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18feb12


Los Tigres de Arkan en España


En el amanecer del diez de noviembre de 1991, un grupo de hombres saltaban frenéticos en el promontorio de Milova Brda, al oeste de Vukovar. Sus siluetas los identificaban como jóvenes paramilitares, una música chirriante acompañaba sus saltos y gritos, que, Franjo, el traductor, repitió en italiano:

«Hola cerditos. Buenos días, żpreparados para la matanza? żFamilia Susak? żCuántas mujeres quedan? żTambién se han quedado los Babic? ˇCuchillo!»

Paró la música y escuchamos gritos de los prisioneros que asesinaban en la ladera este. Mientras corríamos con los primeros taponazos de morteros hacia la carretera de Nustar, pensaba en la crónica telefónica que mandaría a Antena 3 desde Osijek. Roberto Brasero, entonces becario, al otro lado de la línea me preguntó: «żQué ha pasado hoy?». «Que los tigres de Arkan han entrado en Vukovar», contesté.

Un mes antes, mientras enviaba imágenes de una matanza en Negoslavci atribuida a Arkan, Roberto comentó la inquietante impunidad con la que operaba este grupo y a dónde irían cuando acabara la guerra. Veinte años después, Luka Bojovic, uno de los hombres más jóvenes que saltaban en la colina de Milova Brda, se cruzaba en Valencia con una pantalla donde aquel mismo becario anunciaba una ola de frío.

Los perfiles de los detenidos en Valencia el 9 de febrero, acusados entre otros del asesinato del primer ministro de Serbia Zoran Djindjic en 2003, reflejan las características y evolución del grupo fundado por Željko Ražnatovic, Arkan.

Hampa al servicio de Tito

Arkan no era un bandido advenedizo como los que aparecían en los diferentes frentes de los Balcanes, héroes que controlaban el mercado negro. Hijo de un oficial de la fuerza aérea, se educó entre una férrea disciplina familiar y la de los reformatorios en los que le ingresaba su propio padre.

Comenzó a trabajar para los servicios secretos yugoslavos muy joven. En 1972, a cambio de eludir la cárcel, su protector Stane Dolanc le pone bajo sus órdenes en la UDBA, la policía secreta yugoslava. Su primera misión fue eliminar a la competencia croata en el hampa y crear una mafia yugoslava (serbocroata) que a cambio de protección realizaba trabajos para el régimen de Tito.

Encarcelado en Bélgica en1974 y en Holanda en1979, logró fugarse de sus prisiones con un aparatoso apoyo exterior y mantuvo su actividad en la UDBA hasta 1989, cuando regresa a Belgrado para fundar con el apoyo gubernamental el grupo Guardia Voluntaria Serbia, el embrión de los Tigres de Arkan.

En la selección de los voluntarios intervino directamente Raznatovic, buscando entre Ministerio del Interior, Ejército, prisiones y ultras del Estrella Roja de Belgrado. El grupo llegó a contar en algunas fases de la guerra con 10.000 soldados, 7.000 de ellos combatiendo. Entre los primeros seleccionados figuraba un joven llamado Luka Bojovic.

El grupo se financio con fondos del Ministerio del Interior y del entramado de contrabando de armas, tabaco y petróleo que el propio Arkan había organizado. En combate, el botín de guerra permitió que el grupo se autofinanciara. Un arma distinguía a los oficiales de los tigres del resto de fuerzas paramilitares, el Scorpion, fabricado por Zastava en Yugoslavia, un subfusil de 27 cm de largo y 1, 30 kilos de peso. Los mismos que la policía española incautó a los tres detenidos.

El grupo dibuja la evolución de los tigres de Arkan desde el conflicto balcánico. Luka Bojovic representa a los curtidos en el frente junto a Arkan, que aplican las mismas reglas de la guerra en sus nuevas actividades. Bojovic, felicitado por Milosevic por su participación como oficial en la operación Peku en Krajina, cuenta también con los contactos que los conflictos proporcionan entre combatientes y servicios secretos de los países que intervienen.

La reconversión del asesino

Vladimir Milisavljevic pertenece a la segunda generación. Con 24 años se le sitúa en Kosovo a las órdenes de Milorad Ulemek «Legija», sucesor de Arkan en la estructura militar del grupo cuando éste se empezó a dedicar a la política. Budala, como así apodan a Vladimir, fue el encargado de negociar -nacionalismos aparte- con las mafias albanesas de las montañas de Tropoya el papel de las nuevas organizaciones del estado kosovar. El grupo de Budala llegó a colaborar con la policía de la KFOR en la detención y seguimientos de los envíos de droga a España e Italia de estas organizaciones.

Sisina Petric es el último escalón. Perteneció a los Tigres de Arkan pero fue expulsado por su indisciplina y repescado por Raznatovik y Bojovic para un grupo liderado por Magda Marinko, asesino en serie a las órdenes del espionaje serbio. Sus víctimas, los clanes albaneses del tabaco y la heroína; su estrategia, la limpieza étnica. Familias enteras asesinadas en un mensaje claro de quién mandaría antes y después sobre la guerra.

Petric fue detenido y juzgado en 1995 por el asesinato de 14 personas junto a su jefe Magda Marinko y se le consideró autor material de la muerte de una familia completa, padre, madre, hijo e hija. Condenado a muerte, fue trasladado a la cárcel de Dubrava en Kosovo y, en febrero de 1999, se fugó aprovechando un permiso de fin de semana otorgado a numerosos presos serbios para que se trasladaran a otras prisiones, dejando Dubrava para los albaneses, que por decenas comenzaban a ser detenidos. La investigación sobre la concesión errónea del permiso quedó interrumpida cuando en mayo la OTAN bombardeó la prisión y oficialmente se destruyeron los archivos.

Finalizada la guerra en Kosovo, los Tigres de Arkan desaparecen. Se crea el clan Zamun, Arkan se centra en la política, Ulemek «Legija» se convirte en jefe operativo y en el exterior está Bojovic.

Arkan fue asesinado a las cinco y media de la tarde del año 2000. El clan Zemun acusó abiertamente a la Unión Europea y al SBS británico y juró venganza. Seleccionó para ejecutar el atentado contra el europeísta presidente Djindjic a dos boinas rojas, cuerpo de operaciones especiales de la policía Serbia, formado por ex paramilitares: Zvezdan Jovanovic y Vladimir Milisavljevic, y a Bojovic como organizador.

Empresas de seguridad

Tras la implicación de varios de sus mandos en el asesinato del primer ministro, la unidad de boinas rojas se disuelve. Pero su contratación continuó a través de las seiscientas compañías de seguridad existentes en Serbia, algunas relacionadas con el clan Zamun.

Sasa Turcinovic, de 40 años, Predrag Cankovic, de 38, y Bojan Bakula, de 29, llegaron a Bolivia el 13 de mayo del 2010 y fueron asesinados al día siguiente. Eran guardaespaldas del narcotraficante boliviano William Rosales Suárez. Bakula y Turcinovic tenían una agencia de seguridad llamada Combat Team Security Solution en Ruma, a 50 kilómetros de Belgrado. Ambos habían pertenecido y combatido con los Tigres de Arkan en Bosnia y Kosovo.

En Libia, Gadafi contrató antiguos boinas rojas, pilotos y oficiales de seguridad, que debían proteger a su hijo en su huida por África, frustrada finalmente por los servicios franceses. La estructura mercenaria utilizó aviones propios para la entrada y salida de los integrantes de los comandos.

Levante, un refugio perfecto

Para los miembros del clan Zemun detenidos en Valencia, era una vuelta a los orígenes. Alicante fue zona vigilada por los servicios secretos de Tito por ser el refugio de Ante Pavelic y sus hombres del Movimiento de Liberación Croata. Muerto Pavelic, los croatas de levante acordaron con Tito un pacto de no agresión a cambio de participar en los negocios de contrabando de armas del Adriático, con destino al centro y sur de América y África.

Con el estallido balcánico, el levante español adquiere notoriedad en la inteligencia española, que busca aquí los contactos que den información y seguridad a los primeros observadores enviados por la UE y a las tropas que se desplazan a Herzegovina. La colaboración dio sus frutos pero abrió una puerta peligrosa a grupos como el Clan Zamun, acostumbrado a moverse por las alcantarillas del estado. En marzo de 1992, en el pueblo de Tomarisevo, Željko Ražnatovic recibía el homenaje agradecido de los serbios que habían sido expulsados de Vukovar. Tres periodistas españoles grabábamos el acto y al terminar Arkan se acercó y nos saludo con un: «żValencia o Málaga? Yo Valencia perfecto». Tras él, un oficial joven pero ya curtido levantó el pulgar y dijo a los periodistas: «España, perfecto. Valencia perfecto». Era Luka Bojovic

[Fuente: Por Julio Alonso, La Razón, Madrid, 18feb12]

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