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06nov11


Las iglesias hacen frente común contra los mercados financieros


"Necesitamos una nueva arquitectura financiera mundial basada en valores comunes como la justicia social, la dignidad humana, la responsabilidad mutua y que sea ecológicamente sostenible". Quien así se expresa no es un economista, ni un politólogo, sino el pastor Olav Fkyse Tveit, secretario general del Consejo Mundial de Iglesias, que representa a 349 comunidades cristianas de todo el mundo.

La voz del reverendo Tveit, que llega por el hilo telefónico desde su despacho en Ginebra, es un buen ejemplo de cómo la crisis económica ha impulsado a los líderes espirituales de Occidente a alzar su voz abiertamente contra los mercados.

En España, ya a finales de 2009, la Conferencia episcopal publicaba su declaración 'Ante la crisis moral y económica', con un diagnóstico claro: "La crisis económica hunde sus raíces en la pérdida de valores morales, en la codicia y en la carencia de control de las estructuras financieras". Y llamaban "a tomar conciencia del sufrimiento de nuestros hermanos más afectados".

Esa "codicia estructural" que, dice Tveit, se ha instalado en la dinámica del sistema financiero. "No hay razón para creer que el libre mercado es la solución; hace falta una intervención política, y lo que está sucediendo en Europa es un buen ejemplo de ello", insiste el pastor luterano.

Los obispos del País Vasco y Navarra apuntaban también en esta dirección en una carta conjunta del pasado mes de marzo: "El mercado, dejado a sí mismo, no solamente puede resultar insuficiente, sino acabar promoviendo prácticas inmorales y generar un desastre global".

Una economía presidida por la ética

Desde Roma,el Vaticano ha lanzado numerosas proclamas pidiendo que se anteponga el desarrollo humano al beneficio puramente mercantil y abogando por una economía presidida por la ética. El pasado miércoles, sin ir más lejos, Benedicto XVI aprovechó su audiencia pública para hacer un llamamiento a los países del G-20 y desear que puedan "superar las dificultades que, a nivel mundial, obstaculizan la promoción de un desarrollo auténticamente humano e integral". Quince días antes, el Papa había invitado a la gente a redescubrir el calor de la "gratuidad" y de la "solidaridad" en la actual crisis económica y de empleo.

Y, a finales de octubre, el Vaticano presentaba un documento en el que sentenciaba que el Fondo Monetario Internacional (FMI) y demás instituciones creadas después de la II Guerra Mundial se han quedado obsoletas y proponía la creación de una especie de "Banco Central Mundial".

El texto, titulado 'Por una reforma del sistema financiero y monetario internacional en la prospectiva de una Autoridad Pública con competencia universal', destaca que con esta crisis "está en juego el bien común y el futuro mismo de la humanidad". Y afirma que "si no se pone remedio a las diversas formas de injusticia, los efectos negativos que se producirán a nivel social, político y económico estarán destinados a originar un clima de hostilidad creciente, e incluso de violencia". El documento insiste en que la economía necesita de la ética para su correcto funcionamiento.

'¿Qué haría Jesús?'

Mientras, en Londres los 'indignados' han dejado en evidencia a la Iglesia Anglicana, atrapada entre sus estrechos vínculos financieros con la City londinense y su compromiso ante la sociedad británica, expresado inmejorablemente por la pancarta que ondearon los manifestantes ante la catedral de St. Paul cuando les amenazaron con el desalojo: '¿Qué haría Jesús?'.

La dimisión del 'canciller' del templo, Giles Fraser, el mismo que el 15-O dio la bienvenida a los 'indignados' cuando fracasaron en su intento de ocupar la Bolsa, provocó una tardía reacción de renuncias en cadena que puso en jaque a las altas jerarquías.

Las críticas contra el silencio cómplice y la hipocresía de la Iglesia Anglicana no han menguado a pesar del 'mea culpa' del obispo de Londres, Richard Chartres ("fue un error cerrar la catedral") y a pesar también de la 'filípica' en el 'Financial Times' que ha firmado esta semana el arzobispo de Canterbury Rowan Williams, número uno en el escalafón anglicano.

"Es el momento de desafiar a los ídolos de las altas finanzas", escribe Williams, que ha decidido caminar por la senda marcada por el Vaticano y reclamar por primera vez la imposición de la 'tasa Tobin' a las trasacciones financieras (rechazada a las pocas horas por el primer ministro David Cameron).

La reacción tardía de la Iglesia Anglicana ha servido al menos de acicate para abrir el debate político y encauzar las demandas de los indignados, mucho mejor vistos por ciertos estamentos de la sociedad británica tras lograr la "bendición" de la Iglesia.

El arzobispo de Carterbury aspira ahora a recuperar el terreno perdido con la ayuda de un financiero muy vinculado a los 'tories' y a la causa religiosa... Ken Costa, conocido afectuosamente como el 'banquero de Dios', se ha comprometido a ejercer de puente entre los indignados, la Iglesia y la City.

[Fuente: El Mundo, Madrid, 06nov11]

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