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03feb09


Las liberaciones y la ética periodística


En la primera noche de libertad, el subintendente de la Policía Juan Fernando Galicia dijo que las Farc lo habían obligado a él, a los otros dos policías y al soldado que estaban cautivos a dar declaraciones basadas en un libreto. Comentó que los chantajearon con que si no decían lo que los guerrilleros pedían, no serían liberados.

Con base en esa declaración, el gobierno ató cabos cuando se enteró de la presencia del periodista Hollman Morris en la zona y concluyó que él era el encargado de difundir las premeditadas declaraciones de los recién liberados.

Pero el periodista ha argumentado que la razón de su presencia es que desde hace varios meses viene preparando un documental sobre el secuestro. Para tales efectos, dice el periodista, buscó una entrevista con un alto mando de las Farc y que cuando por fin la consiguió, fueron los mismos guerrilleros los que lo condujeron hasta el sitio de la entrega. Escuche la explicación del periodista.

Morris explicó que sí entrevistó a los tres policías y al soldado antes de ser entregados a la comisión. Pero dijo que desde un comienzo se dio cuenta de que sus respuestas no eran espontáneas, sino que obedecían a un testimonio premeditado. “Entonces me dediqué a preguntarles sólo el nombre y cuánto tiempo llevan secuestrados”, explicó en esta entrevista en La W. En ella, también aclaró que, como periodista, tiene la posibilidad de seleccionar qué publica y qué no y aclaró que no iba a publicar testimonios prefabricados por las Farc. Escuche las declaraciones de Morris.

Después llegó la comisión humanitaria. Según un comunicado del gobierno, la presencia de Morris “sorprendió a la Comisión del CICR y a Piedad Córdoba y pretendió que lo trasladaran en el helicóptero dispuesto para recoger a los secuestrados que iban a ser liberados”. Pero no viajó en el helicóptero.

Morris no estaba solo. Lo acompaña el periodista Camilo Raigozo, del semanario Voz. Ambos le explicaron a la Fundación para la Libertad de Prensa (Flip) que “fueron detenidos en un retén del Batallón ‘Héroes de Guapí’ del Ejército. Los militares les impedían el paso hacia el municipio de La Unión Peneya, ubicado a tres horas de Florencia, capital del departamento de Caquetá, al sur del país”.

Dijeron, además, que los uniformados les dijeron que “no podían pasar por ser periodistas. Luego de un rato les dieron paso y los reporteros se dedicaron a realizar su trabajo informativo, relacionado con la liberación de los secuestrados por parte de las Farc”.

La Flip documentó, además, que los periodistas fueron seguidos insistentemente por el Ejército, por lo que los comunicadores decidieron contar su situación a organizaciones de derechos humanos. Para hacerlo, fueron al único establecimiento del pueblo que tiene servicio de celular. “De un momento a otro, el coronel del batallón de apellido Martínez – que la FLIP no pudo identificar totalmente –, ingresó al lugar y ordenó el cierre del establecimiento. Los periodistas fueron detenidos por algunos minutos mientras les exigían la entrega de su material periodístico, argumentando “tener órdenes de superiores”. Los periodistas se negaron a cumplir dicha exigencia. Los militares continuaron vigilando y siguiendo a los periodistas”, dice una alerta emitida por la Flip.

Finalmente, el comandante de la XII Brigada del Ejército, Félix Iván Muñoz, ordenó a los militares que dejaran de exigirles la entrega del material a Morris y Raigozo. Al parecer, tal decisión obedeció a una llamada que hizo el defensor del pueblo, Vólmar Pérez.

Pese a que los militares les dijeron a los comunicadores que podían retirarse, ellos consideraron que se mantenían en riesgo y prefirieron esperar el acompañamiento de funcionarios de la Defensoría del Pueblo. Finalmente, llegaron a Florencia, capital de Caquetá.

Sin embargo, el gobierno ha sentado su protesta en discusiones éticas sobre la posible divulgación de declaraciones premeditadas por las Farc en boca de los liberados para hacerle apología a la violencia.

El vicepresidente Francisco Santos también salió a sentar su protesta en el mismo sentido. “El Gobierno respeta y garantiza la libertad de prensa, pero considera que ni la libertad de prensa ni la liberación de secuestrados deban ser utilizados para hacerle apología a la violencia y a quienes someten al pueblo colombiano al secuestro, a tratos inhumanos, a mutilaciones y a ataques terroristas”, dice un comunicado emitido desde su despacho.

El ministro de Defensa declaró, además, que Morris es “afín a la guerrilla”.

Y el periodista se defiende diciendo que el gobierno ataca a los periodistas que quieren hacer un cubrimiento responsable del conflicto colombiano. Según el comunicador, ya ha empezado a recibir amenazas por los comentarios de Juan Manuel Santos y pide moderar el lenguaje para proteger su vida

Respecto a la seguridad de Morris, el Vicepresidente cuenta en su comunicado que “Morris cuenta con medidas cautelares solicitadas por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y a pesar de alegar riesgo extraordinario para su vida, se sometió a riesgo extremo, sin informar al Estado del cual demanda protección”.

Algunas reflexiones para el debate

  • Fue una desfortunada coincidencia que un trabajo documental de los periodistas Morris y Raigozo se cruzara con el delicado operativo de liberación en su primera etapa. Las partes habian llegado a un acuerdo de que no habría prensa cubriendo las liberaciones. Al estar presentes los periodistas en el sitio donde fueron liberados los cuatro primeros rehenes se violó ese acuerdo, y los malentendidos que de ahí en adalante siguieron casi dan al traste con toda la misión humanitaria.
  • La reponsabilidad del periodismo es mayor cuando estén vidas de terceros en juego.
  • El gobierno se apresuró a sacar conclusiones que afectaron el buen nombre y la libertad de informar de los periodistas Hollman y Raigozo. Sin concoer bien los hechos, dijo que Morris iba a hacer "apología de la violencia" cuando ni siqueira pensaba publicar las entrevistas que él también percibió como ensayadas por los guerrilleros.
  • Con calificativos como "afina a la guerrilla" el Ministro de Defensa descalifica la labor de un periodista valiente y, en un país tan intolerante, pone en riesgo su vida. Morris tiene medidas cautelares de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y como tal debe ser especialmente protegido por el gobierno, que debe abstenerse de atacar periodistas que le son críticos.
  • Es necesario que la Fuerza Pública respete siempre la libertad de los periodistas para conseguir información, para preservar su material periodístico y para moverse por el territorio nacional. Ellos son los garantes más inmediatos de que se respete la libertad de información, pilar de toda democracia.
[Fuente: Revista Semana, Bogotá, 03feb09]

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