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10ene08


El ex embajador Morodo se reunió en secreto con Chávez para resolver el conflicto con el Rey


Amanecía sobre Lisboa. Eran las 5,30 de la madrugada del sábado 17 de noviembre cuando Hugo Chávez, presidente de la República Bolivariana de Venezuela, aterrizaba la Base Aérea Militar de Figo Maduro para una breve escala camino de Riad, donde ese mismo día daba inicio la cumbre de la OPEP. Ningún miembro del Gobierno portugués acudió a cumplimentarlo. Mientras repostaba el avión de Cubana de Aviación prestado por su amigo Fidel Castro, Chávez recibió durante media hora a Raúl Morodo, ex embajador de España en Venezuela, enviado por el ministro Moratinos en un nuevo y casi desesperado intento por aplacar los ímpetus del líder venezolano contra España y su Rey, a cuenta de los incidentes registrados en la Cumbre Iberoamericana de Santiago de Chile.

De natural lenguaraz, Chávez comentó de esta guisa su parada técnica lisboeta a medios venezolanos: “El Airbus [presidencial] está en mantenimiento mayor en Francia y lo entregan a comienzos de diciembre. Entonces le pedí a Fidel un avión, y me prestó ése que es muy rápido. Lo único es que hicimos escala en Lisboa y no sé si le echaron gasolina con potecitos que duramos cuatro horas para llegar, aterrizamos en la raya, menos mal que el rey [Abdullaziz, de Arabia Saudita] retrasó la cumbre". En efecto, Chávez arribó a Riad a primera hora de la tarde, cuando el resto de mandatarios de la OPEP estaban ya reunidos. Ni una palabra, en cambio, sobre el intento de mediación de Morodo que, como no podía ser de otro modo, resultó un notorio fracaso.

El propio Morodo, a preguntas de este diario, ha reconocido su entrevista lisboeta con Chávez, respondiendo a una petición expresa en tal sentido del ministro español de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos. Las fuentes consultadas por este diario apuntaban a que también habría viajado a Lisboa el ex ministro José Bono, gran amigo a su vez de Chávez, extremo que ha sido desmentido a El Confidencial por el propio interesado. Como era de prever, el venezolano se mantuvo en sus trece ante Morodo: el Rey de España le debía una disculpa pública por el famoso “por qué no te callas” pronunciado en Chile, y mientras esa disculpa no se produjera no pensaba moderar el tono de su discurso: “Yo no voy a pedir al Rey que se arrodille, pero de alguna manera tiene que reconocer que se extralimitó, haciendo algo inadecuado”.

Agresivo con Trinidad Jiménez

De acuerdo con las fuentes, durante el breve encuentro con Morodo el caudillo venezolano se mostró especialmente agresivo con la secretaria de Estado para Iberoamérica, Trinidad Jiménez. Y es que se van conociendo algunos ingredientes del guiso que derivó en la beligerante conducta del líder caribeño en la cumbre de marras. Entre España y la Venezuela de Chávez había ya un largo camino de desencuentros, de modo que el enfado del bolivariano hacía presagiar una situación tensa, si no tormentosa, cuando se viera las caras en Chile con el presidente Zapatero y el propio Rey de España.

Con vistas a eliminar esa contingencia y asegurar una cumbre pacífica, el Ministerio de Exteriores español se empeñó en que Chávez recibiera a Jiménez como portadora de un mensaje del Gobierno Zapatero. Parece que finalmente el venezolano aceptó recibirla en el Palacio de Miraflores, pero, para su sorpresa, en lugar del acto diplomático de altura, el mensaje de calado que esperaba, se encontró con una Trinidad Jiménez que simplemente llevaba en su equipaje un saludo cordial del Gobierno y del Rey de España. El venezolano se sintió burlado. El ambiente quedó alfombrado para el estallido de Santiago de Chile.

Soares y Sócrates como mediadores

La misión in extremis pretendida por Moratinos en Lisboa, a través de Raúl Morodo, viene a demostrar en todo caso que el Gobierno Zapatero no sólo no ha estado nunca dispuesto a presionar a Hugo Chávez con la retirada del embajador de España en Caracas, sino que, muy al contrario, ha tratado por todos los medios de aplacar la ira del venezolano con toda clase de mensajes conciliadores y pidiendo mediaciones que, entre otras, también ha incluido al ex presidente de la República Portuguesa, Mario Soares, y al actual primer ministro luso, José Sócrates.

En efecto, tras la cumbre de la OPEP en Riad y el posterior encuentro con Mahmud Ahmadinajad en Teherán, Hugo Chávez voló con el avión de su amigo Castro a París, donde mantuvo un almuerzo con el presidente francés Nicolás Sarkozy, para, a continuación, y antes de cruzar el Atlántico de vuelta a casa, hacer una breve escala en Lisboa el 21 de noviembre, donde mantuvo una cena con Soares y el propio primer ministro luso. De esa visita salió un acuerdo entre Galp Energia y Petróleos de Venezuela, por el que el grupo portugués participará en diferentes negocios de gas natural licuado, entre ellos el desarrollo conjunto del complejo industrial Gran Mariscal Ayacucho. El grupo Galp se perfila así como sustituto de Repsol en Venezuela. Las guerras nunca son incruentas.

Moratinos había mantenido contactos previos con Soares y Sócrates para pedirles de forma reiterada su mediación en la crisis entre España y Venezuela. Antes de la llegada del venezolano a Lisboa, Mario Soares, que mantiene una buena relación personal con Chávez, había hablado en Madrid con el rey Juan Carlos de la crisis, mientras Sócrates hacía lo mismo con su homólogo Rodríguez Zapatero. No se conocen los resultados concretos de esa labor, aunque durante las breves horas que pasó en Lisboa consiguieron que Chávez no desbarrara una vez más contra España y su Rey.

[Fuente: Por Jesús Cacho, El Confidencial, Madrid, Esp, 10ene08]

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