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DERECHOS

29nov11


Sinopsis de la audiencia de 29nov11 en el juicio por crímenes contra la humanidad cometidos bajo control operacional del Comando V Cuerpo de Ejército con sede en Bahía Blanca


Comando V Cpo de Ejército
Audiencia del martes 29 de noviembre de 2011

La audiencia contó con la presencia de los jueces del Tribunal Oral en lo Criminal Federal de Bahía Blanca Jorge Ferro (de la Cámara Federal de Apelaciones de Mar del Plata); José Mario Triputti (del Tribunal Oral Federal de La Pampa), Martín Bava (juez federal de Azul) y el juez sustituto Oscar Hergott (del Tribunal Oral Federal Nº5 de Capital Federal).

Además, participaron el fiscal Abel Córdoba; Víctor Benamo y Mónica Fernández Avello por la querella de la Subsecretaría de Derechos Humanos de la Nación; y por familiares y la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, Walter Larrea. Por la defensa pública los doctores Gustavo Rodríguez y Leonardo Brond y los particulares Luís De Mira, Eduardo San Emeterio, Walter Tejada y Mauricio Gutiérrez.

TESTIMONIOS

Antonio Coria

71 años, vive en Neuquén. Nació en Puerto Belgrano, empleado público en la Universidad del Comahue.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Usted dijo que conocía a Delme?

Sí, tuve noticias de alguien que tenía funciones en el 75 o 76 en el V Cuerpo de Ejército en Bahía Blanca vinculado a ese apellido con la causa que se me ha convocado, por el asesinato vil de Mónica Moran que ocurrió en 1976. Yo escuché que Delme estuvo a cargo de ese operativo.

Fiscal Abel Córdoba: ¿En el 75 dónde vivía usted?

Vivía en Neuquén, tras un intento de secuestro en Bahía Blanca me fui. En calle Nicaragua dejé mis cosas, se las alquilé a unos muchachos.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Cómo lo intentan secuestrar?

Este lugar (por el Rectorado de la Universidad Nacional del Sur) me golpea fuertemente. Esta casa que tiene como su fundador a Bergé Vila, el honor de tener como rector a Víctor Benamo y también, vi en el juicio de Neuquén, me refiero a Remus Tetu un nazi declarado.

Lo conozco porque fue profesor mío y me tocó trabajar con él en el diario que se edita en Bahía Blanca allá por el año 60. Este lugar y esos nombres están ligados con hechos de represión y persecución.

En el mes de diciembre de 1975 desataron una represión contra mi familia paterna, mi padre un suboficial de marina jubilado, era peronista. Cuando se desata la represión, mi padre tuvo un allanamiento en la nochebuena del 75.

Veintidós hombres encapuchados. Fueron de la marina, algunos oficiales, otros suboficiales, cabos y algún miembro de la policía de la provincia de Buenos Aires. Esa noche, acusado de la muerte de ciudadanos militares fueron con un identikit fraguado y una falsa acusación. Yo no estaba en Bahía Blanca porque estaba operándome. Cuando esos malandrines irrumpieron sin ninguna orden judicial en período constitucional. Mi padre fue a reclamar a Puerto Belgrano por el allanamiento. Tiempo después se encontró con uno de los cabos que participó del operativo y le pidió disculpas por lo que había hecho. Mi padre dijo sentirse abandonado por la Fuerzas Armadas a las que le dio su vida.

Trabajé 50 años como periodista.

La marina interviene mi casa, por averiguaciones que hice en Punta Alta. La vida social, cafés donde se escuchan comentarios. Recuerdo haber sido fotografiado por la inteligencia naval en reuniones políticas del peronismo y fui parte de la CGT de los Argentinos. Sobre la banda que ingresó a lo de mis padres pude conseguir los nombres de Monereau, García Rabón y el propio Astiz.

(El juez José Mario Triputti le aclara que su citación es por otro caso y no el de marina y le pide que se centre en el caso correspondiente).

Fui amigo de Carlos Castillo, fui compañero de Mónica Moran hasta que llegó el genocida Remus Tetu.

En calle Nicaragua, el 29 de diciembre figuran que fueron detenidas dos jóvenes, María Emilia Salto y otra chica. Más tarde, detenido Daniel Bombara. Esto en diciembre de 1975. Yo fui corresponsal del diario Noticias. La casa de calle Nicaragua 905 tenía como garante a Juan Carlos Vila. Fui parte de los que escribieron el periódico Resistencia.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Quién habitaba esa casa?

Esa casa estaba deshabitada, había vivido un matrimonio, vivieron muchos ahí. Pero en diciembre estaba desocupada.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Mónica iba a ese domicilio?

Iban Juan Carlos Castillo y el matrimonio Mende, los Bertolla, el matrimonio Santucho Ginder. Mónica Moran era una joven muy bonita, está vinculada a grupos de artistas, había sido la novia de un amigo de la resistencia peronista que fue el que me informó de cómo la asesinaron a Mónica. De Mónica no sabía que militaba políticamente. Esa casa estaba vacía y Mónica nunca conoció esa casa.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Usted por qué se contacta con Delme?

Nunca hable con él, sí lo escuché en un juicio a genocidas, en los Juicios de la Verdad. Supongo que era Delme.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Usted conoce el camino a Carrindanga?

Sí.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Había vías en ese lugar?

Sí. Y se decía que había unos hornos de ladrillo. Y por ahí estaba el Parque de Mayo.

Abogado defensor particular Eduardo San Emeterio: ¿Conoce a Gladys Sepúlveda?

Sí, es mi compañera de trabajo.

Abogado defensor particular Eduardo San Emeterio: ¿Conoce a alguien de nombre Ángela?

No, desconozco.

Juez Jorge Ferro: ¿Cuándo se entera de la muerte de Mónica Morán?

Mónica murió el 24 de junio. Me enteré leyendo un diario, La Razón creo. Cuando leo, no sabía a quién se refería, me quedo despavorido. No me extrañaba por la casa de calle Nicaragua porque ya había sido allanada tiempo antes.

Yo conocía a otra Mónica Morán que era hija de los patrones donde yo trabajaba que eran de Ingeniero White. Al paso de los días me doy cuenta que era otra Mónica Morán. Me enteré al tiempo, después. Con Mónica éramos compañeros de trabajo medianera por medio pero no teníamos vínculo.

Armando Lauretti

Ingeniero agrónomo vive en Cipoletti

Fiscal Abel Córdoba: ¿Usted fue secuestrado durante la última dictadura militar?

Sí.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Recuerda la fecha?

El 17 de noviembre de 1976.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Podría relatar lo sucedido?

Vivía en la ciudad de Esquel, en Chubut, ese día siendo las 20:30 me dirigía al centro de la ciudad. Se me acercaron dos personas de civil y me pidieron documentos. Les pregunté quién me los pedía y eran de la policía de Chubut. No recuerdo los nombres… Miran mis documentos, aparecen dos personas más, me introducen en un auto, van directamente por una avenida hacia el regimiento de Caballería de Montaña Nº 3.

Estas personas no aparecen más y aparece un uniformado. Me dejan en una oficina, viene otro uniformado y me presentan una hoja para que la firme, como no veo bien me arrimo y me pegan unos golpes porque tenía que firman sin leer.

Posterior a eso me suben a un camión y me llevan con otros vehículos hasta donde vivía. Recuerdo que se podía haber ido sin pasar por el centro pero y en mi casa bajo, uno de ellos me toma de la campera, me pone una pistola apuntándome, me hace abrir todas las puertas, la del ropero, la cocina. Después vuelvo al regimiento a la misma oficina y una persona me hace poner contra la pared. Me pone una bolsa en la cabeza, una bolsa de tela negra, me quedaba apretada. Con una gilette me hace una agujerito para que respire.

En un determinado momento me llevan al exterior del regimiento y me hacen desnudar y me dejan allí y me pegan unos golpes. Posteriormente vienen personas que no puedo identificar, me atan como un matambre y me meten en un tanque con agua haciéndome preguntas, con qué personas hablaba, qué actividad política tenía.

Eso fue un día y medio o dos y de allí me trasladan con la capucha en un avión que hizo una escala y llegó a un lugar donde suponía que era Bahía Blanca porque escuché radios locales que ustedes conocen.

Apenas bajé, me pegaron y me llevan a un lugar donde me sacaron la capucha, me pusieron una venda con algodones en los ojos y me ataron a una cama y estaba atado a la mano izquierda con una esposa. De allí me llevan a otro lugar donde me hacen desnudar de vuelta, me atan en otra cama con los brazos en cruz y me interrogan acerca de mi pensamiento y actividad política usando electricidad y golpes. Los electrodos estaban puestos en las sienes dentro de la venda. Me preguntan sobre mi actividad política en la universidad. Yo tengo el orgullo de haber sido secretario académico del doctor Benamo, había sido del centro de estudiantes de Agronomía, pertenecía al Frente Estudiantil Nacional y era del Peronismo de Base.

Soy un hombre que nació en Villa Mitre, el grupo barrial se llamaba José Sabino Navarro. Concentrados en los temas universitarios les conté cuál era mi actividad como secretario y esto me pasó en dos oportunidades, una tercera vez me sacaron de donde estaba atado y me dejaron parado en un lugar. Salí tres veces de la cama. En ese lugar había otras personas, nos traían comida. Para orinar se hacía en un lata de 5 litros fui al baño una sola vez en el tiempo que estuve ahí que fue del 19 de noviembre al 24 de diciembre y allí escuché los golpes que le daban a otras personas.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Recuerda los nombres de las personas que estaban detenidas con usted?

Luego… estuvieron en la cárcel de Floresta y de Rawson, los reconocí por la voz. Uno de ellos estaba sobre un colchón al lado mío y otro más lejos. Reconocí a Oscar Meilán y a Bachi Chironi.

Fiscal Abel Córdoba: ¿De Chironi recuerda sesiones de torturas?

Yo lo que sé que yo pase por ahí y me torturaron, supongo que los que estábamos ahí pasamos por lo mismo, en ese lugar fue muy castigado.

Fiscal Abel Córdoba: ¿En ese lugar había mujeres?

No.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Les imponían la incomunicación entre ustedes?

Absolutamente.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Había algo permitido en ese lugar?

Nada.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Recuerda algún alias de las personas que se desempeñaban en ese lugar?

Sí porque tuve otro encuentro con ellos. En realidad yo recuerdo al Tío y al Laucha estando en la cárcel de Villa Floresta y acompañados ambos por un suboficial del servicio penitenciario que era el Mono Núñez fueron al pabellón donde estábamos detenidos y nos interrogaron estos tres. Núñez era verborragico, fue el que nos recibió cuando salimos de ese lugar donde estábamos detenidos y en una camioneta nos llevaron hasta un colectivo donde nos recibía Núñez y nos llevaba a Floresta

Fiscal Abel Córdoba: ¿Cuál era el rol del Tío y el Laucha en el centro clandestino?

Eran los que interrogaban en el lugar donde había electricidad y golpes.

Fiscal Abel Córdoba: ¿La salida del centro clandestino la hizo con otras personas?

Sí, conmigo iba Luis García Sierra y el mismo día en enfermería donde nos sacaron la venda a los que después sabría que se llamarían Oscar Meilán, Cacho Crespo, Beto Ayala.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Todo este tiempo de traslado estaban vendados?

Sí vendados y en Floresta nos sacaron las vendas, en la enfermería.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Cómo estaban sus compañeros de cautiverio?

Teníamos lastimada la parte de arriba de la nariz y estábamos asombrados porque veíamos la luz, golpeados, mal alimentados, quemaduras en el cuerpo por la electricidad.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Dónde fue alojado?

Quedé en Floresta en una celda con Luis Miguel García Sierra.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Cuando Nuñez va al interrogatorio puede verlos?

No, porque el procedimiento era que nos sacaban de la celda con una cadenita contra la pared con la orden de no levantar la vista ni darse vuelta y allí nos interrogan.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Cuánto estuvo en la unidad Nº4?

Hasta el 22 de agosto de 1977.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Durante ese tiempo retomó contacto con su familia?

Efectivamente.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Alguno de ellos le contó si hizo gestiones o alguna denuncia?

Sí, mi padre. Fue a la policía y efectivamente le dijeron que me habían detenido y que me habían entregado a la Caballería. Fue ahí y lo sacaron corriendo. Él volvió a la policía y le dijeron que no volviera nunca más.

El 17 de noviembre, ese mismo día que me detienen a mí, detienen a mi señora dejando a mi madre y a dos niños mellizos de seis meses solas en un lugar que recién habíamos llegado. A mi señora la traen al Comando del V Cuerpo y al consultar mi padre si estaba yo le dicen que no pero ahí se enteró que estaba mi señora.

Mi señora estuvo en el Comando V Cuerpo visible entre el 17 de noviembre, mi mamá le llevaba las mellizas para que las viera. Y la semana antes del 24 de diciembre estuvo en La Escuelita en el lugar donde yo estaba detenido. Yo no sabía que ella estaba ahí y ese mismo día la llevaron y la dejaron en la casa de mis padres.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Es posible que autoridades del servicio penitenciario desconozcan el lugar de donde ustedes venían?

Había un uniformado con cierto rango que nos había traído y todos veníamos muy castigados y a todos separados de los internos por otras razones.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Usted estuvo a disposición del PEN?

Estoy incluido en el decreto 1 del PEN de 1977.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Al ser liberado tenía algún condicionamiento?

Sin condiciones.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Cuáles son las secuelas que le quedaron por lo vivido?

Me fue muy difícil recuperar mi vida profesional, debe ser vinculado a esto que a pesar de ser buen nadador tengo temor de morir ahogado y mi mujer ha tenido dificultades de estar mal por esta cuestión.

Abogado querellante Víctor Benamo: ¿Qué otro compañero de la universidad tuvo problemas de detención?

Fue en enero del 77, llegó a Floresta Oscar Bermúdez. Él estuvo tanto en La Escuelita como detenido.

Abogado defensor oficial: ¿En el interrogatorio en el penal usted fue vendado?

No.

Abogado defensor particular Eduardo San Emeterio: Usted mencionó en su primer lugar de detención que reconoció a Chironi y Meilán, ¿habló con ellos?

No, en ese lugar no.

Abogado defensor particular Eduardo San Emeterio: ¿En dónde los conoció?

En el pabellón de Floresta.

Con García Sierra lo primero que hicimos fue presentarnos. Él había escuchado hablar de mí, lo primero que hablamos fueron cuestiones de tipo familiar y después nada más.

Abogado defensor particular Eduardo San Emeterio: ¿Y sobre las formas de detención y cómo fueron detenidos?

Él me contó que venía de Viedma, yo le conté que venía de Esquel.

Abogado defensor particular Eduardo San Emeterio: ¿Conversó con Meilán y Chironi en la cárcel?

Sí, teníamos un recreo.

Abogado defensor particular Eduardo San Emeterio: ¿De qué eran esas charlas?

Sobre lo que nos había pasado. También de fútbol.

Juez Jorge Ferro: Cuando lo detienen en el 76 en Chubut, ¿le explicaron el por qué?

No, me pidieron el documento solamente. Me subieron a un auto y me llevaron al regimiento de Montaña.

Juez Jorge Ferro: ¿Recuerda quién lo recibió en ese regimiento?

Eran uniformados.

Héctor Juan Ayala

71 años, casado. Vive en Viedma, Río Negro. Tiene una hija. Es empleado público.

Fiscal Abel Córdoba: Usted en la etapa de instrucción mencionó que tenía militancia en la ciudad de La Plata, ¿podría expresar eso?

Sí. Militaba en el sindicato de no docentes de la Universidad de La Plata

Fiscal Abel Córdoba: ¿Usted estuvo en la fundación de la FURN?

Sí.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Cómo militaba en ese lugar?

Con una pila de compañeros, ahora algunos son funcionarios nacionales y en algunas provincias también.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Estaba Pablo Fornasari en ese grupo?

Sí, estaba Pablo Fornasari, estaba Castillo, muerto en Bahía Blanca.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Del hecho que se concretó en contra de Roberto Achen y Miguel que nos puede contar?

Sí yo estaba, eso debe haber sido el 8… el secuestro fue el 8 de octubre de 1974 a las 8:15 de la mañana.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Esos hechos determinaron algún cambio de conducta en usted?

Sí. Ya habían muerto algunos dirigentes gremiales y políticos, se venía matando a mucha gente. El caso de Bedini dirigente gremial del SUPE - Berizzo, Horacio Chavez secretario del PJ en La Plata muy ligado a los jóvenes fue muerto y no solamente muerto con alevosía sino que lo atan con alambre de púa y lo tiran en el local de la JUP en La Plata.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Usted en qué año llega a Viedma?

Yo quedo prescindible en el 75 y me traslado a Viedma porque tenía algunos compañeros conocidos, me parecía que era seguridad para mi vida y familia.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Era un modo de escapar a la persecución?

Era un modo yo creía… si nos agarraban en La Plata no lo contaba, en Viedma zafé gracias a Hessayne es uno de los que nosotros respetamos porque es un cura del pueblo. Él se jugó, no se movió del V Cuerpo hasta que no supiera donde estaban los que se buscaban que eran compañeros míos que militábamos en Viedma. Militábamos dentro del peronismo.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Con quién militaba, quiénes eran sus compañeros?

Bachi, Crespo, Meilán, Chiqui, Abel y me debo olvidar de alguno.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Hay antecedentes de su secuestro?

Nosotros el 1 de junio del 76 tiramos unos volantes, ese era el delito, por eso pagamos bastante caro, ahí es cuando nos entran. Tiramos volantes en las reparticiones públicas eran cien volantes, algunos en bicicleta o en el vehículo de un pariente. Por ese delito fuimos condenados y algunos compañeros que después murieron de la tortura de todo lo siniestro que fue eso. Al Bachi fue uno de los mas torturaros en La Escuelita, no aguantó, no podía caminar, esta comprobado porque en la cárcel lo vio Hessayne y el hermano de Bachi… era bravo, no podía caminar por la tortura, era de cuerpo chico, por ahí estas cosas no las esperábamos, eso fue también fue bravo.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Podría relatar al tribunal cómo fue su secuestro?

La fecha no recuerdo, fue en diciembre en una chacra un grupo de la Policía Federal, con la camioneta de la Policía Federal, digo esto porque estuve tres meses… mi oficio es pintor y trabajaba para el Gobierno de Río Negro. En la esquina de Yrigoyen y Saavedra había una tienda que estábamos pintándola y justo enfrente de la seccional de la Policía Federal y no venía el material, estábamos esperando, y mirábamos toda la puerta, la camioneta, cuando llegaba la comida de la cárcel porque estábamos en frente. Yo conocía ese lugar.

Va un grupo de seis, era una camioneta doble cabina gris, caen en la chacra. Yo estaba con mi familia y por el visor de la chacra se veía derecho al camino de la entrada. Sospechando que me venían a buscar, salgo con una linterna y una pipa y uno de los en esa época suboficiales, Carlos Alberto Contreras me interroga, me dice "está el viejo Bala" y el digo 'no, fue hasta el pueblo a buscar cigarrillos y después viene'.

Yo ya me había dado cuenta por la camioneta que ya estaban bajando me dice "cuál es su nombre". Le digo y me dice "venga un segundo que quiero hablar con usted". Me arrimo y me rodean, me atan las dos manos y me encapuchan y me dice "¿ese revolver?". Era una linterna y una pipa, ahí me di cuenta que había perdido.

Me tiran arriba de la camioneta, en el piso de la camioneta y había barro y se gritaban entre ellos "subí al pasto porque nos vamos a encajar". Salió de la chacra y dos o tres kilómetros en una curva me bajan de la camioneta y hacen un simulacro de fusilamiento. Me tenían contra la camioneta, hacían ruido de armas y lo que decían era "canta a quién más, canta a quién más batiste" como si ellos fueran de una organización armada y yo el batidor, le contesté "yo no soy vigilante". Ahí no le gustó, se asustaron cuando venía un vehículo con luces, me bajan a la camioneta y no pasó más nada. Siempre encapuchado me suben, llegamos a Viedma y vamos a la filial de la Policía Federal de Viedma.

Llegamos, piso de madera, me doy cuenta por el ruido, además la conocía porque había hecho trámites. Sale la voz inconfundible de Forchetti, me pregunta tres cosas y me ubiqué qué era lo que quería Forchetti. Me dijo "¿vos trabajas en el comedor universitario?". "Si". "¿Vos sos amigo de Malaspina?". "Sí", y ahí me ubiqué qué era lo que quería Forchetti y le contesté porque en esa época Forchetti era muy amigo de Malaspina, compañero que estuvo peleando, estuvo en la lucha, era de un sindicato, era dirigente. Ayudó mucho a los presos de CONINTES, vendía fideos. Ahí más o menos la conversación …

Me llevaron al altillo que todavía está ese lugar, ahí hicieron ruido como unas latas, como que ahora vas a ver lo que te espera y bla bla bla… Realmente no creí que ese ruido lo hacían para intimidar, la verdad que en ese momento entré asustado, no sabía cómo venía la mano, quién dirigía el operativo pero en realidad después de todo lo demás la verdad que era un chiste… así que pararon la mano.

Y a eso de las seis de la mañana vienen dos o tres a buscarme, después supe que eran del V Cuerpo de Bahía Blanca, Me traen al V Cuerpo y yo quería fumar un cigarrillo y uno, no recuerdo el nombre, me preguntó sobre el comedor universitario, uno de los que iba en el Ford Falcon familiar. Me llevaron con una manta arriba, ahí se bajó alguien creo que era el Tío, no estoy seguro…

El puente cuando uno pasa se da cuenta que va por ahí y llegamos al V Cuerpo y después a La Escuelita. Pude mirar y me dicen que me tapen y me llevaron al V Cuerpo cuando llego ahí algunas cosas me sorprenden… estaba atajándome. Llegó el auto, se bajan y me entero que es el Tío cuando llega, grita fuerte en el medio del campo "quién fue el hijo de puta que me rompió la plata de perejil", a través de los años me enteré qué quería decir… Estaba diciendo es un perejil hay que matarlo pero es un perejil, esa era la señal cuando entro. Estoy en un patio y me empiezan a pegar…pienso esto era la tortura era un pic nic… ¿Esto es? Cuando pasé la puerta de rejas ahí si me di cuenta, ahí iba en serio, fue bravo.

Recuerdo caer, una bandada de chicos. Yo tenía un delirio con que se torturaba con perros y estaba convencido de eso. Enfrente había una perrera y ladraban toda la noche, pero eso se me metió en la cabeza. Fui a la parrilla tres veces, en la tercera me hacía cargo de la muerte de Carlos Gardel sin ningún problema, firmé un papel que no sé lo que decía, no aguantaba más, me quería morir.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Usted suponía que sobrevivía?

No, como venía la mano pensé que no. El grupo de Viedma no había cometido ningún delito grave salvo tirar un volante. En otro lado no hubiésemos zafado. Mi función en la militancia era con los pibes de la calle.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Cómo fue el traslado de La Escuelita a la cárcel?

Nos suben en varios coches y nos llevan a un campo, había compañeros que habían ido en un camión grande y decían que nos iba a pasar lo mismo que en Margarita Belén. Nos bajan y esperamos que nos tiren, una de las personas que no sé si era el Mono Nuñez, nos pedían documentos en el medio del campo. Nos cargan arriba de un camión ahí digo "acá sonamos".

Ahí el Mono Núñez empieza a gritar, era un bocón y gritaba. Llegamos en ese camión a Villa Floresta, se entra por un portón, nos bajan ahí, medio que zafamos. Y en ese momento viene uno al lado y me dice "cómo te llamas, te podés sacar la venda". Nadie quería sacársela porque eras boleta. El pobre de Bachi estaba destrozado, lo llevaron los compañeros porque no podía ni pararse y nos llevaron al pabellón 6 o 5.

Yo era el más desastre de todos cuando me agarran a mí estaba trabajando en un tanque con anticorrosivos y cuando cae la patrulla yo estaba con la pilcha de laburo. Todos torturados, yo era un pibe, pesaba 40 kilos

Fiscal Abel Córdoba: ¿Fueron a la enfermería?

Uno solo, el resto no, caminando como podíamos.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Recuerda algún detenido de apellido Pérez?

No, me confundo con Perico Pérez que trabaja en la justicia.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Estuvo dónde?

En la cárcel ahí, lo conocimos.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Cuánto estuvo ahí?

Un año después a Rawson.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Los vendaron en el viaje?

Sí en el avión nos ataron de manos y pies.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Se hizo gestiones para buscarlo?

En la provincia de Río Negro, me buscaban en el río. Revisaron en una chacra. La policía pensaba que había desaparecido en el río, que me había ahogado.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Hasta que año estuvo detenido?

Hasta el 78 y un año de arresto domiciliario.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Hubo hacia usted reproches sociales?

Sí, me tuve que disfrazar de todo. Me metí en lo social, no conseguía trabajo, querían que me fuera.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Declaró ante autoridades militares?

Ante Strassera.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Al V Cuerpo fue a declarar?

Creo que no, solo en la Cámara Federal.

Abogado querellante Walter Larrea: ¿Además de Contreras reconoce algún otro Federal?

No, los compañeros fueron hablando de algunos otros, salvo uno petiso gordito pero no recuerdo.

Abogado querellante Walter Larrea: ¿Cómo se da cuenta que había médicos?

Por ahí venía alguien que sabía, un enfermero, se hablaba y uno escuchaba, estoy convencido que sí había un médico, inclusive en la misma tortura decían "pará la mano". Yo les pedía que me mataran antes de seguir con la tortura.

Abogado querellante Walter Larrea: ¿Usted refirió sobre la gestiones de Hessayne?

Él ante la autoridad militar no se paraba al lado, acá vino con el hermano de Bachi fueron al V Cuerpo de Ejército y les dijeron que no había problema con los chicos de Viedma, no era cierto, eran conscriptos a los que señalaba. Hubo pocos obispos como Hessayne.

Abogado querellante Walter Larrea: ¿Usted habló de una persona que le dio un cigarrillo y que lo conocía del comedor universitario de La Plata recuerda su nombre?

No, ojalá. Estuve flojo pero no recuerdo quién era.

Abogado querellante Walter Larrea: Cuando lo llevan a Bahía dice que primero va al V Cuerpo y después a la Escuelita, ¿cómo sabe eso?

Porque lo vi, el auto paró adentro como en una plaza de armas. Me pusieron a un costado contra la pared y ahí observo. Ahí este fulano me da un cigarrillo.

Abogado querellante Walter Larrea: ¿Ahí hablan?

Sí, me da charla. Me pregunta dónde trabajaba, le respondo en el comedor y ahí me dice que conocía a tal. Después de eso me llevaban a lo que yo creo era La Escuelita.

Abogado querellante Walter Larrea: ¿Sobre el careo con Contreras en dónde fue?

Fue en Viedma. Fue antes de la asunción de Alfonsín.

Juez Jorge Ferro: Cuando dice que se detienen con un Ford Falcon están en la plaza de armas y después a la Escuelita ¿es el mismo auto?

Sí. Y era cerca.

Juez Jorge Ferro: Usted dijo que al señor Contreras lo conocía ¿dónde vivía?

Sí, en Scherini y San Juan.

Abogado defensor oficial: ¿Su secuestro fue en diciembre en qué año?

En 1976.

Abogado defensor oficial: Respecto de la perrera que estaba cerca de La Escuelita, en un momento supuso que había perros que se usaban para la tortura y que luego lo negó ¿tiene conocimiento que haya sido torturado con perros?

No.

Abogado defensor oficial: ¿En qué fecha ingresa a Villa Floresta?

Nos blanquean el 13 de enero de 1977.

Abogado defensor particular: ¿Usted recuerda a qué hora fue su detención?

Fue de noche.

Abogado defensor particular: ¿Cómo era la noche?

Oscura.

Abogado defensor particular: ¿Escuchó la camioneta?

En la chacra había una ventana con vidrio y se podía ver al exterior.

(El abogado defensor particular Eduardo San Emeterio dice tener una foto de legajos y se las quiere mostrar al testigo. El fiscal Abel Córdoba dice que deben ser incorporadas como prueba y después ver qué se resuelve. San Emeterio menciona que las tiene recientemente. El juez José Mario Triputti pregunta cómo hace el tribunal pasa saber desde cuándo tiene en su poder las fotos. San Emeterio reclama que se está haciendo una discriminación. Triputti les pide que las entregue en secretaría y comunica que el tribunal resolverá.

Abogado defensor particular Eduardo San Emeterio: Usted dijo que hay muchos que perdieron su carrera por decir esto no lo hago ¿sabe quiénes fueron?

Hubo, no las conozco. Supongo que recibió órdenes y el jefe también y tiene que ver en este tema.

Abogado defensor particular Eduardo San Emeterio: ¿Al comisario Forchetti lo conoce de antes?

Sí.

Abogado defensor particular Eduardo San Emeterio: ¿Conversó con él?

No, lo escuché hablar, él no era un desconocido en Viedma, lo escuché hablar varias veces en actos.

Abogado defensor particular Eduardo San Emeterio: ¿Cómo fue citado al juicio?

(El juez Triputti le advierte que eso está en el expediente y que es impropia la pregunta. Menciona que hay un programa nacional que se encarga de las citaciones).

Abogado defensor particular Eduardo San Emeterio: ¿Tuvo contacto con algún abogado en Viedma antes de venir acá?

No.

Mirta Díaz

69 años, casada con Héctor Juan Ayala, trabaja en el Ministerio de Desarrollo.

Reconoce a Contreras porque vive a dos cuadras de su casa.

Fiscal Abel Córdoba: Usted fue citada en relación al hecho que se está juzgando que es el de su marido. ¿Previo al secuestro de su marido sufrió episodios de persecución?

Sí, para eso tendría que estirar un poco la cosa y remontarnos. Nosotros somos platenses, nos conocimos ahí militando en la JP, nos casamos, nos fuimos a vivir a Río Negro y cuando a los dos años tuve una hija con problemas de salud nos fuimos a La Plata, Mi marido trabajaba en el comedor universitario como no docente y seguía militando como JP.

Cuando viene el cambio de gobierno la cosa se pone linda en cuanto al trabajo, tiene mucho más trabajo dentro de los barrios, formó la comisión de apoyo a ATUNS -el gremio de los no docentes- hasta que se produce la muerte de cuatro militantes en el 74. Uno titular del partido Justicialista, de Pierini, de Chávez, gente con quien estábamos vinculados en cuanto a nuestra ideología, el peronismo. Ahí comienza una persecución.

Hasta que a fines del 74 matan al secretario académico de la universidad y al secretario administrativo y empieza el ruidito a escucharse mucho más y a ser perseguidos con allanamientos. Siempre sin decir por qué.

La persecución viene desde mucho antes por eso cuando sucede todo eso decidimos venirnos, teníamos como amigo a Antonio Perón, el sobrino de Perón y le comentamos que era difícil vivir así. Nos dijo que vayamos a Río Negro, con el estuvimos un año hasta que nos quedamos...

Nunca dejamos de militar socialmente. Para nosotros es un estilo de vida, cuando se cumple un aniversario de la muerte de Perón encuentran unos volantes en el cual se recordaba la muerte de Perón y entran a buscar quiénes habían sido y quiénes no y se persigue a la persona de distintas formas.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Recuerda el momento del secuestro?

Estaríamos hablando del 15 o el 14 de diciembre del 76. Yo estaba presente. Yo el 8 de diciembre volvía de La Plata, había llevado a mi hija, cuando bajo del tren me dicen que habían sido secuestrados Meilán, Chiqui, Cacho Crespo, una situación donde era casi el conjunto de amigos que teníamos. Mi marido había asumido un compromiso de pintura con un dueño de una chacra y nos fuimos.

El día anterior habíamos ido a Ceferino a pedir una explicación a la nada. Al otro día se produce el secuestro, siento que mi marido grita, eran como las diez de la noche y siento el viejo Bala pero no lo siento a él ni siento la camioneta. Salgo corriendo afuera y veo la linterna en el suelo y la pipa. Él estaba en cuero, había terminado de bañarse, corro y veo la camioneta de la Federal. Era de noche, lloviendo torrencialmente pero era la camioneta de la Federal.

En ese momento fue muy difícil porque ya veníamos imaginando el horror, con culpa o sin culpa, con conocimiento o no era brutal lo que se venía escuchando para esa época. Tenía mi hija que depende de mí, cosa que se agravó muchísimo, lo único que atiné era a cubrirla, alzarla y caminé las cuadras de barro hasta llegar al camino para que me llevaran.

Estábamos a unos cinco o seis kilómetros de Viedma en la chacra del señor Bala, era imposible, se veía que había temor. Viene una camioneta de Vialidad y me dice que no me pueden llevar. Le dije que había un montón de vacas sueltas, que el patrón había dejado la puerta abierta y le quería avisar. Me levantaron y me dejaron en la punta del pueblo, caminé así unas 25 cuadras hasta casa.

Cuando llegué, empecé a tomar conciencia de lo que estaba pasando.

Hago la denuncia pasadas unas horas, me dicen que no me aflija, que a lo mejor los compañeros de él lo habían secuestrado por traidor, cosa que me llama la atención. Al otro día me llevan a hacer un rastreo para buscarlo. Le dije 'No busquen porque vi la camioneta de la Federal'.

Cuando me encuentro con mi marido me dice que le habían simulado un fusilamiento. Mi papá y mi mamá vivían en La Plata y viajan para Río Negro y me cuentan de las atrocidades, de las vejaciones, de las torturas, de los allanamientos terribles, así que imagínese cuál era mi estado de ánimo.

Hasta que un día me llama el doctor Volonteri y otro doctor Giménez y me dice que había sido liberado alguien que había estado en La Escuelita y que Beto estaba ahí. Ahí me enteré que estaba con vida. A los pocos días me llega una carta en la que me dan permiso para visitarlo. Me dice 'Salí del infierno y estoy casi en el cielo'.

Ahí comienza el tormento psicológico hacia un pueblo. Las primeras víctimas éramos los familiares de los detenidos. Situaciones terribles, desnudarnos y pasearnos delante de la gente. Pasa un tiempo y lo llevan a Rawson. Allá peor todavía, teníamos que ir a la comisaría y presentarnos, no podíamos ir a la casa de nadie, teníamos que tener dinero para verlos. Yo no podía llevar a mi hija porque era detrás de un vidrio y era imposible contarle que no podía tocar al padre.

Hoy mi psiquis, sabiendo que iba a pasar esto, he ido cuatro veces al baño. Porque era llegar a Rawson, que casualidad me pasa lo mismo hoy, y sentir esa presión, ese odio hacia lo humano. Nos parecía mentira que fueran humanos los que estaban ahí esperándonos. Y no solamente por lo que nos pasaba a nosotros sino a otros familiares, mujeres grandes toqueteadas, maltratadas. Eso hoy lo recordé.

Si bien sufrió torturas y estuvo mal es una persona con mucho temple, es muy sincero, tenía un diálogo dentro de lo que se podía. Era muy fea la visita pero uno no solamente tenía al marido ahí, tenía al compañero de toda la vida. No quiero hacer esto -llora- porque no lloro por dolor, pero era tan grande la injusticia porque ni sabíamos por qué estaba detenido. Porque se le ocurriera a cuatro sinvergüenzas torturar, detener, desaparecer...

Era llegar al lugar de la visita e ir al hotel. De ahí volver a la comisaría, confirmaban si pagábamos el hotel y ahí a la visita. A las dos o tres de la mañana entraban al hotel. Vejación tras vejación, torturas psíquicas... como darles una fibra para 56 presos.

Compañeros increíbles, seres humanos con una capacidad de aguante y creo que era por la convicción, era gente que había luchado en sus lugares de trabajo por una causa justa. Seguimos creyendo que es una causa justa. La libertad del ser humano.

Ellos se mantenían con una fuerza moral que hasta los mismos carceleros se daban cuenta.

Eran familias enteras destrozadas, veíamos lo que pasaba en la República. Mujeres que han llegado con hijos engendrados por el mismo torturador de su marido y veíamos con la calidad que atendían a ese hijo. Llevarse todo de las casas, irrumpir en las casas, robar todo lo que podían. Esperar 35 años para que la justicia hoy nos permita contar la verdad, es dura pero hay que decirla.

Tratando de sobrevivir, darle de comer a mi hija, yo era modista. Venía la Correntina. Creo que era la señora de uno de la Federal, de uno importante, no sé si de Forchetti. Ella no sabía ni yo quién era hasta que un día vienen a buscar un vestido y abro la puerta y era el chofer de la Federal.

A la semana viene la Correntina, ella decía que le dijeran así, y me dice 'Mirta no puedo traerle más trabajo, no me lo permite porque usted es la esposa de un terrorista y me avergüenzo de lo que tengo que decirte pero te juro que como te veo luchar por tu hija te voy a mandar todas las clientas que pueda'.

Yo con el único que tuve una relación más directa fue con el coronel Aráoz, que creo se llamaba así. Había uno que se llamaba igual en La Plata.

Todos los viernes veíamos el diario a ver si se les daba por soltarlos después de la reunión del conclave.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Esos vejámenes que sufría fueron en la Unidad 4 también?

Sí, las revisaciones eran bastante atrevidas, osadas, pero no como Rawson. Era como otro código, mucho más fuerte. Pero veía a mis compañeras que reaccionaban de la misma manera. Era mucho más fuerte saber que no habíamos hecho nada y la convicción y el respeto por el que estaba adentro que no nos importaba. Nos dolía sí con la gente mayor. Diría que hasta en algún momento sentían envidia de quienes estaban adentro porque era un odio...

Fiscal Abel Córdoba: ¿Su marido le contó detalles de su secuestro?

Sí, jamás le sentí una palabra de odio y cuando me vio la primera vez en Floresta me dijo 'Me he enterado que el cuerpo humano puede resistir cualquier cosa pero no los gritos de dolor de otras personas'. Me contó de la tortura, del dolor cuando se lo castigaba a Bachi Chironi con un látigo.

El secuestro sí, era la camioneta, se le hizo un simulacro de fusilamiento. Me contó de la tortura, me contó del viaje de Bahía Blanca a Trelew, mientras los llevaban los iban castigando, encadenados... pero con una valentía atroz soportaron y llegaron a la libertad con una psiquis bien, tratando de olvidar lo que no se puede olvidar.

Por eso estoy hoy acá y digo qué suerte poder decir la verdad y sacarme esta mochila de encima, esas cosas terribles que vio uno, que había personas que no eran humanos, que conoció a terribles monstruos, que no estaban en nuestra vida esos códigos. Para nosotros un ser humano es un ser humano y tenemos que convivir, no como ellos que torturaban, vejaban, violaban. Violaban. Cuantas más jinetas había más violaban. No eran los de abajo.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Su marido le dijo si pudo identificar a alguien?

Lo que más recuerdo es que cuando sale dice '¿Sabés quién vino a llevarme? Aquel que vino para que fuéramos a declarar por los evangelistas. Yo no me acordaba, no sabía el apellido pero después supimos, creo que reconoció a dos o tres. Aún conservo sus ojotas, su pantalón del día que se lo llevaron. Adelgazó treinta kilos pero estaba bien psíquicamente.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Cuándo lo vio en la Unidad 4 tenía marcas, golpes o torturas?

Lo que pasa que aparte de estar preocupado por nosotras tenía una preocupación y un dolor terrible de lo que había vivido y lo primero que me dijo es 'Pobre Bachi'. No habló de su persona, habló que había sido un infierno, de los electrodos, me dijo 'Otros la pasaron peor, los colgaban'. No me acuerdo si me mostró la marca. Tal es así que cuando se me acercó había dos compañeras diez años menor que yo y me dijo 'Mirta esto es muy grave, acompáñalas'. Siempre tuvo la intención de compartir su dolor desde ese lugar, nunca se dedicó a lo de él. Es un tipo muy fuerte, de una valentía increíble, no porque sea mi esposo sino que es un militante de toda la vida, nos casamos un 17 de octubre como para sellar el pacto ideológico.

Pero él no hablaba. En un momento me dijo 'Te estoy contando esto y no puedo creer que me haya pasado a mí'.

Abogado querellante Walter Larrea: ¿En lo que le comentó su esposo de las circunstancias de su secuestro en la chacra le comentó si lo había traído directamente para Bahía Blanca o estuvo en algún lugar antes?

Sí, estuvo en la Policía Federal. Mi marido era pintor y estaba pintando justo el frente de la Federal, mucho antes, desde afuera se daba cuenta que lo llevaron arriba, era como un cuartito, ahí me sopapearon un poco, me acariciaron un poco y después sí fue llevado en una camioneta a Bahía Blanca.

Abogado querellante Walter Larrea: ¿En ocasión de la intervención de Hessayne usted lo acompañó?

Cuando los padres de Bachi Chironi, me ayudaron bastante en esta situación porque volvía sola con mi hija a Río Negro, y en un momento me dicen 'Mirta te vamos a llevar a verlo' y me cuentan cómo fue la participación de Hessayne y me dicen que hubo un error del V Cuerpo donde dejaron entrar y no se podía. Eso lo comentamos cuando volví a ver a Beto. Pero sé que hizo mucho, agradecida infinitamente.

El padre de Bachi militaba en la iglesia, era secretario o algo así del obispo. Tenía una relación importante con el padre Hessayne.

Abogado querellante Diego Czerniecky: Usted mencionó el secuestro de Meilán ¿fue antes o después?

La verdad es que fue tan impactante, tan terrible porque dejaron a los chiquitos adentro del auto y se lo llevaron. Ya con eso era suficiente saber, tanta crueldad. Lo venían siguiendo pero fue terrible eso para nosotros. A nivel humano, ahí veíamos la ferocidad de la gente con que estábamos tratando.

Abogada querellante Mónica Fernández Avello: ¿Usted en La Plata trabajaba con él en el comedor?

No porque yo era modista y estuve trabajando un año y medio en radio Universidad como operadora.

Abogado defensor Luis De Mira: Señora usted manifestó al principio de su relato que las presiones y persecuciones que sufría su marido y usted comenzaron allí por los años 74, 75. ¿Estoy en lo cierto?

Claro cuando me hablan de presiones a la militancia social, él estaba en un gremio y trabajaba en la universidad, empezó a desaparecer gente e indiscriminadamente buscaban a cualquiera que pudiera tener un acercamiento y él como trabajaba en el comedor universitario los conocía.

Abogado defensor Luis De Mira: ¿Y usted de donde cree que podían venir esas presiones?

De la militancia social. Éramos dos militantes de la JP, tratábamos de vincularnos con la gente, exponiendo un poco su estilo de vida, creíamos que era lo que debíamos hacer, en una junta vecinal...

Abogado defensor Luis De Mira: ¿Y a quién podría molestar en ese momento esa conducta?

La persecución era policial o militar, civil. Porque el golpe del 76 fue un golpe cívico militar...

Abogado defensor Luis De Mira: Esa es una opinión suya pero de todos modos estamos hablando de unos años antes del golpe militar.

Bueno yo les cuento de esos años antes por qué nos venimos a Río Negro pero nosotros somos platenses. Un poco para que se entendiera eso porque estuvo preso pero la verdad es que no sé por qué.

Juez sustituto Oscar Hergott: ¿Qué le contó su esposo de la participación de Contreras respecto a su detención?

Cuando lo veo y me dice '¿Sabés quién iba en la camioneta? El que nos citó para declarar por los evangelistas'. El lo conoció porque creo que fue el único que bajó de la camioneta.

Juez Jorge Ferro: ¿Conocía al chofer de la Federal que llevó a la Correntina?

En Viedma hay dos personas muy parecidas. Cuando escuché el nombre de Goncálvez se me ocurrió que podía ser él. Vino con la camioneta de la Federal a buscar el vestido de la señora. A la semana viene ella llorando y me dice que no me podía traer más trabajo.

Juez Jorge Ferro: Usted habló de un cónclave, ¿qué era?

El Ejército se reunía cada 15 días o una vez por mes y elegían a las personas que iban a salir del PEN, le daban la libertad. La lista salía en los diarios. Son palabras del coronel Aráoz, 'Fijesé en los diarios a ver qué decidió el cónclave'. Me dijo 'Es posible que salga ahí, condicional o por lo menos domiciliario'.

Juez Jorge Ferro: ¿Aráoz le dio algún nombre del cónclave?

No, era muy particular el señor. Interrogaba a su estilo, llevaba la conversación. Además nosotros tampoco preguntábamos porque no íbamos a tener respuesta. Acatábamos lo que escuchábamos y después lo razonábamos.

Juez José Mario Triputti: Usted mencionó a Goncálvez, ¿de dónde saca el apellido?

Porque en ese momento a mí se me ocurre después de 35 años porque había un Goncálvez que era chofer. No lo vi de uniforme porque los choferes no usaban uniforme.

Juez José Mario Triputti: ¿Quiere decir algo más?

Siento un gran alivio... y sobre todo ahora me doy cuenta cuando me doy vuelta del poder decir la verdad ante quienes negaron la verdad y no solamente decir un testimonio, jurar por ese testimonio, ser testigo, un sobreviviente de ese momento, me compromete profundamente en jurar y decir la verdad.

Hay un compromiso profundo por todos aquellos que no llegaron a decir lo que estamos diciendo. No merecían esa muerte, por algo existe la justicia como ustedes ahora.

Pero los mataron... los hicieron de goma... que hoy haya llegado hasta acá es una gratitud que le tengo a la vida, poder llegar donde no pudieron llegar los otros, pero acá estamos tratando de marcar los perfiles de esa gente que eran luchadores, jóvenes con utopías, con ilusiones, sin ningún interés personal, de vivir en un país libre, democrático, sin corporaciones que pudieran separar al pueblo.

Oscar Amílcar Bermúdez

60 años, empleado público de la provincia de Río Negro, vive en Buenos Aires. Divorciado, seis hijos.

Trabajé desde el año 72, 73, era empleado de la planta no docente, administrativo, también estudiaba ingeniería agronómica hasta la intervención de Remus Tetu que me aplicó como a tanta gente la ley antisubversiva y quedamos desafectados.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Previo al secuestro tuvo intentos?

No intento de secuestro pero intento de algo porque cuando nos echan de la UNS participaba en ATUNS de la actividad gremial en la UNS y luego de la muerte de Watu me vienen a buscar los matones de Ponce que eran la guardia pretoriana de Remus Tetu y vienen a buscarme con nombre y apellido. Pasan por los ámbitos que solía frecuentar, preguntan por mí con ametralladoras en mano seguramente con el intento de secuestrarme o de algo. Alguna compañera llamó por teléfono para avisar al gremio, me dieron el aviso y me tuve que ir de Bahía, eso era abril de 1975 muy poquito después de que asumiera Tetu.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Bombara participaba del gremio?

Sí, con él tenía otro tipo de relación porque había sido compañero de secundario en el Don Bosco. Después quiero narrar una confesión del estado de salud de cuando a Bombara lo estaban torturando, Gregorio Sgavetti que en ese momento era interventor o mandamás y según él me narró, una vez que nos encontramos me mencionó, como los tres habíamos compartido la secundaria, que no había querido recibir el cuerpo de Daniel en la cárcel porque estaba tremendamente golpeado. Yo lo escuché nada más, me guardé el dato y lo planteo por si es que amerita una citación a Sgavetti que era el hijo de un capitán de navío o algo parecido que vivía en calle Sarmiento.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Luego se radicó en Viedma?

Sí, me radiqué allí a raíz de la persecución de la que había sido objeto. Me guardé un tiempo en casa de unos familiares en Pigüé, caímos intempestivamente porque se trataba de preservar la vida y después me fui a Viedma donde tenía algún conocido que me pudo dar algún tipo de ayuda y soporte. Ahí me quedé viviendo desde el 75 hasta el día de mi secuestro.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Podría relatar cómo fue su secuestro?

Yo en ese momento tenía un camión que estaba pagando en cuotas, volcador. Con eso hacía transporte de ripio porque se estaba construyendo la obra de Idevi. Ponía el camión en marcha, salía y hacía los suficientes viajes para mantener a mi familia y pagar el camión.

A las 5:30 de la mañana pongo en marcha el camión, salgo hacia avenida Caseros y antes de llegar se me acerca una persona por el lado del acompañante y me pregunta si lo puedo llevar para la zona de Idevi.

Sube, me saca una pistola, instintivamente miro para la izquierda y venía otra persona apuntándome con armas y me secuestran. Esas dos personas eran de la Policía Federal de Viedma, Forchetti y el sargento Contreras. El otro tenía toda la apariencia de un estudiante de clase media. Me someten totalmente, creo que Contreras sigue manejando el camión hasta salir al aeropuerto, lo único que me dice Forchetti es somos las tres A que venimos operando del sur.

Llegan, dicen algo así como operación cumplida y en la ruta camino al aeropuerto esperan un rato y aparece una camioneta Ford doble cabina y me traspasan a la camioneta. Era otro equipo distinto de dos personas. Me ponen mantas encima y salen rumbo a Bahía Blanca.

Fiscal Abel Córdoba: ¿De allí llegó al V Cuerpo de Ejército?

Para distender la cosa les digo 'no me compran una gaseosa, tengo dinero en el bolsillo'. Lo que me contestan es 'dónde corno te crees que estás', poniéndome en mi lugar de secuestrado.

Llegamos a Bahía, como soy de Bahía Blanca conozco perfectamente esa zona. Llegan a avenida Alem, la semicurva que hay por Sportiva, suben a una explanadita que hay por el V Cuerpo, y encaran para el camino a la Carrindanga.

Me reciben con una tremenda patada en los testículos que hace que toque la frente con el suelo. Llegamos a La Escuelita.

Eso comenzó el 7 de enero del 77. La venda me la puso Forchetti en persona y, fuera del secuestro, hasta allí no había habido violencia física.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Le explicó por qué lo vendaba?

No, la única palabra que tuve con Forchetti es 'somos las tres A venimos operando desde el sur'. Al rato me dijo que no me haga problema.

Fiscal Abel Córdoba: ¿A esa altura conocía otros secuestros?

Sí, varios. En principio las detenciones que habían ocurrido inmediatamente después del golpe militar de Jorge Tassara y Carlos Entraigas. Al segundo lo conocía de Bahía y fue la persona que me dio una mano en Viedma, me tuvo varios días en su casa, me consiguió una pieza para alquilar y después me consiguió trabajo en 1975. En el 76 a ellos dos los secuestran inmediatamente después del golpe. Fueron los primeros secuestros de conocidos.

Además habían secuestrado a Oscar Meilán a quien tangencialmente conocía. A la mujer a Chiqui a quien no conocía, después a Beto Ayala, a Bachi Chironi, a Jorge Abel, todos ellos habían sido detenidos. Por otro lado también a Darío Rossi a quien conocía de Bahía Blanca, era amigo de él, habíamos vivido contiguamente en el barrio Universitario.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Conoció a Pedro Hidalgo?

Sí, trabajaba conmigo en la empresa Paterno antes que comprara el camión y trabajaba en la misma oficina que yo. Tenía un hermano, eran chilenos. Estuvo aproximadamente dos días antes de mi secuestro conmigo, yo estaba en el camión, andaba en bicicleta y me llamó muy afectado físicamente porque lo habían soltado de La Escuelita, me dijo que lo había visto a Darío Rossi en La Escuelita. También me dijo que me cuide, estaba apurado y se fue.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Sabía que era una situación grave?

Sí claro, no desconocía lo que estaba pasando y a las personas que estaban desaparecidas. Conocía el caso público y famoso del secuestro del matrimonio Meilán dejando a los chiquitos en la ruta. Tenía tenues noticias de lo que pasaba en el país porque ya no tenía contactos políticos ni mediáticos confiables. Mantenía contacto con Bahía Blanca y sabía que con Vilas esto era una cacería, que habían aparecido chicos colgados, el caso Suracce... todo eso llegaba a mis oídos. Era suficiente para saber de qué se trataba cuando me habían ido a buscar.

Con Vilas que venía absolutamente psicópata y desatado desde Tucumán, era obvio que eso tenía que ver con mi secuestro.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Percepciones cuando ingresa a La Escuelita?

La primera cosa que hacen es tirar mi cuerpo esposado atrás, junto a Meilán que estaba en el suelo. Cuando los guardias se van, después de haberme dejado a mí, escucho una voz después de verificar que no había nadie. Algún compañero grita con el aliento '¿Quién es?'. Yo me presento y ahí la persona que me conoce -fuera de Meilán- es Darío Rossi que estaba en una cucheta, me dice 'Congo soy Darío'. Me pregunta desesperadamente por su esposa Esperanza y su hija Carola y le digo lo poco que sé, que tenía entendido que se habían ido, que no estaban en Viedma.

Con Oscar Meilán charlo, me pregunta por Chiqui, no tenía noticias para darle y hay varias personas más que paso a conocer ahí. Entre ellos estaba José Luis Gon, que después lo conocí en Villa Floresta, estaba el yerno de Damiani abajo de la cucheta de Darío, esas eran las personas.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Recuerda a los guardias e interrogadores?

Sí, el Tío era el interrogador, el cerebro de la interrogación y Corres era el que aplicaba la picana. En algún momento lo vi durante largo rato, no me olvido más de ese rostro porque cuando me torturaban atado, desnudo, con los cuatro miembros atados a la cama en algún momento se interrumpe la sesión de picana cuando vienen de afuera a hablar con él. En ese momento se me había corrido la venda y los podía ver. Ahí registré ese rostro del cual no me olvido en mi vida.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Podría describirlo?

En la sala la cama estaba en uno de los tercios, pensando en que era una sala más larga que ancha. Yo estaba acostado con la cabeza contra la pared, el Tío estaba a la derecha. Había una mesita que inclusive me hizo firmar algo. No le vi nunca la cara al Tío. Lo que veía era a Corres hablando con esa persona y la puerta a la izquierda.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Contaban con información de inteligencia?

Totalmente, inclusive discutí políticamente con el Tío porque ellos me cantaron la cartilla completa de todos mis antecedentes de militancia gremial, política desde el 69 en que ingresé a la universidad. Del espacio político al que pertenecía que era el Peronismo de Base, que era estudiante, activista gremial, que trabajaba en un barrio... supuestamente estaban manejando esa información de mi curriculum.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Otro alias?

No, salvo los que recibí de comentario de terceros. En ese momento no fije nombres de personas. Sé que había otras personas más "buenas" y otras perversas. La persona "buena" es la que ablandaba al prisionero. Los otros eran algunos francamente animales, eran bestias, había un montón de malestares y cosas que no sé si se pueden describir pero me acuerdo de haber estado endurecido de cuerpo, de no poder ir al baño porque dependía de la buena voluntad después de pedir y pedir.

Los castigos se aplicaban por cualquier arbitrariedad...

Fiscal Abel Córdoba: ¿Era habitual que el Laucha castigara a los secuestrados?

No, mientras yo estuve el Laucha no era el personal que nos cuidaba a nosotros. Solamente había intervenido en los interrogatorios y después cuando fueron unas cuatro personas en Villa Floresta. También participaba el Mono Nuñez. Inmediatamente los reconocimos y nos dijeron que acá hay viejos conocidos de ustedes, además se los observaba con claridad por la capucha.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Había médicos?

La única referencia que tuve es cuando un señor se dirigió a Darío Rossi arriba en la cucheta, 'a ver che, soy el médico'. Junto con eso un montón de pasos que resonaban por las maderas del piso, venía con varias personas. Lo revisó. Darío a ratos jadeaba, decía que estaba muy golpeado, que estaba mal.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Le hicieron simulacro de fusilamiento?

Sí. El Laucha después de la tortura, la picana que aplicaba a 220 y a 110 que se notaba claramente la diferencia del voltaje, la 110 era mucho más localizada entonces la pasaban por partes sensibles del cuerpo. Me acuerdo que se secaba la garganta de una manera asombrosa, uno tenía mucha sed y pedía agua.

En algún momento el Laucha decía este no va a hablar y el Tío le daba la orden de matarme y el Laucha me puso un arma en la boca.

Yo llegué a discutir políticamente con el Tío y tal vez intentar tocarle su ego. Él me acusaba de montonero y yo no sabía manejar ni un matagatos. Yo le decía que él no entendía que nosotros ni siquiera estábamos con la lucha armada.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Había mujeres secuestradas?

Mientras estuve yo no. Sé que los últimos días llegó -yo estuve alrededor de once días ahí- antes de ir a Floresta que me fui con Emilio Villaruel, Cachito Crespo y Oscar Meilán, los últimos días llegó un grupo de gente, seguramente eran dos o tres por lo menos pero aparentemente fueron derivados a la otra habitación. Me dio la impresión que por ahí había una mujer.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Cómo fue el traslado?

En determinado momento me tocan, me dicen levantáte. Voy afuera, hay como un pasillito que daba la impresión de ser al aire libre, somos cuatro las personas que vamos a ser liberadas y nos dicen a todos que nos acordemos que lo que vimos y oímos ahí no lo repitan nunca sino éramos boleta.

Nos subieron a un coche a los cuatro amontonados. Salieron por Carrindanga, dieron unas vueltas y aparecimos en Floresta. Cuando salí tenía totalmente acalambradas las piernas por el peso del que venía conmigo. Cuando nos bajamos, nos obligan a correr y no podíamos porque estábamos acalambrados, nos intentábamos parar y nos caíamos. Arrastrando nos hicieron llegar a un punto donde se cierra un portón y un vozarrón muy fuerte nos dice 'a ver subversivos levanten la cabeza'.

Era el Mono Nuñez con pistolas a los costados a lo Butch Cassidy, con mirada desafiante. Nos llevaron a higienizarnos. Un médico vio a alguno de los compañeros que estaban bastante mal. Cacho Crespo estaba muy mal a tal punto que entre Emilio Villaruel y yo lo tuvimos que ayudar a llevar los colchones a la celda.

Fiscal Abel Córdoba: ¿En qué momento le sacan las vendas?

En la cárcel cuando nos hacen parar ante Nuñez.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Cómo estaban de aspecto?

Cacho Crespo estaba bastante mal. Salvo a Meilán, no los conocía. Villaruel fue después mi compañero de celda.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Algún oficial del servicio penitenciario les preguntó de dónde venía?

No recuerdo.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Cuando ingresaron tuvieron que esperar?

No, primero nos bañamos, nos dieron un colchón y tuvimos que ir caminando hacia la celda.

Fiscal Abel Córdoba: ¿En qué pabellón estaban?

Era el pabellón de los presos políticos.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Su familia hizo gestiones?

Habían mandado telegramas sobre mi desaparición a Videla, Harguindeguy, lugares como la Curia, a ver el obispo Mayer y que les dijo una vez de escuchar a mi señora y mis padres desde la misma puerta 'Algo habrá hecho' y le cerró la puerta.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Podría relatar el episodio de la unidad 4 cuando aparecen Corres y Nuñez?

Los que interrogaban eran el Laucha y Nuñez muy activamente. Nos preguntaban sobre Antonio Gilabert que era la persona que estaban buscando. A todos les preguntaban lo mismo y todos respondíamos lo mismo. Fue una búsqueda media escasa de resultados.

Gilabert estuvo secuestrado y también su mujer. Después de eso nos enteramos que estuvieron secuestrados en un lugar que no sé si son los viejos galpones que están en calle Chile y Fitz Roy, ahí aparentemente hubo un lugar de detención ilegal.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Hasta qué fecha estuvo en la Unidad Penal 4?

Aproximadamente tres meses. Un día fuimos a la llamada leonera de la unidad y con un despliegue impresionante fuimos llevados al aeropuerto de Espora. Creo que era abril.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Supo qué pasó con Darío Rossi?

Lo que ya conté de Darío contrastó claramente con la noticia que leímos en La Nueva Provincia estando en Villa Floresta, una notita relativamente chica donde decía que había un subversivo muerto. Contaba que las fuerzas de seguridad habían intentado pedirle la identificación a un señor que pasaba y este había desenfundado sus armas y se trataba de un subversivo.

Esa versión era absolutamente imposible. Lo cierto es que esto fue una cosa absolutamente fraguada y mentirosa. En el medio había habido conversaciones con el interventor de la provincia de Río Negro que era Bachman, que era un hombre de la marina. El papá de Darío Rossi trabajaba en Puerto Belgrano de cocinero. Tenía una relación de camaradería con Bachman y en función de esa relación lo había ido a ver a Río Negro cuando éste estaba desaparecido -entre paréntesis creo que hoy se cumplen 34 años de su secuestro- Bachman le dijo 'Esperáme que voy a averiguar'.

Aparentemente averigua y lo que le contesta es 'No te hagas problema parece que se ha portado un poco mal pero ya va a aparecer'. Cuando aparece muerto le entregan el cadáver, lo sepultan en el cementerio de Bahía Blanca con la prohibición de verlo apenas y enterrarlo.

La comisión de antropología forense y demás vinieron a hacer la constatación y demostraron que había sido muerto a quemarropa. Además había testigos de su secuestro en Viedma. Lo vimos adentro, después aparece en un tiroteo y los peritos dicen que no fue así. El caso es más que elocuente.

Fiscal Abel Córdoba: ¿A Forchetti lo volvió a ver?

A Forchetti lo vi en un careo al cual nos sometió el juez Juan Pablo Videla en Viedma. Probablemente haya sido en el 84 al volver de México. Forchetti para esto en una estrategia evidente de las fuerzas de seguridad, había recirculado todos sus cuadros y él estaba en Jujuy o muy lejos. Forchetti se hace presente ante Videla que pregunta si nos conocemos. Yo digo que sí, que fue el que me secuestró y él se mantiene en que no me conoce. Esa fue la vez que me caree con él.

Fiscal Abel Córdoba: ¿A Contreras lo volvió a ver?

Sí, lo vi varias veces en Viedma porque parece que su función era fisgonear en demandas gremiales, empleados públicos parando en todo el país al igual que el Río Negro. Y en esas situaciones donde por ahí el gremio al que pertenecía yo hacía algo, Contreras solía estar -por lo menos dos veces-. Una prácticamente lo hice echar al reconocerlo lo señalé con el dedo, estaba parado observando. Cuando el advertía eso se iba, una vez salió corriendo. Esas son las funciones que cumplía como personal de la federal.

Abogado querellante Víctor Benamo: Desde el punto de vista ideológico, ¿qué le preguntaban a usted? ¿Le imputaban una acción subversiva? O en todo caso si hubo preguntas de ideología.

Lo que me imputaban era una presunta relación o encuadramiento con la organizacion Montoneros. Cosa que evidentemente ni ellos tenían ningún tipo fundamento y yo me hice fuerte en eso porque no existía tal cuestión. Yo me defendí diciendo que tenía otra proveniencia política que era incompatible con la lucha armada. Ésta era mi defensa y esa era la discusión.

Abogado querellante Víctor Benamo: Ideológicamente hablando ¿cuál era su militancia?

Yo militaba en el Peronismo de Base.

Abogado querellante Víctor Benamo: ¿En qué año?

Aproximadamente en el 69 empecé en la universidad y tuve participación en el Peronismo de Base.

Abogado querellante Víctor Benamo: ¿Usted era estudiante y trabajador?

Era estudiante, trabajador no docente de ATUNS...

Abogado querellante Víctor Benamo: ¿Se acuerda que función tenía el peronismo de base en la universidad en el 73?

Sí, en el 73 cuando usted asumió como rector, me acuerdo por ejemplo que uno de nuestros compañeros fue presentado ante usted, que era Omar Rodríguez y que fue subsecretario del rectorado, secretario administrativo, por propuesta de la asamblea que se runió en este recinto. Votado mayoritariamente por la asamblea fue propuesto por los empleados no docentes a usted para ser su secretario administrativo. Era un viejo compañero que venía de la época de la resistencia y venía del Peronismo de Base, era compañero nuestro y fue su secretario administrativo.

Abogado querellante Víctor Benamo: ¿Hasta qué año fue la militancia suya en la universidad y hasta que año estuvo Rodríguez por el peronismo de base en el cargo de administrador de la universidad?

No recuerdo hasta cuando duró Rodríguez.

Abogado querellante Víctor Benamo: Aproximadamente.

No recuerdo porque tampoco fue muy larga la... No, no recuerdo, no le podría decir pero sí fueron unos cuantos meses, varios meses. Fue así. Usted se debe acordar mejor que yo porque era el rector.

Abogado querellante Víctor Benamo: ¿A algún compañero suyo del Peronismo de Base le conoció alguna actividad subversiva?

No sé a qué llama usted actividad subversiva.

Abogado querellante Víctor Benamo: A lo que el concepto común...

Por eso, no sé cuál es el concepto común. Discúlpeme.

Abogado querellante Víctor Benamo: Que use armas, que proponga revoluciones, toma de poder mediante términos ilícitos. Porque yo conozco...

No, yo en absoluto acepto esa calificación o esa definición de subversivo. Digo, podríamos hacer una definición teórica bastante pero...

Juez José Mario Triputti: Perdón, perdón. Estamos dejando el tema y estamos entrando en un terreno peligroso. Le pediría que volvamos al objetivo del testigo en este debate.

Abogado querellante Víctor Benamo: Señor presidente mi única finalidad era demostrar que el Peronismo de Base tenía un accionar democrático y que no había acciones subversivas por parte de él.

Sí, lo que pasa es que ese... A ver, yo no...

Juez José Mario Triputti: Perdón...

Abogado querellante Víctor Benamo: Desisto de la pregunta.

Juez José Mario Triputti: Yo comprendo lo que usted quiere decir doctor, es muy interesante su pregunta y su reflexión, yo lo respeto mucho. Pero me parece que es para un ámbito más amplio donde se podría dar el debate a todos, incluso a mí. Pero este es un juicio penal donde tenemos que achicar la diferencia en la responsabilidad de las personas que se encuentran acusadas. No tenemos que apartarnos de ese objetivo.

Abogado querellante Víctor Benamo: Voy a desistir de la pregunta pero mi objetivo es porque he visto castigar ahí declarando como el señor Bermúdez a mucha gente del Peronismo de Base y yo que los traté personalmente me parece una ignominia, una salvajada innecesaria.

Fiscal Abel Córdoba: Señor presidente me veo en la obligación personal de hacer una aclaración que cualquier castigo o tortura a cualquier persona, cualquiera sea lo que haya hecho es una ignominia. No solamente al Peronismo de Base o a quien no tenía una acción armada.

Claro, exactamente, de ese maniqueísmo quería alejarme... (Aplausos) de ese maniqueísmo quería alejarme porque creo que nosotros de ninguna manera...

Juez José Mario Triputti: A ver un momento, por favor la sala, es la segunda advertencia que hago, la próxima vez que haya un aplauso me voy a ver obligado a usar el reglamento porque esto no es un cine, no es un teatro. Por favor a las personas que han venido, que no están acostumbradas a este tipo de audiencia le pido por favor respeto al tribunal. Esto no es una asamblea. Esto es un juicio penal donde hay severas penas en juego. Por favor les pido como ciudadanos que son, a todos un momento de reflexión y yo diría hasta de recogimiento por lo que estamos escuchando.

Si me permite señor juez, yo quería alejarme porque advertí la intención de la pregunta y en absoluto acuerdo, se lo dije creo que gentilmente o decorosamente, planteé que yo no aceptaba esa calificación de subversivo a compañeros que tomen las armas. Que es una definición, es un lugar común que yo no lo comparto. Entonces, a mí me resulta difícil opinar sobre que si no tomaban las armas no eran subversivos y si tomaban las armas eran subversivos porque para mí el tomar o no las armas no amerita nada, no justifica nada y no habilita a ningún tipo de maltrato por más que algún compañero haya caído con una ametralladora intentando tomar un cuartel del Ejército. Independientemente de que yo puedo estar o no de acuerdo con esa línea política no puedo aceptar ni siquiera tramposamente el argumento de que eso es subversivo y lo mí, lo del Peronismo de Base, no lo era. No puedo ser connivente con un argumento de ese tipo y por eso es que me resistí a contestarle en tales términos.

(...)

Abogado defensor oficial Alejandro Castelli: ¿Qué precauciones tomó respecto a la persona que solicitó subir a su camión?

Lo más frecuente cuando uno viajaba de Viedma a la zona rural era que alguien le haga dedo. Habitualmente eran obreros que trabajaban en las obras. Yo no desconocía el marco en el que vivíamos pero de ninguna manera yo por eso vivía sobresaltado como cualquier persona de las muchísimas que cruzaba a diario. Bueno, subió con un arma, ese el pequeño detalle. No podía haberlas tomado tampoco, yo no tenía una honda en casa. De hecho ni la allanaron.

Esto pasó con alguien que me pedía un aventón y yo lo llevé.

(...)

Juez José Mario Triputti: ¿Quiere decir algo más?

Quiero contarles mi estado de conmoción en este momento por el cual esperamos tantísimos años por los cuales corrieron tantas lágrimas, tantas angustias, tantas frustraciones, tantos destinos, tantas reventadas de corazón, tantos suicidios como el de Susana el de Cachito Crespo, como cuando le reventó el corazón a Cacho, cuando lo de Bachi Chironi... Tantas muertes absolutamente estúpidas que tienen raíces en todo esto con seguridad. Eso y tantas cosas más son las que generaron mucho dolor, mucha esperanza, mucha expectativa. Cuando todos los caminos parecían estar cerrados fue necesario el rigor de muchos que querían una sociedad mejor y que querían que la justicia impere y no la soberbia armada.

Por otro lado agradecer precisamente esos gestos, agradecer la tenacidad de las muchas Celias, las madres, las hijas, los hijos, los familiares, las organizaciones de derechos humanos, y concretamente a los familiares nuestros, mi ex compañera que con tanta valentía y fuerza, coherencia, siguieron la lucha. Los hijos que acompañaron siempre, ahora por ejemplo tengo la enorme satisfacción de tener cinco hijos acá atrás, en la sala, que vinieron desde Buenos Aires simplemente para acompañarme. Esto es algo muy movilizador y muy fuerte.

A los amigos, a los equipos que acompañaron todo esto y ayudaron a contener.

Y el recuerdo de los mejores compañeros que hemos tenido, que no me importa si tomaron un arma o no, que no me importa si apelaron a la lucha armada o no pero que son probablemente los mejores compañeros de los cuales tenemos que tener el mejor recuerdo que son nuestros 30 mil desaparecidos.

(Al terminar el testimonio el abogado defensor particular Eduardo San Emetério solicita copia del acta para "ampliar mis denuncias contra el tribunal en el Consejo de la Magistratura").

María Noemí Bringue

57 años, trabaja en la legislatura de la provincia de Río Negro en el programa antiimpunidad, divorciada, cinco hijos.

Fiscal Abel Córdoba: Usted ha sido ofrecida como testigo en relación al caso de Oscar Bermúdez. ¿Qué sabe del caso?

Yo conocí a Oscar Bermúdez en el año 1972 en Bahía Blanca, trabajaba como empleada doméstica con cama adentro. Él era militante del peronismo y estaba estudiando. Comenzamos a ser pareja y sinceramente cuando lo conocí yo era un persona que no conocía nada de la vida universitaria ni del peronismo, solo lo que me había dicho mi abuela que ayudaba a los pobres y que Eva Perón había ayudado a un tío mío.

Convivimos, tuvimos una hija, Oscar trabajaba en la UNS, vivíamos en el barrio Universitario, era una época muy linda, de mucha efervescencia, poco a poco fui tomando conciencia de dónde venía yo, se me cayó la venda. Me costaba mucho saber de qué hablaban, participaba de las marchas y de pronto cuando escuché hablar de explotación, lucha de clases, entendí y me di cuenta de qué se trataba. Mi papá trabajaba como albañil.

Quise que todos se dieran cuenta de lo que pasaba. Yo había salido a trabajar de muy chica y mis hermanos también, así que quería que todo cambiara rápido y me explicaban que los cambios sociales eran lentos, pero yo quería que mi familia tenga qué comer. Había tenido que dejar la escuela para trabajar. De a poco fui acostumbrándome a que los cambios eran lentos.

Un día me dijeron 'vení a la plaza negrita que tengo que hablar con vos' y no era la voz de Oscar. Era la de un compañero y me di cuenta que estaba pasando algo. Me dijo que estaban pasando cosas, yo no sabía qué hacer. Sentía que temblaba la tierra debajo mío. 'Al Congo lo fueron a buscar, fue Argibay, negra vamos a tener que sacarlo'. Yo sentía que todo se aceleraba, no sabía qué iba a hacer con mis dos hijas. Me dijo 'vamos a ver qué hacemos y después te avisamos'.

Me fui esa media cuadra que me separaba de la casa de Oscar pensando cómo iba a hacer para darle esa noticia a mis suegros, apenas tenía 23 años. Le dije a mi suegro, fue a donde estaban los chicos en el sindicato y arreglaron para sacarlo. Sinceramente fue la primera vez que sentía miedo.

Nos fuimos a un pueblito cercano donde tenía familiares. Fue terrible porque mis tíos querían entretenernos y nos no nos animábamos a salir. Días después decidimos volver a Bahía Blanca y recuerdo que esa noche me hice pis en la cama del miedo.

Llegamos a Bahía y Oscar toma la decisión de irse de Bahía para Viedma y el miedo se duplicaba porque por un lado yo había quedado sola con las chicas y él en Viedma que en ese momento parecía el fin del mundo. Todo se ponía muy denso, el clima de Bahía era feo, había muertes, patotas, tenía miedo por mi hijas, por Oscar.

Nos fuimos a Viedma, vivimos un tiempo allí. Después vino el golpe de estado. Sentía todo muy raro, como continuamente un temblor debajo de los pies me sacudía todo, quería estar con mis padres, con mi hermano. Siendo muy joven tenía que estar con las dos nenas, después me embaracé de María Eugenia.

Nos mudamos del balneario donde vivíamos y ahí estaba la mayor parte del tiempo sola porque él trabajaba. Se sentía que se llevaban gente. Nos vinimos a Viedma, seguía la situación enrareciéndose, Darío Rossi que hoy se cumplen 34 años de su desaparición, no estaba en la casa.

Sabía que algo estaba pasando, notábamos que mi hermano que era adolescentes y trabajaba de albañil en Viedma y vino con una de mis hijas y cuando volvió me dijo que lo habían seguido. Uno sentía la presencia de ojos por detrás.

Alguna oportunidad vinimos a Bahía Blanca, Oscar tenía un camión, había unos operativos en la ruta, nos pararon y revisaron unas listas que decían eran unas listas negras, sin dudas eran listas de militantes. Esos momentos eran de miedo. Cuando uno apelaba al sentido común no entendía, si lo que queremos es un cambio dónde está el mal...

El día anterior a que desaparezca Oscar vino y me dijo que lo habían estado buscando en la empresa. Y me dijo que esta vez parece que era diferente. Siempre me levantaba con él a arrancar el camión. Ese día no me levanté, sentí que arrancó y se fue. Él me había dicho que si no volvía algún día iba a intentar por todos los medios avisar pero si por alguna circunstancia no volvía tenía que salir a buscarlo.

Ese 7 de enero me sentí mal, muy triste, hacía mucho calor en la casita humilde en que vivíamos y a las siete de la tarde que era el tope, no llegó. Como a las nueve vino un amigo y le dije Oscar no vino. Me dijo 'bueno tranquila, ya va a volver'. Este amigo me decía que esperemos. Como a las diez y media, once, dijo 'bueno vamos a buscarlo'.

Conseguí un auto prestado y dejé a mis nenas con mi hermana. Fuimos a la empresa, a un pueblito cercano y a medida que pasaba el tiempo la desesperación aumentaba. No sabíamos qué hacer. Pocho me trataba de tranquilizar. Fuimos a verlo al ingeniero Fretes que no quería abrirme la puerta porque era peligroso. Yo lloraba y le rogaba que abra. Le pedí que nos ayudara, dejamos el auto y lo salimos a buscar en una camioneta roja.

Se le ocurrió ir a ver al jefe de personal de la empresa. Íbamos muy rápido, pasamos por la caminera, nos tocaron el silbato y varias personas armadas estaban al lado, se disculpó, dijo que estaba apurado y lo dejaron seguir. Fuimos a Patagones, ya era tarde. Golpeó la puerta, dijo que estábamos buscando a Bermúdez la señora dice que no volvió. Que no lo había visto y después recordó que vio el camión abandonado por el lado del aeropuerto y le llamó la atención.

Salimos a buscar, la noche estaba muy oscura y el ingeniero quería volver. Agarramos un camino que bordeaba la ciudad y ahí las luces de la camioneta iluminaron el camión y cuando me di cuenta estaba parada abajo pero no me animé a ir arriba del camión y mirar.

Estuvimos ahí sin saber qué hacer, después el ingeniero me dejó en mi casa donde estaba mi hermana con su sobrina y ahí sentí que no solo se me movía el piso sino que también se me caía el techo. Esperé la mañana para avisarle a mi suegro.

Esa noche en un momento me venció el sueño o el miedo y lo terrible fue despertarme y no sentir que era una pesadilla sino la realidad. Llamé a mis suegros, se asustaron y cortaron. Después vinieron. Comenzamos a ver los hospitales, las comisarías, sin saber por dónde empezar. Mi suegro me preguntaba, quería contener y a la vez lo superaba el dolor.

Fuimos a una comisaría que fue la primera de una serie de abusos constantes. Decían que había salido, que debía tener alguna amiga por ahí...

Algunas cosas las hacía mi suegro, yo me quedaba con las nenas. Recorrimos todo lo que podíamos y mis suegros me dijeron que me traían a Bahía.

Cuando llegamos les dije a mis padres. Siempre mis padres y mis suegros fueron incondicionales. Mi suegro iba y venía haciendo gestiones.

Recuerdo que una vez fuimos a ver a monseñor Hessayne que me dio una tarjeta y con eso pude ir al V Cuerpo de Ejército. También lamentablemente nos humillamos golpeando la puerta de la iglesia, monseñor Mayer nos echó. Lo pusimos de muy mal humor cuando fuimos a pedir.

Pasado el tiempo llegó una carta diciendo que estaba en la cárcel de Villa Floresta y por lo menos supimos que estaba con vida. Estaba todo como muy convulsionado. Ahí siguió el tema de los abusos, desnudarnos delante de mi suegro. Fue muy fuerte porque cuando entré vi una enorme fila de hombres vestidos de azul y lo buscaba y lo buscaba, vi a un compañero y me impactó mucho y de golpe me para y me dice soy yo. Y no era él. Fue como encontrarme con otra persona. Me dolió mucho no reconocerlo. Después de tres o cuatro meses de estar ahí María Eugenia aprendió a caminar entre los bancos y las rodillas de los compañeros.

Un día de golpe y porrazo lo vamos a ver y no estaba. Ese 'no está más' es como que retumbaba. Nos volvimos desesperados renovando de nuevo el miedo, la desesperación. Mientras él estaba detenido me seguía un auto.

Cuando dijeron que no estaba más, otra vez esperar a ver dónde lo podíamos ubicar. Otra vez fuimos al V Cuerpo, ahí también se daban los abusos de los soldados que estaban detrás nuestro, un trato degradante. Yo iba llorando y un soldado me decía cosas groseras.

Después llegó una carta de Oscar diciendo que estaba en Rawson. Ahí comenzó otro periplo. Ver cómo sobrevivir, ya las nenas no podían ir a verlo, yo tenía que trabajar.

La Nueva Provincia seguía diciendo las cosas que no pasaban entonces uno tenía eso por un lado, por el otro se exageraban. Fuimos a Rawson, continuaban los abusos, durante esos años que por ahí no son muchos, se hacen eternos con las requisas en los hoteles, me hostigaban con la mirada lasciva, las mujeres toqueteando fuerte. Yo trataba de poner la mejor cara.

Recurrí a una psicóloga del hospital municipal porque sentía que era demasiado, tenía tres hijas, su padre estaba en la cárcel y no lo podían visitar y se los planteé. Se juntaron seis o siete psicólogos y psiquiatras y me ayudaron. Me dijeron que era más sano para las nenas ver a su papá en la cárcel que no verlo. Una los quiere ver feliz, le dije a Oscár que se resistía pero finalmente preparamos a las nenas y las llevamos.

Eran como situaciones muy fuertes porque la primera vez se escondían abajo porque no lo reconocían como su papá. Que les iba a decir yo si a mí me pasó lo mismo.

Después fue pasando todo ese tiempo y las llevábamos de vez en cuando.

Ahí no les permitían pero en Villa Floresta le permitían dibujarles y hacerles cuentos sobre dos palomas que estaban en la ventana de su celda.

Fiscal Abel Córdoba: ¿En alguna de estas gestiones fue acompañada por Celestino Fernández?

Sí es la persona que se llama Pocho. Yo no lo conocía de esa manera pero fue quien nos ayudó en toda la parte de Viedma. Recuerdo que esa noche a la madrugada cuando todavía estaba Pocho en mi casa me entró la desesperación de que pudiera estar en la caja del camión. Volvimos y me dijo que me quede tranquila que no estaba. Al otro día volvimos y encontramos muchos papeles de caramelos y marcas de autos, de haberlo arrastrado.

Fiscal Abel Córdoba: ¿En algún momento fue amenazada?

Más adelante, cuando yo trabajaba en una editorial de libros, cuando Oscar sale de la cárcel quedé embarazada y empecé a tener problemas renales. La persona que me había contratado sabiendo eso me dijo que me iba a tener que buscar otro porque no era la Cruz Roja Internacional. Me dijo Oscar que a las trabajadoras embarazadas no podían despedirlas y empezamos una causa laboral. Buscamos un abogado e iniciamos una causa laboral.

Cuando buscamos el abogado viene un señor que después de mucho tiempo y de mucho rastrearlo, un tal Faidutti... después que él sale de la cárcel seguimos recibiendo amenazas, llamaban por teléfono y cortaban, todo el tiempo seguía estando el miedo, seguía estando presente la cuestión del terrorismo de Estado o no sé qué carajo era.

Cuando salió pensé que la libertad iba a resolver muchas cosas pero fue todo lo contrario. La libertad nos encontró distintos, nos encontró con muchas cosas vividas cada uno por su lado, el con la tortura física y la ausencia de sus seres queridos y yo con la tortura psicológica, el miedo, la ausencia, la situación económica que no era la mejor...

Parece ser que no sé qué mano negra mandó a este Faldutti y mostrando un carnet que dijo ser de Inteligencia pidió hablar conmigo y en un patio me dijo que dejara el juicio y que si no iba a tener problemas porque él sabía de quién era la mujer. Le dije que el juicio es mío, qué tiene que ver el juicio laboral con mi marido. Me dijo que era un subversivo, me mostró el arma adelante de las nenas y me dijo 'usted ya sabe como son las cosas'. Inconscientemente le pregunté '¿me está amenazando?'. 'Y usted ya sabe lo que tiene que hacer'. El otro señor me dio la impresión que se sintió muy mal, estaba muy incómodo.

Después yo hice la denuncia en la policía pero ingenua pensé que alguien en esa época podía escuchar una denuncia como esa.

Juez sustituto Oscar Hergott: Una curiosidad, ¿el juicio siguió adelante?

Finalmente nos fuimos a México, Oscar había estado con monseñor De Nevares, lo habían despedido, la situación volvió a ser insostenible por el miedo, vivimos un tiempo allá y ahí nació mi quinto hijo que es varón y después regresamos al país.

Juez Jorge Ferro: ¿Quién las atendía en el V Cuerpo?

Azpitarte creo que era.

Juez José Mario Triputti: ¿Quiere decir algo más?

Quiero agradecerles a ustedes por el respeto, por la posibilidad de declarar, estoy yo sentada acá pero hay mucha gente que no le tocó. Hay 30 mil compañeros que no pudieron. Han sido muy respetuosos y considerados.

Y también quiero decir algo: 30 mil compañeros desaparecidos presentes.

Emilio Villaruel

56 años, está estudiando en la UBA. Hasta febrero trabajó. Divorciado, tres hijas. Vive en Capital Federal.

Fiscal Abel Córdoba: Usted ha sido citado en relación al caso de Oscar Bermúdez. ¿Usted fue incorporado al servicio militar durante la última dictadura militar?

Sí, fui incorporado en marzo del 76 en Capital Federal y fui trasladado cuando hice mi servicio de conscripción en Río Gallegos. Mi secuestro ocurre en el mismo regimiento el 4 de septiembre de 1976. En ese momento estaba en la sala de armas donde me desempeñaba en mi compañía y viene un oficial de guardia acompañado por dos conscriptos más y me dice que por una razón que desconocía me iba a detener.

Me llevó al calabozo de la unidad por un par de días y después fui trasladado al regimiento de Comodoro Rivadavia. Estuve un par de días en ese calabozo. Después fui al baúl de un auto y llevado a un lugar que no conozco. Allí fui interrogado durante un mes y pico con distintos métodos de tortura.

Fui trasladado del regimiento de Comodoro a Capital Federal, al regimiento de Patricios, y de ahí a un lugar en Bahía Blanca que no conozco por lo que fui trasladado ahí sin saber dónde estaba geográficamente. Fui trasladado en un avión militar, encapuchado.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Qué percepciones tuvo del centro clandestino?

Puedo percibir de ese lugar el cuartito donde estaba, donde pasé ese lapso de tiempo y donde estando vendado y esposado con la poquita visión que podía tener alcancé a percibir algunas cosas.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Había más cautivos?

En el cuarto éramos varios. Si bien era una cifra variable seríamos unos seis o siete. Una vez que llegué a la cárcel de Bahía Blanca, conversando con demás compañeros me enteré que algunos de los que estuvieron ahí habían estado en el mismo cuarto conmigo.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Había mujeres?

Sí, estaban en el mismo cuarto, no puedo afirmar que hubiese en otros cuartos también.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Se escuchaban sesiones de tortura?

Se escuchaban los gritos, sí.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Había ataques sexuales?

Lo que pude percibir al respecto es en principio no eran situaciones donde pudiera ver una agresión desmedida. Obviamente mi percepción de las cosas es que ante una situación semejante el que dispone del poder, de una capacidad de vida o muerte de personas, el otro no está en condición de elegir.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Alguna de estas mujeres estaba embarazada?

Sí, lo escuché. Estaba en el mismo cuarto durante poco tiempo, yo llegué en diciembre, hubo una chica que escuché que estaba embarazada.

Fiscal Abel Córdoba: ¿En algún momento le dijeron dónde estaba y por qué?

En Bahía Blanca no. Cuando llegué no me interrogaron así que no tuve contacto como para decirme nada.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Estando secuestrado escuchaban noticias de falsos enfrentamientos?

Sí, teníamos posibilidad de escuchar las radios que escuchaban ellos. Escuchaba por radio que había noticias de enfrentamientos y eso posteriormente cuando pude hablarlo con mis compañeros en la cárcel me lo explicaron.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Podría relatar el traslado a la cárcel cómo fue?

Nos sacaron a la noche, éramos varios. Estábamos encapuchados, nos sacaron en diferentes vehículos, llegamos a un lugar que consideré descampado y de ahí a la cárcel siempre con la capucha puesta.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Qué trayecto medió entre una cosa y otra?

No diría que fueron varias horas.

Fiscal Abel Córdoba: ¿En qué pabellón fue alojado?

Creo que el número seis. Calculo que se diría que era el de los políticos porque era el único habilitado así.

Cuando llego, el primer compañero que tuve de celda fue Bermúdez. Nos encerraron y empezamos a charlar inmediatamente. Hablamos sobre de dónde veníamos y de la situación que atravesábamos en ese momento.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Hasta qué año estuvo detenido?

Cinco años y medio desde el 76 hasta el 81, 82.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Compartió con Carlos Sanabria?

Me suena el nombre, creo que en la unidad de Bahía Blanca.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Estuvo a disposición del PEN?

Todos esos años. El 17 de enero me pusieron a disposición del PEN y en algún momento me dieron de baja, creo que fue en el momento previo a estar a disposición del PEN.

Juez José Mario Triputti: ¿Nunca se enteró del motivo de su detención?

Exactamente no porque nunca me lo explicaron. Milité en la JUP en mi época de universitario, posiblemente haya sido por ese motivo mi detención. El único lugar donde me torturaron fue en Comodoro Rivadavia y en Capital Federal tuve algunos episodios. En Bahía estuve atado a la cama, no podía hablar con nadie.

(...)

Juez José Mario Triputti: ¿No lo visitó ningún juez en la cárcel ni fue trasladado a un juzgado federal?

No.

Juez José Mario Triputti: ¿Quiere decir algo más?

Creo que a lo largo de estos años uno reflexiona mucho. En la medida que uno pasa por situaciones límites de esta naturaleza uno se hace preguntas. Algunas cuestiones encuentran respuestas y otra no. He comprendido algunas cosas y otras no tanto. Me cuesta entender que esta inteligencia del hombre, esta dualidad que surge a partir de la capacidad de pensar y actuar a partir de sus propios pensamientos. Creo que hay límites que como seres humanos no podemos pasar y no termino de entender cómo hay personas que tienen la capacidad de razonar y traspasan un límite. Eso no lo entiendo, no puedo aceptarlo, no puedo entender cómo se puede robar el bebé de una mujer que después van a matar. No puedo entender que se torture no solamente para romper el cuerpo del otro y sacar información sino destruirlo en su psiquis. Esto no lo acepto, por eso estoy aquí y me espanta también. Gracias por escucharme.

Celestino Fernando Fernández

58 años, trabaja en el campo, vive en Viedma. Divorciado, cuatro hijos.

Fiscal Abel Córdoba: Usted ha sido citado como testigo en relación al caso que tuvo como víctima a Oscar Bermúdez. ¿Usted lo conoció?

Sí. Él estaba viviendo en un paraje, el balneario El Cóndor, en ese momento tenía alrededor de 50 habitantes es decir que si entraba un perro sabíamos si era o no del lugar. En ese entonces venía a trabajar a Viedma. En un día de semana que no estoy se junta con unos amigos y me comentaron que había un flaco nuevo. Lo vi una vez, me lo presentó un amigo, al tiempo, dos o tres meses me vuelvo a encontrar y me ofrece juntarnos para comer unos fideos. Yo soy criado en el campo así que para mí cuando se junta uno con los amigos es para comer un asado.

Me dije que había que darle una mano porque la debe estar pasando mal. Él tenía un camión, yo sé algo de mecánica y empezamos a darle una mano.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Usted supo del secuestro de Bermúdez?

Sí, el mismo día. Por esta cuestión iba a preguntarle si no le pasó algo y cuando llega la tarde supuestamente tenía que regresar alrededor de las seis, no venía y en principio pensamos que se le había roto el camión. Esperamos hasta que nos desbordó la impaciencia, yo no tenía vehículo así que salí a conseguir un auto prestado y nos fuimos hasta donde debería estar que era a treinta kilómetros y no estaba. Nos volvimos y ahí pensaba dónde se había metido.

Había elementos que con el tiempo me di cuenta que no los manejaba. Fuimos con la señora, volvimos y fuimos a preguntarle al ingeniero de la obra, Fretes creo que se llamaba, con él fuimos hasta Patagones a ver al jefe del personal y con la charla y alguna idea que me había tirado empecé a entender que había una posibilidad que lo hayan secuestrado. Él lo único que me había comentado en un momento que estábamos arreglando el camión, me dijo que a Darío Rossi se lo habían llevado y que por ahí le podía llegar a ocurrir a él. Me dio los números de teléfonos de los padres que vivían en Bahía Blanca.

Volvimos de ver al jefe de personal que le dijo a Fretes que había visto el camión camino al aeropuerto, fuimos, estaba por un camino de cintura y encontramos el camión. Lo primero que noté es que había habido un forcejeo por la forma de las pisadas, conozco bastante de rastro, pude confirmar qué era lo que estábamos pensando.

Al otro día en la mañana fuimos a Entel para comunicarles a los padres porque quedaba sola con las nenas.

Eso fue el 7 de enero, tengo entendido que apareció el 21 de enero. No recuerdo si me lo dijeron o si lo leí en el diario.

Me iba enterando dónde estaba por la señora y los padres.

Abogado querellante Walter Larrea: Además de conocer lo que le pasó a Bermúdez ¿tiene conocimiento de algún otro secuestro en Viedma?

Lo que me comentó de Darío Rossi, Bachi Chironi que fue todo un comentario en el pueblo porque intervino hasta el obispo, Meilán que el comentario era que la nena había quedado en el auto.

El primer secuestro fue el de Jorge Tassara que estaba trabajando y lo llevaron a una oficina. Eso fue enseguida después del 24 de marzo.

María Cristina Cévoli de Chironi

59 años, jubilada, viuda, cinco hijos. Vive en Viedma.

Fiscal Abel Córdoba: Usted es la esposa de Eduardo Chironi, ¿en qué año contrajeron matrimonio?

En el año 1973 contraje matrimonio con Eduardo Bachi Chironi. Bachi era de Bolsón, yo de Viedma, ellos se mudaron a Viedma. Empezamos a noviar en el 68, terminamos el secundario, Bachi se fue a estudiar a Buenos Aires, yo un tiempo acá en Bahía y en el 73 nos casamos. En ese momento estudiaba administración de empresas y era empleado del Banco de Río Negro, era militante gremial.

Estuvimos hasta noviembre de 1975. Yo me vine antes con mis hijos, Bachi terminó de estudiar y nos radicamos en Viedma. Yo trabajé como maestra unos meses.

La detención se produjo en diciembre de 76, durante todo ese año sucedieron varias cosas, una de las más importantes es que lo echaron del banco luego del golpe. Cuando volvimos a Viedma nos encontramos con nuestros amigos que también militaban en distintas organizaciones que tenían que ver con el trabajo social.

En el 76 hicimos una volanteada para recordar el aniversario de Perón. El volante decía 'A pesar de la prepotencia de Videla y sus milicos Perón vive en el corazón del pueblo' y lo firmaba el Peronismo Auténtico porque pertenecíamos al Peronismo Auténtico.

A partir de ahí empezamos a sentir cosas raras, persecuciones. En julio de ese año secuestraron por primera vez a Cacho Crespo que era nuestro amigo de antes de casarnos, lo devolvieron enseguida a Viedma y entre julio y noviembre hubo una seria persecución. Constantemente veíamos autos que nos controlaban, mi marido no tenía trabajo, estábamos esperando otra hija, no teníamos obra social, a mi médico ginecólogo lo habían echado del hospital, no sabíamos ni dónde iba a nacer nuestra hija. Teníamos los hijos chiquitos, sin posibilidades de conseguir trabajo, yo conseguí trabajo como maestra, pude tener obra social y mi hija nació en un centro médico.

En noviembre empezaron las detenciones. El orden tal vez a esta altura lo equivoque, García Sierra, después Meilán, creo que en el medio alguien más y a la persecución que había en nuestra situación de estar continuamente vigilando dónde íbamos, en un momento mi cuñado tenía un socio que se nota tenía un contacto en la Policía Federal porque le comunicó que había que detenerlo, traerlo al V Cuerpo y sugirió que vieran la forma de ver para que no sea un secuestro.

Cuando el 2 de diciembre secuestraron a Oscar Meilán y su esposa Ciqui y dejaron a sus hijos en el auto, nosotros nos morimos de susto pensando que si nos llevaban nos iban a dejar a todos los chicos solos, entonces nos fuimos a los de mis suegros.

Alrededor del 9 de diciembre, a raíz que mi cuñado había hecho el servicio militar en Comodoro, él nombró a Osvaldo Bernardino Páez y resolvieron venir a verlo mi suegro, mi cuñado y mi marido a preguntar cuál era la acusación que tenía para salvarse de la situación de persecución.

Bachi contaba que cuando estuvo con Páez en un momento él se comunicó por radio y habló con una persona que después en la tortura él reconoció la voz... ¿Me está dibujando? (Nota: pregunta en referencia al imputado Páez que estaba dibujándola).

Juez José Mario Triputti: Señora diríjase al tribunal por favor.

Fiscal Abel Córdoba: Disculpe señor presidente, ¿qué advirtió señora?

Observé al señor Páez tomando nota y mirando. Capaz que me esté dibujando. No me gusta que haga eso. Él después reconoció la voz de alguien que habló por esa radio. Volvieron a Viedma y continuaba la situación. Muchas noches veíamos un auto en la puerta de la casa. Alguna noche hasta han entrado al patio porque se abrió la jaula y salieron los pajaritos que había. Mi suegra y yo prácticamente no dormíamos, hice algo que realmente estaba muy mal, como tenía mi hija chiquita me abrazaba a ella y me dormía llorando. Me parece que le hice mucho daño porque no tiene trastorno de personalidad pero es una persona con muchas dificultades.

Como continuaba la persecución volvieron a ver qué pasaba. Forchetti insistió en que todavía estaba la orden por lo cual el 13 de diciembre mi marido se presentó en compañía de dos abogados en la Policía Federal y estuvo detenido ahí hasta el día en que lo trajeron al V Cuerpo. Durante esos dos días lo fuimos a visitar todos, los hermanos, los padres, el obispo, el párroco, yo, los tíos. El 15 de diciembre nos avisaron que lo iban a traer al V Cuerpo.

Después nos citaron para darme sus pertenencias, un reloj, la alianza y así como tomada de pelo hasta un preservativo pero como no era de él no lo acepté. Así hasta el 27 de diciembre en que mis suegros recibieron una llamada de un señor de apellido Vega que era gerente de un banco acá en Bahía Blanca, que era cursillista y que le confirmó que estaba en la cárcel de Villa Floresta y que lo podíamos visitar los viernes.

En ese interín el obispo Hessayne se presentó pidiendo por él porque había sido su consejero para que se presentara porque no tenía nada que ocultar, nuestra militancia consistía en su caso en ser delegado gremial, pertenecer a la JUP, y haber hecho una volanteada.

Bueno, el 31 de diciembre que justo era viernes, nos presentamos con mis suegros y los hermanos de Bachi en la cárcel. Primero la hicieron pasar a mi suegra y salió llorando, me dijo que no lo íbamos a poder ver porque estaba en enfermería. Después de una hora y pico que nos dijeron que lo íbamos a ver porque era 31 de diciembre nos hicieron pasar a la enfermería. Era como un zaguán, se abrió la puerta y dos presos comunes traían una masa deforme. Yo lo reconocí por la camisa, no tenía pelo, se lo habían arrancado, la cara era una masa deforme con quemaduras y lastimaduras, la boca así, los ojos en compota total y tenía las manos con agujeros quemados y algunos dedos de las manos sin uñas. Apenas podía caminar, quiso llorar pero no podía porque no se encontraba la cara. Lo primero que dijo fue 'mamá quiero Toddy'.

El enfermero que nos acompañaba pidió que fuéramos más lento. Estaba obnubilado, cuando en un momento digo 'por favor qué le hicieron', alguien que estaba uniformado atrás dijo que lo encontraron así. Mi cuñado dijo '¿cómo que lo encontraron así? Si se presentó en la Federal'. Nos echaron y nos dijeron que no dijéramos nada porque le podían aplicar la ley de fuga.

Yo seguía en la casa de mis suegros con mis hijos, un día iba para casa de mis padres y veo que un vecino me dice que no doble, vi autos en la mitad de la calle, las camionetas del Ejército, todo el distrito militar estaba en casa de mis padres. Me fui sin doblar, una vecina llamó a mi mamá y le dijo que estaban haciendo un allanamiento.

Buscaban armas. Yo no sé si esa misma tarde o al otro día, cuando vi que se iban fui a casa de mis padres a ver qué pasaba. Él tenía un almacigo de eucaliptos franceses que se lo habían hecho pelota. Al otro día estaba en lo de mi mamá con mis hijos y apareció Forchetti con la camioneta y un auto atrás, iba Goncálvez a quien conocí porque era mozo de una confitería donde íbamos siempre y además había sido maestra de uno de sus hijos.

Me buscaban para ver dónde estaban las armas. Yo dije que no sabía y ellos me decían que Bachi había dicho que yo sabía. Fuimos hasta la casa de mis padres, yo insistía que no había armas porque en realidad había puesto yo unas revistas abajo de un ladrillo, del Descamisado por la muerte de Perón con fotos interesantes y una de Evita Montonera donde había un artículo económico que realmente la escribió un visionario.

Forchetti trataba de convencerme, tenía que decir a dónde estaban porque él no quería llevarme a Bahía. Trató de convencerme diciéndome que yo le hacía recordar a una hija. Cuando indiqué a donde estaban escuché que decía 'ya está ya está'. Lo llamaron a Padilla Tanco, llamaron a dos testigos.

Padilla Tanco hizo como un gesto muy enojado como que semejante escándalo por cuatro revistas. Cuando le dije qué le hicieron a mi marido para que dijera que yo tengo armas, me dijo 'con pentotal dicen la verdad'.

Fue un período tremendo. Ni les cuento lo que fue volver a Viedma ese 31 dejándolo en muy mal estado en la enfermería de Villa Floresta y yo lo he amado a mi marido toda la vida pero pensaba en mi suegra que veía a su hijo así. Mi suegra dijo '¿Pero qué tipo de madres habrán tenido estas personas?'. Yo todavía me lo pregunto. Realmente una cría a los hijos, los vacuna y les hace tantos mimos para que después se regodeen golpeando y torturando a alguien en un estado de indefensión, es inhumano. A veces también me pregunto si estas personas pueden dormir en paz. ¿Cómo dormirán cuando han escuchado esos gritos de dolor, ese llanto de algunas madres cuando le sacaban a sus hijos?

De Villa Floresta, durante todo el tiempo que estuvo, hasta agosto del 77, lo visitábamos los viernes. Yo conseguí un permiso especial para ir los viernes porque trabajaba en una escuela. La experiencia de las requisas, del abuso de poder de las personas que tenían que realizarla, tenían que desvestir a los bebés, era una cosa horrible.

Cuando volvimos a Viedma, que lo habíamos visto así, lo fui a ver a Forchetti y me dijo 'bueno a veces pasa'.

Estaba en la cola de la requisa y vino un señor que era el Mono Nuñez y dijo 'esta yegua me hizo cagar a pedos'. Parece ser que al decir que estaba en esas condiciones lo retaron. Cuando no lo encontramos a Bachi, mi suegro trabajaba en el Consejo de Educación y el presidente le sugirió que vea a Goretti Wilkinson que mis suegros habían conocido en la línea sur y era el jefe de la Side. Y Walter Taborda, se decía que era del servicio de informaciones del Estado durante el proceso. También lo vieron a Catuzzi.

En Villa Floresta estuvo hasta marzo del 78 en la cárcel de Rawson donde también hemos vivido situaciones tremendas porque en una de esas se caía una ceniza en una maderita y suspendían la visita. Durante esos casi dos años en que Bachi estaba detenido, nuestros hijos iban creciendo buscándolo. Tuve que sacar la ropa del placar porque los más grandecitos la veían y lloraban.

Para la más chiquita su papá era mi papá. Teníamos una foto de mi marido que se había sacado con barba y los despedía todas las noches. Ese era el papito querido y pasó que cuando lo fuimos a buscar a Rawson, cuando llegamos a casa estaban los nenes sentaditos esperándolo y por supuesto no lo reconocieron. Vino pelado, era otra persona, me costó a mí reconocerlo. Creo que el Bachi que tocaba la guitarra, que cantaba, que tenía una mirada... se quedó en La Escuelita. Realmente nos costó bastante esfuerzo reconstruir nuestra vida en común y después de unos años tuvimos dos hijos más.

Una de las cosas más fuertes es el miedo, ese que es visceral, físico.

Después nos enteramos que el 24 de diciembre había tenido dos paros cardíacos. En el 83 tuvo una enfermedad y le tuvieron que sacar un testículo deteriorado por los golpes y la electricidad. Además le rompieron una costilla de una patada, la costilla se soldó pegada al pulmón y le provocó un neumotórax mediano y le provocó una fibrosis pulmonar. En esa herida se le generó un cáncer y murió hace tres años. Intentaron hacerle rayos pero no se podía porque tenía como una capa de sangre acá al costado, incluso las punciones tampoco podían hacerle, solamente se pudo hacer quimioterapia.

En el 84, el 31 de diciembre, me acuerdo que me desperté y escuché la máquina de escribir. Me quedé en la cama hasta que dejara de escribir y cuando bajé me mostró su declaración. Era la primera vez que hablaba de lo que le había pasado. A mí no me lo había contado nunca, yo vi lo que le habían hecho pero nunca me había contado.

Hicimos la primera presentación ante la Conadep en el 84, en el 85 hicimos la presentación ante el juzgado federal de Juan Pablo Videla. En un momento tenía que hacer el reconocimiento de Abelleira, entonces empezamos a recibir llamados y cuando levantaban el tubo cortaban. Hasta que le dijeron que lo iban a matar y lo escuchó mi hijo de once años. Bachi hizo la denuncia y tuvimos el teléfono intervenido, custodia policial que era como poner un grupo de gallinas a cuidar una bolsita de maíz.

Nos fuimos a Bariloche, él continuaba sin trabajo, después de la cárcel no conseguía. Yo trabajaba como maestra. Se volvió a enfermar, tuvo otra infección urinaria importante, volvimos a Viedma y yo quedé con cuatro chicos y embarazada. O sea que durante la democracia también fuimos perseguidos. Hasta que en el 95 fue elegido legislador por dos períodos y fue el período más largo de trabajo estable.

Cuando hicieron el allanamiento en casa de mis padres, dos días después tocaron timbre y mamá dice 'son los muchachos de la Federal'. Salí y estaba Floridia y un señor de cabello más claro, más o menos de la altura de el que después preguntando me dijeron que era Abelleira. Floridia me preguntó qué hacía ahí. Le dije que estaba en la casa de mis padres y me dijo 'hacete la viva que te vamos a llevar como lo llevamos al otro'.

Pasaron los años y yo lo vi a Floridia, sabía que era él porque en algún momento en la comisaría lo leí, lo vi después de un tiempo en unos juegos con sus hijos y después no registré nunca más a ese represor. Lo nombré alguna vez y después pasó desapercibido. Después de la muerte de mi esposo, un día estaba en una elección de magisterio y leí Floridia y me afloró ese miedo visceral que sentí el día que me dijo que me iba a llevar a Bahía y ahí resolví hacer la denuncia.

Fiscal Abel Córdoba: Le voy a hacer algunas preguntas respecto a algunos aspectos parciales de su relato. Cuando visitaba a Chironi en la Federal ¿a quién veía?

Lo veía a Forchetti, lo he visto a Goncálvez, a Floridia. Mi marido venía de un pasillito de atrás. El jefe era Forchetti.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Su suegro hizo gestiones ante ellos?

Sobre todo ante Forchetti por medio de los abogados. Yo no sé si hablaban de esos temas, sí que respecto a lo de Bachi insistía Forchetti en que tenía que llevarlo al V Cuerpo y que los que mandaban eran del V Cuerpo.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Ya cuando lo vio en la unidad 4 supo de paros cardíacos que haya sufrido su esposo?

Así nos dijo el enfermero que estaba presente, el que nos dijo que no lo apuráramos. Nos dijo 'ahora está bien, parecía que le había pasado una topadora por encima, incluso tuvo tres paros cardíacos'.

Fiscal Abel Córdoba: Cuando la va a buscar Forchetti en una camioneta dijo que en un auto atrás iba Goncálvez ¿iban armados ellos?

Sí, Goncálvez sí tenía. Estaban en el auto, incluso tenía dos armas. Yo pensé cómo hará para usar las dos a la vez.

Fiscal Abel Córdoba: ¿El único objetivo era buscarla a usted?

Sí.

Fiscal Abel Córdoba: En la instrucción hay una carta donde quien la firma dice que pide que Fernando Chironi pase a verlo en el Penal de Campo de Mayo para explicarle como fue la guerra antisubversiva y habla de una Operación Trigo para que Montoneros no quemen campos. Esa carta está firmada por Osvaldo Páez ¿podría relatarnos cómo llega a sus manos?

En el año 2008 cuando Bachi ya estaba enfermo, habíamos venido de Buenos Aires y mi suegro que trabajaba en el obispado de Viedma nos cuenta que había recibido una carta de Osvaldo Bernardino Páez que decía que quería que su hija Claudia, que es una monja, para explicarle que no era él sino otro Páez.

Mi marido que tenía el cáncer que lo estaba comiendo dijo que no quería verlo. Entonces mi suegro le contestó que la podía recibir él. Así que la recibieron Juan Fernando Chironi, que era mi suegro y Fernando Gustavo Chironi que es mi cuñado y le explicaron que no, que incluso Nano era el que conocía a Páez y estaba seguro de quién era.

El 16 recibió una carta fechada el 12 de mayo donde Páez le agradece que hayan atendido a su hija y hace una serie de consideraciones pero no se acuerda de la entrevista. Lo que es la vida porque esa carta la termina diciendo que él también había rezado mucho a Ceferino por su hija y entendía que mi suegro rezara tanto a Ceferino por la salud de su hijo. Cabe destacar que esa carta le llegó el 16 de mayo de 2008 y mi suegro murió el 24 de un infarto. No alcanzó a contestar.

Esa carta la tengo en mi poder y la acerqué para que esté en el expediente porque me parece de una crueldad tremenda que después de 35 años y haciendo mención a la situación final en la que estaba, reivindique lo que estaban haciendo como una guerra entre hermanos. Eso no fue una guerra, ¿o la guerra para esta gente es tabicar gente atada, indefensa, perseguir a las mujeres porque no sabemos dónde están nuestros maridos y tenemos que cuidar a nuestros hijitos? ¿Eso es una guerra entre hermanos?

(...)

Abogado defensor oficial Alejandro Castelli: ¿A su entender la atención médica que recibió en la unidad penal 4 fue satisfactoria?

No, fue sumamente insuficiente. No se curó el neumotórax sino no se hubiese hecho la capa de sangre.

(...El abogado defensor particular Eduardo San Emetério pregunta detalles sobre el allanamiento a la casa de los padres de la testigo...)

Forchetti me mintió y me engañó.

Juez José Mario Triputti: ¿Quiere decir algo más?

Tengo la más íntima convicción de que este tribunal está juzgando y va a juzgar con absoluta rectitud y cuestión de buenos hombres a estos imputados. Pero también tengo la tremenda convicción de que los condenamos todos. Ya están condenados. Nada más.

Bahía Blanca, 29nov11
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