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14ene08


Europa cada vez confina a más inmigrantes


Están en depósitos de ferrocarril. Están en antiguos silos y en fábricas recicladas. Algunos son nuevos, otros se encuentran junto a cárceles. Uno está en un barco anclado en el puerto holandés de Rotterdam.

Desde Irlanda hasta Bulgaria, desde Finlandia hasta España, los campos de detención para extranjeros han proliferado a lo largo y a lo ancho de la Unión Europea (UE). Han emergido especialmente durante la década pasada, a medida que la región empezó a recibir a los inmigrantes con mayor disgusto.

Hoy hay 224 campos de detención dispersos en toda la UE. En conjunto, pueden albergar a más de 30.000 personas: gente que pide asilo e inmigrantes ilegales que esperan la deportación, y que con frecuencia permanecen en detención administrativa por períodos de hasta 18 meses. En una cantidad de países de la UE no hay un límite máximo establecido para el tiempo de detención.

“La detención es una medida muy seria en una sociedad democrática los gobiernos privan de libertad a las personas cuando se las acusa de delitos muy graves", dijo Katrine Camilleri, una abogada de refugiados que trabaja en Malta para el Servicio de Refugiados Jesuita, que el 18 de diciembre publicó un informe sobre las condiciones reinantes en los centros de detención en los 10 Estados más nuevos de la UE.

"Estas personas no han cometido ningún delito, y aunque las leyes de derechos humanos autorizan la detención en casos muy específicos, ni siquiera en esos casos se puede encarcelar a la gente para siempre", dijo Camilleri, que acaba de ser distinguida por la agencia de refugiados de la ONU por su trabajo, tras haber sufrido ataques incendiarios contra su auto y su casa.

Los centros más pequeños albergan a unas pocas docenas de personas; los más grandes, a más de 1000. Se ha constituido toda una red de estos centros de manera silenciosa, con escaso control y pocas normas establecidas, a veces reutilizando viejos edificios, como Rivesaltes, en el sur de Francia, que fue uno de los mayores campos de concentración para judíos durante la Segunda Guerra Mundial.

Y ahora se han extendido más allá de Europa, a lugares como Libia, donde Italia construye y financia centros de detención destinados a albergar a los inmigrantes que deporta.

Los gobiernos alegan que se esfuerzan por manejar una pesadilla burocrática y poner freno a un riesgo de seguridad: el aumento de la inmigración clandestina, en la que la gente oculta deliberadamente su identidad cuando le conviene y bloquea con dudosos reclamos los atestados sistemas de asilo.

El resultado es un caótico y desparejo sistema de regulaciones. Incluso los mejores centros están llenos de cámaras de vigilancia y alambres de púa; los peores están infestados de alimañas, carecen de asistencia médica y, según un informe de 300 páginas encargado por el Parlamento Europeo, son escenario de motines, ataques incendiarios y suicidios.

Dimitris Vouros, el único abogado empleado para asistir a los refugiados en la isla griega de Samos, fue uno de los que se aliviaron con el cierre del viejo centro de detención de la isla.

"El nuevo edificio es como un pequeño hotel por dentro, pero afuera, la mitad de la comunidad de Samos lo llama Guantánamo", dijo Vouros, en referencia al nuevo centro, que costó de 2 millones y medio de euros.

El impacto psicológico del encarcelamiento puede ser severo, particularmente para los jóvenes. En Dinamarca, entre 2001 y 2006, la tasa de suicidios entre los detenidos fue seis veces más alta que la de la población danesa, según informes oficiales.

Los gobiernos se resisten a admitir su existencia, por no hablar de permitir acceso a los campos. A un periodista se le negó el acceso a los centros de Grecia y de las islas Canarias. Durante el gobierno de Silvio Berlusconi, Italia no dejó entrar siquiera a la agencia de refugiados de la ONU a su centro en la isla de Lampedusa. El actual primer ministro, Romano Prodi, sí autorizó el acceso a la agencia de la ONU.

Los campos de detención se concentran en las fronteras este y sur de Europa, y una gran cantidad de ellos se sitúan en una línea que va de Este a Oeste a través de Polonia, Eslovaquia, la República Checa y Alemania, según Migreurop, red de investigadores y abogados dedicada a relevar el fenómeno.

Algunos de los más grandes se encuentran próximos a los puntos de presión inmigratoria de Europa. El mayor está en la ciudad de Crotone, en el sur de Italia, y alberga, según Migreurop, a 1100 detenidos; los que le siguen en tamaño, dice Camilleri, son dos centros de Malta, con lugar para 800 detenidos cada uno.

La capacidad conocida de todos los campos "cerrados" de la UE es de 30.871 personas, según el estudio del Parlamento Europeo. Si se incluyen los campos "abiertos", a los que los solicitantes de asilo están obligados a regresar por la noche, la suma total asciende a 40.979 personas.

Más allá de las fronteras

El establecimiento de estos centros no ha logrado detener el flujo de inmigrantes, y Europa ahora busca ayuda más allá de sus fronteras. Los acuerdos bilaterales, que despiertan preocupación a causa de las alianzas dudosas y las violaciones de derechos humanos, han dado nacimiento a campos situados en Estados periféricos, como Marruecos, Túnez, Ucrania, Libia y Turquía.

Turquía excluye a los no europeos de su política de refugiados, y Libia no ha firmado la Convención de Ginebra en sus disposiciones sobre refugiados. No obstante, Italia ha firmado un acuerdo secreto con Libia, país en el que construyó por lo menos un campo de detención y donde financia otros dos, según Rutvica Andrijasevic, investigadora del Centro de Migración, Política y Sociedad de la Universidad de Oxford, Inglaterra.

Claire Rodier, abogada y presidenta de Migreurop, dice que los campos han surgido en Europa en el curso de los últimos 10 años. Algunos países, como Inglaterra, los tienen desde hace mucho tiempo, según dijo. Otros, como Malta y Grecia, fueron construidos cuando Europa empezó a tender a la exclusión.

Ahora, en toda Europa, las medidas improvisadas se están convirtiendo en definitivas por falta de otras, y debido a las enormes cantidades de inmigrantes ilegales. Una ex barraca de Lampedusa, que no tiene escuela secundaria ni maternidad propias, ha sido reemplazada por un gigantesco centro para inmigrantes rescatados por millares en el mar. Y Holanda planea trasladar a algunos de sus detenidos a dos plataformas flotantes en 2008.

El campo de Rivesaltes, en Francia, fue trasladado cerca del aeropuerto de Perpiñán en noviembre, mientras que en abril Grecia abrió un nuevo centro con capacidad para 374 detenidos en Filakio, una aldea remota de la frontera norte con Turquía, con el propósito de reemplazar a otros dos que la Comisión de Refugiados de la ONU había pedido que se cerraran.

En algunos lugares, las medidas temporarias se han vuelto definitivas. Uno de esos sitios es el campamento de tiendas de la isla de Malta.

En Irlanda y en Alemania, los centros de detención se encuentran por lo general en las cárceles. Hay muchos otros en aeropuertos, como en Amsterdam, Lisboa, Londres, Manchester, París y Viena. Muchos pequeños centros de detención, con capacidad para 20 personas o menos, están repartidos en toda Europa, pero no están registrados en el relevamiento de Migreurop. Algunos son secciones de las comisarías locales, como uno dirigido por monjas en el sótano del edificio de policía de la Ile de la Cité, en París; hay otra docena más, repartidos a lo largo de la frontera griega con Turquía.

[Fuente: Por Caroline Brothers, International Herald Tribune, Traducido por Mirta Rosenberg para La Nación, Bs As, Arg, 14ene08]

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