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11may12


ACS, el siguiente riesgo sistémico para Bankia, BBVA y Caixabank


En medio del estruendo provocado por la nacionalización de Bankia, ACS publicó sus cuentas del primer trimestre el pasado martes. La constructora dirigida por Florentino Pérez anunció un beneficio de 207 millones de euros, pero al mismo tiempo afloró una deuda adicional de 5.300 millones, un pasivo que pone contra las cuerdas a la compañía y al auditor, Deloitte.

La empresa participada por Corporación Financiera Alba (familia March), los Albertos, Florentino Pérez y Miguel Fluxá (dueño de Iberostar) reconoció que su endeudamiento neto había pasado de 8.800 millones en marzo de 2011 a 10.450 millones. ACS justifica este aumento por la consolidación de las cuentas de la alemana Hochtief, de la que controla algo más del 50% desde enero de 2011. El grupo germano le permitió incrementar su facturación un 144%, pero también le infló la deuda neta en 1.500 millones.

Pero la montaña de obligaciones financieras no se queda ahí. A los 10.450 millones hay que añadir otros 3.738 millones que hasta hace unos días ACS no afloraba. Son los préstamos vinculados a activos que están en fase de venta desde hace casi año y medio, pero que la compañía no consigue colocar. Las normas de contabilidad internacional permiten a Florentino Pérez sacar del balance esos créditos a la espera de que el grupo consiga desprenderse de esas filiales, en concreto, las relacionadas con las inversiones en energías renovables.

ACS anunció el pasado año que había vendido activos eólicos y termosolares por casi 1.992,7 millones de euros. Pero lo cierto es que en sus cuentas de cierre de 2011 solo aparecieron ingresos de 400, por lo que casi 1.600 millones de esos ingresos comunicados a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) quedaron en el aire. Fuentes financieras apuntan a que una de esas operaciones, la venta de varios paquetes de parques eólicos a Bridgepoint por 636,3 millones, se hará en breve.

De los otros 1.000 millones no se sabe nada. O sí. Que la banca no financia las operaciones. Fuentes próximas a ACS reconocen que ahora mismo es muy difícil que se cierren las otras transacciones -las firmadas con los fondos Canepa y GE Energy- por la incertidumbre que hay en torno a la regulación del sistema energético. La constructora ha conseguido quitarse de encima un 25% de su filial se servicios, Clece, lo que le ha permitido obtener unas plusvalías de 150 millones. Y hace unas semanas se desprendió de su 10% de Abertis, una operación que contabilizará en el segundo trimestre con unos beneficios de 191 millones.

La desinversión en Abertis le permitirá reducir su deuda en unos 600 millones de euros adicionales, pero en cualquier caso solo será un grano de arena (un 4,24%) sobre su endeudamiento global: 10.450 millones reconocidos y 3.738 millones aparcados. En total, 14.148 millones, 3,2 veces su capitalización bursátil después de acumular un desplome del 57% en doce meses.

Siendo abultada por sí misma la proporción, el verdadero problema para ACS es que gran parte de esa deuda está ligada a sus dos grandes apuestas financieras, Iberdrola y Hochtief. Entre las dos acumulaba unas minusvalías de cerca de 5.500 millones de euros sobre una inversión de algo más de 10.000 millones. Gran parte de esas aventuras fueron financiadas con deuda, 4.685 millones destinados a tomar hasta el 20% de la eléctrica, y 1.876 millones a la toma de control de la alemana.

Préstamos sin amortizar

ACS consiguió que BBVA, Bankia, Caixabank, Société Génerale, Mediobanca, Natixis y el Instituto de Crédito Oficial (ICO) le refinanciaran la mayoría de estos créditos hasta finales de 2014 y principios de 2015, pese a que en los casi seis años de vida de los préstamos apenas había amortizado el 10% del principal. No obstante, el alargamiento de los vencimientos no fue gratis. Además de tener que pagar un 400% más en intereses, la compañía tuvo que poner 1.000 millones más en garantías por la pérdida de valor de sus acciones.

Solo uno de ellos, UBS, decidió ejecutar en marzo a ACS por un préstamo de 900 millones de euros -renovado en junio de 2011- debido a la que la fuerte caída de la acción de Iberdrola -el subyacente del crédito- dejó al descubierto las garantías de la constructora. En la misma tarde que el Real Madrid jugaba en Munich la semifinal de la Champions League, Pérez vendió el 3,7% de la eléctrica por unos 800 millones, con unas pérdidas netas de 540 millones. La filial española del banco suizo recibió órdenes desde de Londres de no dar más árnica a Florentino Pérez. Otros bancos extranjeros han recibido el mismo mensaje desde sus sedes operativas en la City.

Tras estas desinversión, ACS se ha quedado con el 14,85%, que en bolsa vale unos 3.000 millones, lejos de los casi 8.500 que ha ido pagando desde 2006 para tomar el control de Iberdrola. El último asalto fue en el último trimestre de 2010, cuando compró el 8% del capital por 2.600 millones, a 6,4 euros de media por acción. Solo en esta operación lleva perdidos cerca de 1.200 millones.

El papelón de Deloitte

Y aquí es donde entra en juego Deloitte, el mismo auditor de Bankia, la misma entidad que no ha querido dar el visto bueno al agujero patrimonial de 3.700 millones del banco dirigido hasta el lunes por Rodrigo Rato, tal y como adelantó El Confidencial el 15 de febero. Sin embargo, Deloitte no pone ninguna pega a que ACS no provisione la pérdida de casi 5.000 millones que ha llegado a registrar entre Ibedrola y Hochtief, unas provisiones que llevarían a la empresa a una situación de insolvencia. Sus fondos propios son de 2.535 millones.

ACS justifica el agujero en Iberdrola asegurando que la recuperación del valor es mucho mayor a la pérdida actual. Una aseveración basada en las previsiones financieras -incumplidas por otra parte- de la eléctrica y en unos informes de expertos independientes de gran prestigio a los que no cita. La constructora sostiene que, tras hacer un análisis sobre un posible deterioro de la inversión, "la valoración de bolsa no refleja fielmente el valor de un paquete", Es decir, que la mayoría de los inversores están equivocados. Tras admitir el desplome en bolsa de su participada (un 45% por debajo de su coste de adquisición), añade que "no existen evidencias objetivas de deterioro de la participación en Iberdrola".

Pérez insiste en que la inversión es a largo plazo, pese a la venta reciente de un 20% de su participación, y que su intención sigue siendo entrar en el consejo de administración para tener influencia significativa en la gestión y contabilizar su actual paquete del 14,85% por puesta en equivalencia. La compañía concluye que "al no existir evidencia objetiva de deterioro... considera que la caída de cotización no debe necesariamente implicar el reconocimiento de una pérdida por deterioro".

Si Deloitte, tras seis años de pérdidas continuadas, decidiera obligar a ACS a dotar esos números rojos, el holding de los March, los Albertos, Fluxá y el fondo Southern Asset tendría un problema de dimensiones similares a las de Bankia. Especialmente porque a la compañía ya no le quedan muchos más activos por vender que pueda hacer líquidos de forma inmediata, con la excepción de la propia Iberdrola y Hochtief. Ahora tiene en el mercado su filial de residuos industriales, pero eso apenas le reportará 300 millones en el mejor de los casos.

Otros dos problemas

Por si no fuera poco, ACS tiene otros dos problemas. Uno interno, el de sus propios accionistas del núcleo duro, varios de los cuales, incluido el propio Florentino Pérez, compraron sus acciones por encima de su valor actual y con créditos a devolver. Eso les puede llevar a tener que vender sus títulos para cumplir con la banca si no aportan más garantías, ya que, como pasa con Iberdrola, el subyacente de esos préstamos son las acciones de ACS. Cuánto más caen, más dinero tiene que poner.

El externo es que Iberdrola puede verse obligada a reducir su dividendo tras la decisión de Standard & Poor´s de rebajar su calificación crediticia. El grupo que preside Ignacio Sánchez Galán ya ha anunciado que también venderá activos para evitar un nuevo rejón en su solvencia financiera. En definitiva, una espiral diabólica que puede generar un nuevo agujero a la banca y al Estado a través del ICO y de la propia Bankia. El nuevo banco público es dueño del 5,2% de Iberdrola, participación que debería vender para devolver cuanto el dinero a los ciudadanos pese a que perderá más de 1.000 millones.

La pelota está en manos de los March, que preparan "medidas para solucionar" el entuerto, de Francisco González (BBVA), de José Ignacio Goirigolzarri (Bankia,) y de Isidro Fainé (Caixabank), su gran valedor hasta la fecha.

[Fuente: Por Agustín Marco, El Confidencial, Madrid, 11may12]

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