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24oct11


La libertad de Marenchino es una burla a la sociedad


-¿Cómo tomaron la excarcelación de Hugo Marenchino?

-Es un cachetazo demasiado fuerte que nos dieron no sólo a las víctimas, sino además a toda la sociedad pampeana, después del esfuerzo sobrehumano que hicimos el año pasado para que, por primera vez en varias décadas, se condenara a los represores de la provincia. La gente no sabe el sacrificio que pasamos para que ese juicio se hiciera. Hubo testigos que llegaban a las audiencias escondidos en el piso del auto, por el miedo que tenían y que todavía soportan.

-¿Pensaban que podía pasar?

-Teníamos algunos temores, sobre todo que los condenados se escudaran en su longevidad, en que son viejos y enfermitos y pidieran detención domiciliaria. Pero esto es el colmo, una barbaridad. Marenchino siempre había intentado zafar, diciendo que él no tenía una responsabilidad directa en los secuestros durante la dictadura, pero eso es mentira. Lo detalló muy bien mi abogado Miguel Palazzani, cuando en su alegato explicó que este represor era el que organizaba las tareas de inteligencia para las posteriores desapariciones de compañeros. El papel de este hombre siempre se ocultó, camuflado de supuestas tareas administrativas.

Nunca pensó que el año pasado tendría una sentencia condenatoria, y por eso fue muy importante ese juicio. Además, una vez recuperada la democracia, siguió protagonizando algunos hechos bastante escandalosos.

-¿Qué lugar ocupó?

-No era conocido en el ambiente de los organismos de Derechos Humanos, aunque las labores que desarrolló en inteligencia lo convierten en culpable directo de los secuestros, o como mínimo en cómplice. Cuando se recuperó la democracia fue un histórico puntero político del PJ de la provincia, y durante la gobernación de Carlos Verna era el responsable de un área que se encargaba de distribuir jubilaciones y pensiones graciables. Su hija, incluso, permaneció mucho tiempo como secretaria de Verna en la provincia.

-¿A qué te referís como hechos escandalosos?

-Por ejemplo, el que ocurrió hace algunos años en Eduardo Castex, localidad ubicada a unos 80 kilómetros de Santa Rosa, donde vive Marenchino. Los García son una familia militante muy reconocida en la región, desde la época de Pampero García, viejo luchador contra el sindicalismo de derecha y contra aquellos personajes que después pasaron a integrar los grupos de tareas. Pampero tuvo dos hijos: Sergio, desaparecido después del golpe de Estado, y Carlos. Hace algunos años la esposa de Carlos se presentó como candidata a concejal por una agrupación vecinalista, y en una oportunidad Marenchino la amenazó de muerte, sacó un arma de su auto y le hizo advertencias a toda su familia. Todo el pueblo de Castex repudió el apriete. La única que salió a defender al represor fue Norma Durango, actual candidata a gobernadora. "A esta gente hay que darle una segunda oportunidad", dijo, defendiendo a Marenchino. Durante el juicio del año pasado, nos dimos cuenta realmente de lo que significaba esta persona en la estructura de la Subzona 14, pero no sólo por las declaraciones de los sobrevivientes, sino además por varios testimonios de sus ex compañeros. Humberto Riffaldi, su jefe en el Departamento Nº 2 de Inteligencia (D2), reconoció las tareas que le encomendaba. Esas órdenes se basaban en el punto 5024 de la Resolución 9.1 del Ejército, titulada "Operaciones contra Elementos Subversivos". El memorándum establecía que "las actividades de Inteligencia adquirirían una importancia capital, pues son las que posibilitarán la individualización de los elementos subversivos y su eliminación", y que "del mayor o menor esfuerzo de la actividad de Inteligencia dependería en gran medida el éxito de la misión". Es decir, era una pieza muy importante para ubicar a los blancos. Secuestraban a los compañeros que ellos consideraban "subversivos" u oponentes, y después los llevaban a los centros clandestinos de la provincia.

-¿Comenzó a trabajar en Inteligencia después de marzo de 1976?

-No, en su legajo consta que ya formaba parte del D2 desde 1974, y desempeñó una tarea fundamental en el área. El D2 funcionaba en la Jefatura de Policía que está en el centro de Santa Rosa, y en el mapa represivo de la Subzona 14, el centro clandestino de detención ocupaba parte de la Seccional 1ª, en las afueras de la ciudad. Marenchino siempre insiste con que "yo hacía tareas de jefatura", pero no es así, miente. El policía Juan Ángel Bustos declaró en el juicio que "subía y participaba" en los interrogatorios. La sala de tortura estaba en el primer piso. Y Nilda Stork, nuestra celadora mientras estuvimos secuestrados, también contó que lo veía subir a esa zona restringida, donde únicamente estaban los de "la patota".

-¿De qué manera se preparan para la segunda parte del juicio contra los represores en La Pampa?

-Estamos en etapa de instrucción y uno de los objetivos es incluir como acusados directos a los civiles que participaron en aquella época en la represión, como por ejemplo el ex presidente del PJ pampeano Carlos Aragonés, y varios médicos que nos atendían en la sala de torturas. Hay que aclarar que lo de Marenchino lamentablemente no es nuevo. Ya hubo en nuestra provincia un juicio que fue una burla a toda la sociedad pampeana, después del cual estos represores fueron indemnizados, reintegrados a sus fuerzas y hasta ascendidos de rango. Este personaje llegó a comisario en la Unidad Regional de General Pico a fines de los '90, desde donde manejaba todas las comisarías de la ciudad. La Pampa fue uno de los lugares donde más se palpó la complicidad del poder político y económico con la dictadura. Y un ejemplo es Carlos Yorio, hoy condenado y durante mucho tiempo gerente de la Cámara de Comercio de Santa Rosa.

[Fuente: Tiempo Argentino, Bs As, 24oct11]

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