar, la actual política estatal, sintetizada en el llamado Plan Colombia, cuyo principal componente es militar, expresa una clara actitud para la guerra, en contradicción con cualquier proceso de paz. Su ideología es la "Doctrina de la Seguridad Nacional", aunque más cínicamente elaborada, pues los rubros destinados a lo social, son una careta para pagar la deuda que deje la misma guerra. Esto ¿en qué contribuye para una real reconciliación nacional?

En segundo lugar, los actuales procesos de diálogo con la insurgencia están aún en la oscuridad, son inciertos y no se compagina con las propuestas estructurales que se plantean al gobierno, la doble agenda de parte de los gobernantes, haciendo juego a las políticas internacionales, en especial el intervencionismo directo de Estados Unidos. Esta es la contradicción más grande con la búsqueda de una real reconciliación.

En tercer lugar, la política de exterminio a la oposición, el fortalecimiento del paramilitarismo, y la impunidad total de los crímenes de lesa humanidad, son barreras que no dejan construir un proceso de reconciliación en el país.

Por estas razones, el Proyecto Nunca Más, aporta elementos para superar uno de los obstáculos más terribles en esta búsqueda de la paz, como es el de la IMPUNIDAD. La memoria histórica de las víctimas de crímenes de lesa humanidad en torno a la Verdad, Justicia y la Reparación integral, serán la semilla en el logro de un proceso de reconciliación en Colombia.

c. Razones Eticas: En la agresión, el uno se convierte para el otro en "amenaza", en "enemigo", es el "diferente" que se relaciona en dirección opuesta. Schereiter presenta diversas clases de relación con ese otro diferente:

• Podemos endemoniar al otro, tratándolo como alguien a quien hay que temer y eliminar. Es el caso de la oposición política, que es amenaza para el Estado, ese otro es peligroso. De ahí el señalamiento, la sospecha, la desconfianza de los grupos con proyectos alternativos, contrarios al sistema imperante.

• Podemos idealizar al otro, creerlo superior, darle toda la validez. Los demás deben someterse. Cualquier oposición no tiene razón de ser, están equivocados.

• Podemos colonizar al otro, merece piedad porque está en peligro. Es la actitud del opresor para justificar su acción violenta. Hay que "convertirlo", "ganarlo".

• Podemos generalizar al otro, hacerle perder su identidad. Es el caso de los NN. o de los desaparecidos, convertirlos en no personas, los cuales no pueden reclamar sus derechos.

• Podemos minimizar al otro, ignorando lo que hace. Es el caso de los paramilitares, cuyas acciones aparentemente "no son vistas" por los militares. Es como si actuaran entre "la noche y la niebla" y por ello pasan "desapercibidos".

Una integrante de ASFADDES, en el Encuentro Internacional de Experiencias de Lucha contra la Impunidad (Bogotá, mayo de 2000), planteaba que "la reconciliación exige culpables dispuestos a pedir perdón. Reconciliarse es un acto que requiere mínimo de dos o más partes, no puede ser un hecho unilateral. Las víctimas necesitamos conocer e identificar a quien vamos a perdonar. Pero es claro que perdonar y reconciliarse no puede imponerse por decreto, debe ser una opción libre y personal de las víctimas. (...) Convocamos a un proceso de reconciliación basados en los derechos que tienen tanto las víctimas como la sociedad, a la Verdad, Justicia y Reparación integral'.

Lo ético también nos plantea el problema de cómo concebimos el actual conflicto social y político, qué manejo se le da, qué concepto de Estado tenemos y desde qué perspectiva se asume postura frente al conflicto, a partir del enfoque que plantean los Derechos Humanos en la relación ciudadanos estado. ¿Aquí cómo se plantea la reconciliación?

Los procesos históricos en que se ha venido desarrollando el Estado moderno han ido generando cada vez más una concepción que supera el valor del honor por el de la dignidad; más que un simple contrato en el que se garantiza unos derechos, se ve más integral el desarrollo del Estado, y se convierte en garante y generador de valores. Este es su carácter legitimante.

Sin embargo, cuando la fuerza de la cual se ha dotado el Estado, se con vierte en una fuerza de iniciativa, o sea que su fin real ya no es garantizar la dignidad de la totalidad de los asociados, sino por el contrario, los intereses de unas minorías, y por ende en contra de las mayorías y de sus luchas y reivindicaciones, se convierte en terrorista, es decir, que ejerce la violencia con el ánimo de generar terror, degradándose a sí mismo y a quienes debe proteger, causando la destrucción casi irreparable de los tejidos sociales. Aquí no tiene asidero la reconciliación.

El papa Juan Pablo 11(1986) en una de sus alocuciones para América Latina declaraba que no podía existir paz sin justicia social: "Hacer que este mundo sea más justo significa, entre otras cosas, trabajar por un mundo en el que los niños no sufran por la falta de alimentos, educación e instrucción; los jóvenes puedan tener uña formación adecuada; los campesinos tengan su propia tierra y vivan y crezcan con dignidad; los trabajadores no sean tratados injustamente y privados de sus derechos, los gobiernos no justifiquen la explotación de los individuos... no haya corrupción, ni abismos entre «los que no tienen nada» y «los que tienen todo»... que no existan familias destrozadas, mutiladas... que todos seamos capaces de defendernos ante la Ley y ésta nos defienda a todos sin diferencias; la Verdad y los Derechos triunfen sobre la fuerza y no lo contrario; en fin, en que el sistema político y económico no gane a los hombres'

4. ¿Qué proceso seguir en relación con los crímenes de lesa humanidad?

En primer lugar hay que reiterar que los crímenes de lesa humanidad son imprescriptibles y están sujetos a la jurisdicción universal, y que no son indultables o amnistiables. En segundo lugar, teniendo en cuenta la magnitud y gravedad de los mismos, los procesos de reconciliación son a largo plazo, y serán posibles sólo si se cimentan sobre la Memoria, la Verdad, la Justicia y la Reparación integral.

Al respecto, ASFADDES plantea que "el gobierno, las Organizaciones sociales, las iglesias y toda la población en general debemos, de una u otra forma, llegar a una aclaración en relación con el pasado, se debe hacer algo contra las grandes diferencias de poder, de posición y de dinero, ya que son y han sido siempre las bases del conflicto y de la represión. Sobre todo hay que hacer algo con los traumas y consecuencias del pasado. Para iniciar cualquier intento de reconciliación debe existir una declaración oficial, la cual revele la verdad y se reconozca públicamente la culpabilidad, se debe rehabilitar a las víctimas, y castigar severa y drásticamente o en el peor de los casos simbólicamente a los responsables".

En el contexto anterior, algunas condiciones ineludibles en cualquier proceso de reconciliación, que se pretenda sea real y duradero, son las siguientes:

a. Desde el Estado como victimario

1. Reconocer públicamente la culpa por acción u omisión ante los horrendos crímenes que lesionaron la misma humanidad. Es reconocer que no fue garante en la protección de los Derechos Humanos y derecho de los pueblos.

2. Develar las estructuras de muerte que fueron las causantes de estos crímenes y los mecanismos de impunidad que impidieron ejercer la justicia. Causas que deben ser examinadas, analizadas y eliminadas.

3. Esclarecer los hechos ocurridos y aplicar la justicia a los culpables.

4. Reparar en forma integral a las víctimas, garantizando el goce pleno de sus derechos políticos, civiles, económicos y sociales.

5. Tomar medidas de Prevención para que estos crímenes NUNCA MAS vuelvan a ocurrir.

6. Ofrecer posibilidades para que en el país se encarnen verdaderas trans formaciones sociales, políticas y económicas que permitan la construcción de una verdadera democracia.

b. Desde el victimario individual, llámese individuo o institución, autor material o intelectual del crimen.

  1. Reconocer y confesar públicamente su acción criminal junto con los mecanismos empleados.
  2. Reconciliarse consigo mismo, es decir, estar arrepentido del mal causado, deslegitimando las estructuras que lo llevaron actuar.
  3. Asumir el castigo merecido.
  4. Hacer pacto con la víctima en una actitud de perdón para que su accionar NUNCA MAS vuelva a repetirse. Es permitirle que reconsidere su situación y actúe en adelante desde la óptica de la vida y de la justicia.

c. Desde la Víctima

Sólo y únicamente la víctima y las organizaciones victimizadas se otorgan el derecho a perdonar. Sólo ellas y ellos tienen la autoridad moral para hacer posible la reconciliación. "El propio sujeto de la reconciliación es la víctima y no el opresor. Y eso sólo puede ser entendido si nos damos cuenta que el objeto de la reconciliación no es el hecho violento cometido, sino la humanidad del malhecho!" (Schereiter, 1998) El victimario está llamado a reconstruir su propia humanidad. La víctima legitima una vez más su humanidad que había sido violentada.

La palabra perdón en hebreo es semitáh, y viene de la raíz samat que significa "dejar libre, soltar'; es de orden espiritual, moral y ético, condicionado a exigencias de justicia, que pudiéramos hablar del "perdón de deudas" y del "perdón de las ofensas'. De ahí que el perdón no cabe en las categorías políticas; se puede alcanzar la reparación sin nunca llegar a la reconciliación; lo más que se puede lograr, es evitar la venganza y posibilitar que la víctima se reconstruya en lo psicoafectivo.

El perdón es mucho más exigente, una actitud más profunda, busca la humanización de la persona en la justicia. De ahí el sentido bíblico de "dejar libre o soltar' a la persona esclava o que se haya en estado de deshumanización. Es un derecho de las víctimas, quienes por dignidad tomarán la opción o no de perdonar en la medida que los requisitos de Verdad y Memoria, Justicia y Reparación integral, Prevención sean cumplidos y asumidos a lo largo de cualquier proceso de reconciliación

La reconciliación va más allá de un simple castigo, de una reparación, atraviesa todo el proceso de Verdad, de Justicia, de Reparación integral y Prevención, trascendiendo el ámbito jurídico como aparato institucional y colocándose desde lo ético, en la no venganza, o para los cristianos, desde el Evangelio, en una postura de "nueva creación', de resistencia en la fe, hacia nuevas utopías.

Se pueden plantear tres posturas de parte de las víctimas y organizaciones victimizadas ante la reconciliación, las cuales son el producto de la reflexión de las instituciones y personas que han participado durante el proceso del Proyecto Nunca Más, así:

1. La reconciliación basada en el olvido, que en el numeral 2 de este documento está considerada y el Proyecto Nunca Mas rechaza, y toma una actitud crítica y de denuncia frente a la misma, porque es reconciliar se con las causas mismas de los crímenes, justificándolas o legitimándolas, actitud totalmente incoherente a nivel ético.

2. La reconciliación que se abre dentro de un proceso a largo plazo, con las exigencias de Verdad, Justicia y Reparación, en una actitud cristiana de perdón o simplemente desde una actitud ética de humanismo.

Esta segunda posición se sitúa en lo personal, y ve la posibilidad de una reconciliación consigo mismo, del resarcimiento moral o elaboración de duelos, asumiendo con dignidad el daño causado en la vida personal y familiar, sin olvidar lo ocurrido y con una clara conciencia de los derechos inalienables.

"El duelo, única forma de elaborar la muerte, Implica la creación de un símbolo para llenar el vacío que dejó la ausencia; pero la característica del duelo consiste en el reconocimiento de dicho vacío, sin este reconocimiento, no es posible simbolizar. La curación consiste en la posibilidad de revivir el trauma en el presenté' (Herrera, 1996)

El horror del crimen hay que traerlo al presente y ser capaz de analizarlo; el terror hay que mirarlo de frente y empezar así un proceso de reconcilia ción consigo mismo que ayuda a superar miedos, culpas, heridas, sufrimiento, recuperación de su sueños, en una actitud de resistencia y esperanza. Las víctimas en Perú decían: "Nos agrupamos, gracias a la fuerza, a la fuerza del miedo"

Guillermo Monroy, de Guatemala, refiriéndose a la experiencia de reconciliación en el plano personal, hablaba de la "Reciliencia" que consiste en tener la capacidad de afrontar el sufrimiento, reconstruirse y no perder la capacidad de amar, de luchar, de resistir.

"Debemos establecer un pacto de dignidad con nuestros muertos, nuestros desaparecidos, nuestros torturados, dice el colombiano Luis Carlos Restrepo. Rescatar la memoria no como un instrumento de revancha ni venganza, sino recordar, recordarlos, buscar la justicia para que nada parecido nos vuelva a suceder. Lo contrarío es seguir alentando a la barbarie. Mañana regresaré de otra manera, fortalecida' (Villarán, 1996)

La Fundación Manuel Cepeda (1998) afirma que "...ante el trauma histórico que acarrean las guerras, los individuos y las comunidades experimentan la necesidad moral insoslayable de efectuar la labor de duelo de la muerte en justicia, asignar las responsabilidades y penas necesarias a quienes de manera directa o indirecta han causado los daños, crear las obras que prolonguen en el tiempo la existencia de los caídos, hacer los actos de reparación de la riqueza material y espiritual que ha sido vulnerada por la violencia, iniciar los procesos políticos que instauren un nuevo orden más democrático, y en fin, emprender el trabajo que persigue transformar la estela de muerte en un nuevo comienzo marcado por la vida y la justicia."

3. La reconciliación no es posible lograrla en relación con el Estado , pues el sistema encarna una lógica de exterminio de quien se le opone, y se constituye por tanto el 'Terrorismo de Estado", cuyas estrategias de "guerra sucia", políticas de "Seguridad Nacional" han sido las causas de la victimización que el proyecto Nunca Mas busca hacer públicas con la recuperación de la memoria histórica de los crímenes de lesa humanidad.

La "culpabilidad" de la víctima ante el Estado agresor, es haber creído y construido alternativas de vida, continuar con su caminar, generar una diversidad de resistencias creativas y llenas de vida, constituirse en sujetos históricos con proyectos políticos en la construcción de una nueva sociedad. Por ello a las víctimas, a las organizaciones sociales y políticas, a los tejidos sociales, no les corresponde generar la reconciliación con el Estado, las víctimas han permanecido en la armonía histórica de la justicia y dignidad humana.

Esta postura fue la asumida por la mayoría de las víctimas que participaron en un Encuentro Nacional, cuando expresaban: "Yo no puedo reconciliarme con el victimario que asesinó a mi familiar... pediría que algún día lo encontraran y le dieran el castigo merecido'; "No hablaría nunca con el victimario"; "Si ni siquiera aparece la víctima, menos va aparecer el victimario, aquí no hay condiciones ni para el perdón.." "En los crímenes es una cadena dentro del mismo crimen, muchas personas intervienen, ¿cómo lograr un perdón? ¿Con quién?'.

Se vivencia que en lo político y lo económico es muy difícil y casi imposible lograr la reconciliación, pues es como legitimar las estructura y mecanismos de impunidad que buscamos superar; la víctima y el victimario están en un plan de desigualdad en cuanto a sus condiciones, opciones y prácticas políticas. Es un camino en contravía, no es una simple agresión o pelea, se trata de proyectos de vida, de utopías y sueños de nueva sociedad, que riñen con un sistema imperante, con intereses totalmente diferentes, que son incompatibles.

Desde lo ético y teniendo en cuenta lo anterior, la reconciliación no puede darse con un Estado que ha perdido su carácter legitimante. La reconcilia ción es sólo fruto de la justicia, y en la actualidad se ve muy lejano la reconstrucción de un Estado de Derecho, haciéndose creíble y garante de los derechos civiles, económicos, sociales y políticos. Esto sólo es posible con un cambio de estructuras, que dé posibilidades a todo el pueblo de vivir con dignidad, de acuerdo a su identidad y con libre autodeterminación, como lo proclama el Derecho de los pueblos.

¿Cómo reconciliar esa brecha ideológica con intereses, posiciones y opciones totalmente opuestas? ¿Cómo reconciliar los autores de los crímenes atroces con el dolor profundo, el sufrimiento y las heridas aún no sanadas de tantas miles de víctimas?

¿Puede tener lugar la reconciliación, cuando las instancias que alimentan la violencia estructural no han sido cambiadas? ¿Cómo vivir juntas y juntos, torturadores y torturados, victimarios y víctimas, cuando la justicia no ha sido una realidad? Esta relación mutua después del perdón, ¿reconstruirá la armonía, si los mecanismos de impunidad siguen operando antes, durante y después de los crímenes? ¿Podrán conciliarse un proyecto de muerte y un proyecto de vida? Sería la incoherencia más grande, conciliar antivalores que en forma alguna se ajustan a principios éticos y políticos que rigen los valores humanos. Los Derechos Humanos y los Derechos de los Pueblos, como la autodeterminación, la soberanía nacional, la justicia, la vida, la libertad, la dignidad humana, nunca se negocian, se exigen, se construyen y se respetan.

Estos interrogantes que nos plantea el Proyecto Nunca Mas, surgen des de una ética con una opción política, construida desde el dolor y el clamor de justicia de las víctimas de crímenes de lesa humanidad, es el grito de estas víctimas contra la impunidad para que NUNCA MAS SE VUELVAN A REPETIR.

5. A manera de síntesis propositiva

La reconciliación vista como proceso implica necesariamente la creación de un mecanismo coyuntural o transitorio que se pacte en cualesquiera de los escenarios posibles (las víctimas directamente frente al Estado o en el marco de los diálogos entre el Estado y los movimientos insurgentes) para que en una gran Comisión de Esclarecimiento, Juzgamiento y Reparación, sean resueltas todas las exigencias realizadas, en armonía con la legislación internacional sobre derechos humanos, firmada o ratificada por los Estados a nivel universal, incluido el estado colombiano; y de otra par te, para que resuelva todos los aspectos planteados con relación a los crímenes de lesa humanidad cometidos en el pasado y de los cuales, la información del Proyecto Nunca Más es sólo una muestra.

A futuro es necesario que sean modificadas radicalmente las estructuras de la administración de justicia y el proceso de elaboración de las leyes, para que en cualquier proceso de reconciliación, las decisiones y nombramientos de quienes juzgan, sean compartidos por la totalidad de los colombianos y sus organizaciones, y no como ha sido hasta el día de hoy, privilegio de los que han usufructuado el poder político, económico y militar.

Para esta reforma de carácter estructural consideramos se deben tener en cuenta los siguientes criterios básicos, elaborados con fundamento en la teoría general de los derechos humanos, en la observación y análisis de la legislación actual y su proceso de elaboración y en el conocimiento de la realidad nacional que ha sido dejada de lado al momento de legislar:

a. Autonomía e independencia de la rama judicial, en relación con las otras ramas del poder público. En el país, la administración de justicia ha estado ligada a las otras ramas del poder y por esta razón, su autonomía e independencia ha estado permanentemente menoscabada y cuestionada. Igualmente el nombramiento de sus funcionarios ha dependido de padrinos políticos o de relaciones de amistad con el nominador del cargo y no de su capacidad e idoneidad; por esto se hace necesario establecer unos requisitos necesarios para que realmente funcione con independencia y eficacia, y esté en condiciones de resolver los graves problemas que en aplicación de justicia padecen los colombianos, haciendo realidad la concepción integral de los derechos humanos. Algunas propuestas que consideramos válidas al respecto son: establecimiento de la carrera judicial para todos los funcionarios de la rama judicial salvo los cargos de elección popular, trabajo de dedicación exclusiva en los funcionarios de la rama judicial, prohibición de vincular familiares a la rama judicial y en general al Estado, etc.

b. Igualdad formal y real ante la ley de todas las personas residen tes en Colombia. Lo que hemos encontrado al estudiar las distintas legislaciones internas, es que han sido elaboradas teniendo en cuenta los intereses particulares del Congreso, de sus miembros o los intereses de los equipos asesores del Presidente cuando se expiden normas de excepción, y por esto se hace todo tipo de discriminaciones para que determinados conflictos de intereses no pasen por la administración de justicia (concesiones petroleras, las cuales se resuelven en Tribunales de Arbitramento), los procedimientos se aplican dependiendo del valor del conflicto, o del nivel del funcionario encargado de administrar justicia, según la categoría de las partes en el proceso, además sin contar con la capacidad económica del demandante, dado que entre más pobre es la víctima, menos posibilidades de demandar, etc. En síntesis, es necesario que se legisle acabando todo tipo de discriminación, y acorde con la realidad sociocultural y política del país y no copiando legislaciones externas.

c. Procedimiento igual para todos los sindicados y condenados pues en lo penal, la legislación los ha discriminado dependiendo del delito, de la capacidad económica de la víctima o del victimario, o de su nivel académico; los beneficios legales son para quienes han cometido delitos siendo funcionarios públicos, o grandes delincuentes como los banqueros o los jefes del narcotráfico. En este mismo sentido, como reiteradamente lo evidencia la información recopilada por el Proyecto Nunca Más, los mecanismos de impunidad han beneficiado a los victimarios. De otra parte, es necesario que la legislación reconozca ciertas realidades nacionales, como por ejemplo que existen comunidades indígenas y negras, con acumulados históricos de los cuales se derivan características particulares en lo cultural, lo socioeconómico y en lo político, y por esto deben reconocérseles su sistema comunitario para ejercer el castigo de quienes delinquen.

d. Tratamiento penal y penitenciario igual para todos los que estén siendo investigados y condenados en materia penal. Se deben eliminar los privilegios al interior de las cárceles, los que se generan en los procesos de "sometimiento a la Justicia", y tipo de discriminación racial, económica o política. Los derechos de los presos (al trabajo, estudio, recreación) deben ser iguales para todos, independientemente de la infraestructura carcelaria. Se debe eso sí, garantizar el mejoramiento de las condiciones de vida al interior de las prisiones, en concordancia con la obligación estatal de un trato digno a quienes están bajo su tutela.

e. Abolición de los fueros (político, judicial, religioso, militar). En concordancia con el criterio anterior, los privilegios de todo tipo deben ser terminados de manera tal que quien ha cometido un delito o es investigado por los hechos denunciados deba someterse a un solo tipo de procedimiento, a una sola jurisdicción y a un solo juzgamiento, no podemos aceptar que existan discriminaciones o privilegios por razón o motivo alguno.

f. Igualdad de garantías para las partes en el proceso penal, rama judicial, sindicado y parte civil. En la legislación actual existe discriminación respecto de la parte civil y no hay garantías para que la víctima o sus familiares, o las organizaciones a las cuales pertenecía la víctima, puedan constituirse como tales o las facultades para hacerlo, por limitan a la simple reclamación de perjuicios morales y materiales; estas limitaciones deben ser eliminadas y la justicia debe garantizar el libre acceso a la justicia y a participar en todo el proceso, el cual hasta ahora ha estado permitido sólo a los defensores de los victimarios, que frecuentemente son los que han participado en el proceso de elaboración de los códigos.


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1. Ver anexo sobre Criterios Ético Políticos en el trabajo del Proyecto Nunca Más.


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