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01ago10


"No varío mi posición de juez por una amenaza"


El magistrado de la Sala Penal de la Corte Suprema Sigifredo Espinosa habló con El Espectador del grave hostigamiento que sufrió su vehículo en una carretera, cuando él viajaba sin escoltas.

Y aunque no lo confirma, por las investigaciones en curso se sabe que su esquema personal de seguridad fue infiltrado por un espía que le reportaba al DAS todos sus movimientos.

Cecilia Orozco Tascón.- La semana pasada usted se quejó, públicamente, de la falta de investigación por un intento de atentado que sufrió hace un año. ¿Por qué sólo ahora lo revela?

Magistrado Sigifredo Espinosa Pérez.- Quise mantener en reserva hechos como éste y otros muy preocupantes que me han sucedido, esperando los resultados de las investigaciones internas de las propias instituciones, porque mi posición y mi ánimo no son mediáticos ni publicitarios. Lo que me interesa es saber la verdad de lo que se estaba planeando. Por eso, inicialmente sólo hablé con las directivas de la Policía Nacional, a quienes enteré en detalle de esa situación que para mí fue y sigue siendo muy grave, pues sus objetivos eran nefastos para mí y mi familia.

C.O.T.- ¿A cuáles objetivos se refiere y qué fue lo que sucedió?

S.E.P.- A mi juicio, esos objetivos eran el homicidio, el desaparecimiento o la intención de provocar un accidente. En todo caso, nada bueno podían buscar personas que se transportaban en vehículos potentes con modernos equipos de comunicación cuando, en medio de la carretera intentaban interceptar, cerrar, someter a oprobios y exasperar a los ocupantes del vehículo de la Corte Suprema de Justicia en el que nos desplazábamos mis acompañantes y yo.

C.O.T.- ¿No sería un incidente de los que ocurren en las carreteras?

S.E.P.- Era un hostigamiento tan agresivo que no podía ser un mero incidente, entre otras razones porque el trayecto de la persecución fue muy largo: desde la población de Guaduas (Cundinamarca) hasta llegar casi a Honda (Tolima). Pero hay más: cuando paramos en el peaje anterior a la entrada de Honda, una de las camionetas que seguían mi carro llegó al peaje al tiempo conmigo. Estábamos ubicados en carriles paralelos. El conductor del otro vehículo canceló el peaje y pasó más rápido que yo. Pero en vez de continuar su camino, se estacionó y esperó. En cuanto arranqué, inició de nuevo la persecución. Eso no es normal.

C.O.T.- ¿Cuántos vehículos lo seguían?

S.E.P.- Dos camionetas Chevrolet D-Max de modelos muy recientes.

C.O.T.- ¿Exactamente qué hicieron ellos contra ustedes?

S.E.P.- Se comportaron de tal manera, que fue evidente que querían que no nos quedara ninguna duda de que iban persiguiéndonos. Primero, nos sobrepasaban; después, nos esperaban, y cuando llegábamos a donde ellos estaban, nos cerraban. Una vez que estuvimos cerca, intentaron que el carro en que íbamos se estrellara con una tractomula que venía en sentido contrario, bloqueando el paso para que yo no pudiera maniobrar. Temer es humano y tengo que confesar que sentí pánico, sobre todo por mi esposa, que viajaba conmigo.

C.O.T.- ¿Cómo se deshizo de ellos?

S.E.P.- Luego de superado el peaje, continuaron siguiéndome y después de pasarme, se estacionaron en la berma derecha. Los seis o siete ocupantes de las dos camionetas descendieron y se pararon en la orilla. Me atemoricé porque supuse que iban a actuar contra nosotros en ese momento. Continué conduciendo y a quinientos metros encontré una moto de la Policía de Carreteras con dos agentes. Me detuve y les pedí auxilio. Ellos intentaron comunicarse con una central, pero mientras tanto los individuos se fueron. Creo que ese encuentro con la patrulla hizo disuadir a quienes nos seguían.

C.O.T.- ¿Cuánto hace que ocurrió ese incidente?

S.E.P.- Hace más de un año, el 18 de junio del 2009. En cuanto pude, me comuniqué con el jefe de mi esquema de seguridad y le conté lo que había pasado, porque él era mi puente con la Policía. Mi intención era que se activara algún mecanismo de apoyo para mí, pero no pasó nada.

C.O.T.- ¿Cómo así? ¿Su jefe de seguridad no estaba con usted?

S.E.P.- En ese momento no llevaba ninguna seguridad. Era mi costumbre viajar escoltado por la Policía de Carreteras. Pero se me había informado que se había impartido una orden en el sentido de que se había suspendido ese servicio.

C.O.T.- ¿Y por qué no iba con sus escoltas?

S.E.P.- Por aspectos humanos: a ellos no se les dota de viáticos y no disponen de dinero para pagar sus gastos. Y yo no tengo capacidad económica para asumir el costo del traslado de cinco o diez personas.

C.O.T.- ¿Cuándo se iniciaron, entonces, las averiguaciones para saber quiénes eran sus perseguidores?

S.E.P.- En los días siguientes al hostigamiento le pregunté al jefe del esquema de seguridad qué había podido averiguar y como no se había adelantado nada, le exigí que al menos investigara a quiénes pertenecían las camionetas que nos habían seguido, con el número de placas que pudimos anotar. Poco después me dijo, sorprendido, que había descubierto que ambos vehículos pertenecían al Gaula de la Policía Nacional.

C.O.T.- ¿Ese dato tan delicado se verificó?

S.E.P.- Claro que sí. Cuando él investigó en el registro nacional de automotores, no apareció el número de las placas. Eran vehículos fantasma. Averiguó en el Distrito y tampoco figuraban. Otras fuentes no dieron ninguna razón. Finalmente, con mecanismos propios de investigación, se logró identificar una de las camionetas. Estaba asignada al Gaula. En las instalaciones de esa dependencia se constató que el vehículo era usado por agentes de este grupo. Después se encontró que la segunda camioneta también pertenecía al Gaula.

C.O.T.- ¿Su esquema permanente de escoltas estaba compuesto por miembros de la Policía, del DAS o de las dos entidades?

S.E.P.- La protección de los miembros de la Corte Suprema está asignada a unidades de la Policía Nacional.

C.O.T.- ¿Hizo cambiar a sus escoltas por pertenecer a la Policía o continuó con ellos?

S.E.P.- Continúe con el mismo esquema durante unos meses. Pero luego se presentaron otros hechos que deseo mantener en reserva, por prudencia. Como consecuencia de esto último, me vi en la necesidad de devolver a todos los agentes de seguridad que tenía asignados. Se los entregué directamente al general Naranjo.

C.O.T.- ¿Por qué lo hizo?

S.E.P.- De nuevo, debo tener prudencia. Simplemente le digo que tuve elementos de juicio que me llevaron a pensar que debía entregarle el esquema de seguridad a la Policía.

C.O.T.- ¿Prefirió quedarse sin protección?

S.E.P.- En ese momento me quedé absolutamente solo. Después, la institución volvió a recomponer el grupo y con éste me movilizo en la actualidad.

C.O.T.- He leído algunos documentos sobre el espionaje a la Corte Suprema. De alguna de esas lecturas se deduce que una persona de su grupo de seguridad era un infiltrado que reportaba todo sobre usted. Se dice que él también era de la Policía. ¿Eso es cierto?

S.E.P.- Quisiera ser prudente para dar tiempo a que las investigaciones se desarrollen. Seguramente después de que se establezcan todas las circunstancias, se puedan hacer o descartar afirmaciones como las que usted me hace.

C.O.T.- Su posición es respetable, pero no se puede ignorar que al tiempo con el extraño caso de persecución que usted sufrió en una carretera, se estaba desarrollando un operativo contra la Corte Suprema. Su nombre aparece con frecuencia entre los "blancos". ¿Por qué cree que sus actividades llamaban tanto la atención?

S.E.P.- En este momento no puedo hacer afirmaciones categóricas sobre ese aspecto. Pero sí he notado que he sido objeto de monitoreo de mis movimientos; de seguimientos, de interceptación de mis comunicaciones telefónicas; bueno, de espionajes. Incluso de agravios que hacen en mi contra.

C.O.T.- Regreso al tema del Gaula para preguntarle por qué cree que esas dos camionetas querían amedrentarlo en forma tan evidente.

S.E.P.- En principio consideré que era un hecho aislado y no comprendía lo qué pretendían contra mí, pero cuando me enteré de que quienes me perseguían eran del Gaula, entendí que no podía ser ingenuo. Entonces, para mí, tomó importancia la función que desempeño como magistrado de la Sala Penal de la Corte.

C.O.T.- ¿Habló con las directivas de la Policía sobre el hostigamiento de miembros del Gaula?

S.E.P.- Por supuesto. Hablé con varios oficiales, entre ellos el director nacional del Gaula y el director del Programa de protección de personajes. Ellos le informaron al general Naranjo, que se encontraba en el exterior. Cuando regresó, conversamos y se comprometió a iniciar una investigación interna. Yo esperé pacientemente, pero nunca tuve nueva información sobre el caso.

C.O.T.- ¿Cuánto tiempo pasó antes de volver a saber algo?

S.E.P.- Cerca de ocho meses. Decidí enviarle un oficio al inspector general de la Policía para preguntarle por el curso de la investigación. Me respondió, para mi asombro, que esa investigación "en relación con unidades de la Policía por establecer" se había archivado definitivamente. En la investigación ni siquiera se había establecido la identidad de los ocupantes de las camionetas. Y la habían archivado en octubre de 2009, pero sólo me enteraron de eso cuando pregunté, en febrero de este año.

C.O.T.- Pero entiendo que usted también formuló denuncia en la Fiscalía por los mismos hechos.

S.E.P.- Es cierto. Como presumí --y esa sí es una deducción muy personal-- que no había ánimo de investigación dentro de la Policía y creo que ésa es una conducta delictiva, acudí a la Fiscalía para denunciar penalmente el hecho, en marzo pasado.

C.O.T.- ¿Piensa que sus opiniones de magistrado y sus sentencias lo pusieron en la mira?

S.E.P.- Es muy posible. Desde luego, la formación jurídica y la manera como uno decide, seguramente no les gustan a muchas personas.

C.O.T.- ¿Se siente intimidado y en consecuencia ha tenido que modificar, moderar o silenciar sus criterios jurídicos?

S.E.P.- Cuando uno tiene alma de juez en Colombia, debe tener espíritu de mártir. Aquí en la Corte he sostenido que, así sea a precio de nuestras propias vidas, no debemos claudicar nuestra función. Por lo menos, yo no lo haré. Siempre seré un juez ortodoxo: no varío mi posición por una amenaza o una coacción. Y quien lo haga, se pone al margen de la ley.

C.O.T.- ¿Como miembro de un colectivo estaría de acuerdo en que esta situación tan catastrófica que les ocurre a varios miembros de la Corte ha afectado el funcionamiento interno de ese tribunal, que no ha elegido candidatos a varios cargos?

S.E.P.- Yo no puedo responder por la Corte, porque esa es función del presidente de la corporación. Pero desde mi perspectiva, creo que aún perteneciendo a un colectivo, como bien usted lo denomina, cada uno de sus miembros conserva su autonomía y tiene el deber de cumplir con su función. Cuando hay una norma establecida como la del voto secreto, es porque cada magistrado tiene el derecho a mantener su propia convicción. Y así la manifiesta cuando vota como le parece a su conciencia.

C.O.T.- Es obvio que una situación como la que usted ha vivido lo obliga a cambiar ciertas costumbres y ciertos gustos. ¿Ha tenido que modificar radicalmente su vida privada?

S.E.P.- No sólo he tenido que modificarla. En este momento está trastornada y transformada por completo, al punto que me siento como en una prisión que no es ni siquiera la domiciliaria, pues no tengo tranquilidad tampoco en mi casa, por ejemplo, para comunicarme telefónicamente. Tampoco tengo vida social porque me siento absolutamente monitoreado. Trato de evitar al máximo todas las reuniones, incluso hasta las familiares. Cada vez se va uno enclaustrando más, y eso es un problema casi psicológico. O así me siento.

Presidente vs. Corte Suprema, hasta el último día

Al finalizar la semana y no obstante que faltan pocos días para que termine el segundo gobierno del presidente Uribe, éste reavivó sus ataques contra la Corte Suprema. El motivo, esta vez, fue la decisión de la Sala Penal, en cabeza del magistrado Yesid Ramírez, de compulsar copias a la Fiscalía para que establezca si el hijo del Jefe de Estado, Tomás Uribe, interpuso su influencia para que se nombrara una notaria en Facatativá y Tunja, tal como lo denunció, bajo juramento, el ex superintendente de Notariado, Manuel Cuello Baute. Según aseguró el Mandatario el jueves pasado, el magistrado Ramírez "le ha hecho mucho mal a Colombia" y "actúa por odio". El togado, quien fue presidente de la Corte en 2006, fue el primer representante del alto tribunal que se enfrentó a Uribe, cuando le reclamó su cambio de posición en el tema del choque de trenes producido por las tutelas contra sentencias judiciales. Desde ese momento, Ramírez fue blanco de las acusaciones de la Casa de Nariño y ahora se sabe que el DAS investigó, incluso, los sitios en donde vivió cuando era niño. Por su parte, el colega de Ramírez en la Sala Penal, Sigifredo Espinosa, también ha sido objeto de alusiones poco amables del Presidente y de amenazas y seguimientos, al parecer, ejecutados por agentes oficiales.

Magistrados, reconocidos como víctimas

Cecilia Orozco T.- ¿Usted se ha hecho parte de algunos procesos judiciales que se adelantan por los seguimientos a la Corte?

S.E.P.- A los magistrados de la Corte se nos ha invitado a que nos hagamos parte en esas investigaciones. En principio adopté la posición de no involucrarme, pero ante la proliferación de hechos, le di poder a mi abogado para ser reconocido como víctima en algunos procesos.

C.O.T.- ¿Cuántos magistrados de la Corte Suprema han sido reconocidos como víctimas, y en cuántas de esas investigaciones?

S.E.P.- Yo hago parte, como víctima, de tres investigaciones. Creo que casi la totalidad de los magistrados también tienen reconocida su condición de víctimas o la mayoría de los miembros de la Sala Penal la han solicitado.

C.O.T.- ¿Cree que esta situación tan crítica de la Corte Suprema tiene que ver con la confrontación con el presidente Uribe y con las acusaciones que él lanza contra ustedes, o separa los dos temas?

S.E.P.- No quiero referirme directamente a las investigaciones, pero sí me extraña que organismos como el DAS hayan destinado funcionarios tan calificados y de tanta trayectoria a desempeñar el papel de espías de los magistrados de la Corte Suprema, tal como lo han publicado los medios.

[Fuente: Por Cecilia Orozco, El Espectador, Bogotá, 01ago10]

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