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15jul08


Ex militar testigo refuta la versión de suicidio de Nibia Sabalsagaray


Un ex militar que revistó en el Batallón de Ingenieros Nº 5 (hoy Brigada de Comunicaciones Nº 1) refuta la versión oficial sobre el suicidio de Nibia Sabalsagaray.

Asegura haber visto el cuerpo sin vida de la militante comunista en un calabozo de la unidad, antes que el lugar fuera acordonado y en una posición que torna inverosímil la explicación del Ejército sobre su muerte: "sentada sobre la cama" con un pañuelo anudado al cuello y no arrodillada en el piso y colgando de un pañuelo.

Hoy con 51 años de edad, el hombre nunca pudo olvidar lo que vio aquella noche. Pero recién años después ató aquel episodio con el fin trágico de Nibia Sabalsaray, ocurrido el 29 de junio de 1974. Está asqueado del silencio.

Empero, se tomó su tiempo antes de aceptar colocarse frente a un periodista. El ex militar (en adelante, el testigo), habló con LA REPUBLICA a condición de que su identidad sea preservada. Está dispuesto a declarar ante la justicia, con las salvaguardas previstas por el decreto Nº 209 (de protección a testigos).

Ante el grabador, el testigo entrecierra los ojos. Busca y cuida cada palabra, bucea en los recuerdos. Aunque por momentos es un torrente. Las imágenes son nítidas. La historia cierra. Le cierra. Su versión contradice aspectos centrales de los testimonios aportados en 2006 por los militares investigados en esta causa.

El estuvo allí. Da detalles precisos. Muestra documentos y fotografías amarillentas que acreditan su pasaje por la Escuela de Comunicaciones. Recuerda cada detalle. El más impactante: el instante en que abrió la mirilla del calabozo y vio el cuerpo de la joven mujer.

El dibujante transforma su relato en imágenes precisas. La mujer estaba sentada sobre la cama. No pudo suicidarse. El pañuelo, sí estaba anudado al cuello. Y el hierro saliente estaba apenas por encima de su cabeza. En diagonal. Nunca pudo autoeliminarse. Pero lo crucial es tal vez, no sólo lo que vio sino en qué momento lo vio. Lo que sigue es parte de una extensa entrevista.

-¿Por qué aceptó hablar?

-Primero, acepto contarlo porque vi en LA REPUBLICA, leí parte, hace pocos días el tema de esta Nibia. Me parece que lo que se contaba ahí no me coincidía y a mí siempre me quedó eso como una espina.

-¿Usted era militar?

-No yo era en ese momento estudiante de primer año de la escuela de transmisiones del Ejército que tenía sede en el Ingenieros Nº 5, junto con el batallón de tropa y junto con el STE que es el Servicio de Transmisiones del Ejército donde están los telegrafistas recibidos buscando destinos.

-¿Dónde funcionaba?

-Todo funcionaba en el mismo lugar, en el Batallón de Comunicaciones Nº1. No sé ahora qué funciona ahí, no me interesa saberlo tampoco. Salvo que me pidan expresamente señalar un punto y yo con mucho gusto iré.

-¿Que fue lo que vio?

-Me quedó la imagen de esta chica siempre. Lo comenté con compañeros míos, después de recibirme, lo que habíamos hablado ese día, de por qué, muchas cosas que nosotros no entendíamos y de alguna manera hice como un repaso de la memoria. Estuve como dos o tres días para llamarlo a usted para que viniera a hablar conmigo. Primero me quise cerciorar de lo que estaba diciendo. Hice realmente una regresión en el tiempo y en el lugar para poder ubicarme ahí. Y me vino esa inquietud, ese cargo de conciencia, de vergüenza ajena de alguna manera, porque nosotros sólo éramos estudiantes y no teníamos nada que ver con toda esta historia. Pero vergüenza al fin porque estamos hablando de la vida de un ser humano.

-Vamos entonces a los hechos. En primer lugar, estamos hablando del 29 de junio de 1974. Esa es la fecha en la que Nibia Sabalsagaray aparece muerta en el calabozo de esta unidad. ¿Donde estaba ese día?

-Era estudiante de primer año y radiooperador de guardia en el equipo 23.

-¿Qué recuerda?

-Lo primero que me llama la atención es la llegada de una camioneta que es la que trajo a esta chica.

-¿Puede identificar la camioneta?

-Creo que era una de marca veraneio, que usaban el turco Ohanessian y el topo Araújo (dos oficiales). El lugar más cerca de la puerta era la entrada del taller mecánico, ellos salían y entraban muy rápido al batallón a cualquier hora.

-¿Dónde estaba ese taller?

-Entrando al batallón a mano derecha. Yo estaba ubicado a mano derecha. Primero está la sala de guardia, después está, creo, una dependencia de una cantina, creo, y después la sala de radio donde estaba yo. Y después una serie de dependencias, otra pieza donde estaban las reclusas más viejas, y después viene la enfermería.

-¿Y exactamente que vio?

-Vi una camioneta que entrepara en la guardia. Después avanza hacia adelante unos doce o 14 metros, se introduce en el garage del taller mecánico. Es una puerta grande como de unos 5 metros o 6 metros, por unos 6 metros de largo. No es puerta, es una entrada, donde estaba la fosa. Entré, me quedé ahí, porque nosotros nos calentábamos con unos braseros, a los que se les echa brasa y sacábamos justamente con una pala afuera donde estaba la estufa. En esa salida, yo veo la camioneta. Después, en otra salida veo la camioneta que para en la puerta del taller mecánico enfocando a la fosa, y en la punta de la fosa había una chica parada en el borde encapuchada y en la camioneta no había nadie. Estaba prendido el motor y estaban prendidas las luces. Pero eso era rutinario. Veíamos cosas como esas todos los días, no me llamó mucho la atención y entré para la sala de radio de vuelta.

-Entonces estamos en la madrugada del 29 de junio, sábado. ¿Me puede indicar el toque de silencio a qué hora se realizaba?

-Y más o menos a las 21 horas. A partir de esa hora, la situación del Batallón era de absoluto silencio.

-¿Hasta qué hora estuvo de guardia ese día?

-Hasta las 6 de la mañana, porque a las 7.45 horas entraba a clase de vuelta. Dormíamos una hora, y después nos tocaba ir a clase de 7.45 a 11.45 horas.

-¿Desde qué hora?

..las 21 horas aproximadamente, hasta las 6 de la mañana del día siguiente.

-¿Qué más recuerda?

-Nosotros teníamos diálogo permanente con el personal de guardia. A la una de la mañana tomábamos leche juntos, en un tarro de leche que se calienta, de unos 50 litros, y se come un pan con dulce de membrillo. La leche se trae de la barraca de leña, al lado del comedor. Dado el grado de comunicación que teníamos con el soldado de guardia, que generalmente es del Interior, y muy joven como nosotros, me golpean la puerta y me dicen: "vení vení que hay una mujer que está rarísima ahí". Yo me trasladé, pasé por el porche, por delante de los guardias que estaban muy serios y muy nerviosos. Esto es una cuestión de riesgo, de guerra. Tomé mi fusil M1, lo cargué, y no sabía de qué me estaba hablando él. Pasé el pasaje donde había pasado la camioneta, ingresé al sistema de calabozo con el arma amartillada, y vi que no había nadie. El soldado que me había acompañado me hizo señas de que mirara para adentro. Miré para adentro del calabozo Nº 2. Estaba una chica sentada, recostada a la pared, con un pañuelo de seda en el cuello y enganchadito en un gancho que sirve para sujetar la cama cuando se levanta. Estaba sentada, como semidormida. Miré de vuelta para el banco, donde estaban los guardias todos nerviosos. Me hicieron señas de que no, como que no vivia, cosa que me di vuelta, me fui a la sala de radio y la tranqué. Cuando me vino el relevo, a las 6 de la mañana, le conté a mi relevo lo que había visto, después me fui a dormir para ir a clase.

-¿Ud. puede asegurar que la persona que vio al borde de la fosa era la misma que vio dentro del calabozo?.

-Seguro, seguro no estoy. Puedo pensar que sí, porque a esa hora era muy poco el movimiento de vehículos que hubo esa noche. Podría pensar o deducir que se trata de la misma persona. Todo esto pasa, poco antes de tomar la leche de la noche, estaríamos hablando de la medianoche. Y después lo del calabozo yo lo vi a las 2 o a las 3 de la mañana a lo mucho, cuando yo la vi, ya fallecida.

-¿Usted tiene absolutamente claro que este episodio ocurre mientras usted está de guardia, antes de la 6 de la mañana, y antes del toque de Diana (alrededor de las 7 de la mañana)?. ¿Está completamente seguro?.

-Completamente.

-¿Después que ocurre?.

-Y después se genera un revuelo bárbaro. Uno de los guardias fue a paso ligero a avisar. Cuando le van a comunicar a Dalmao, supongo que estaría durmiendo o en el casino de ellos. Vi que venía Dalmao y, a partir de ese momento, ya nadie pudo pasar por ahí ni nada, ni estudiantes ni nada. Vi un montón de gente dando vueltas por ahí. Ahí, todos dijimos, que esta mujer se había muerto. Entre que vi el cuerpo y que llega Dalmao, habrán pasado 15 o 20 minutos.

-Estamos antes de la 6 de mañana. Antes de que usted entregara la guardia.

-Sí, no cabe duda. Yo la veo, ella está mirando hacia la entrada del calabozo, los brazos colgando al natural a los costados. Estaba vestida, no me acuerdo, creo que era una especie de tapado. El pañuelo, me acuerdo beigecito con algunos motivos. Todos lo que estábamos ahí, decíamos lo mismo, algunos decían que se mató, y nosotros decíamos: ¿cómo se va a matar, si no le da para colgarse, no tiene distancia?. Hasta que me dijeron a mí: a ver vos, ¿qué pensás?. Todo eso entre nosotros, hasta que se dio la alarma.

-¿Y Ud qué piensa?.

-Yo... esa chica ahí no se suicidó. No tenía la más mínima posibilidad de colgarse. Estoy convencido que esa persona no se suicidó. Que a esa persona la mataron. De eso no tengo duda, quién la mató no sé. Realmente no sé. Ella estaba como dormida sentada ahí. Para nada se parecía con las torturas que nosotros escuchábamos por la mañana, que sentíamos los gritos.

-¿Por qué cree que esa chica que vio era Nibia?.

-Que yo sepa nunca ocurrió un hecho similar en los cuatro años que estuve en la escuela, en régimen pupilo, las 24 horas ahí, y nunca pasó nada igual. Y que yo me acuerde, muertes de militares hubo varias. Por distintos motivos. Pero muertos de detenidos, no conocimos otro caso.

-Por último, su relato no incrimina a nadie.

-Sí, no soy juez, testigo creo que sí. Nunca manejaría esto de manera que pudiera traer más dolor a esa gente. Yo cuento mi historia, el Poder Judicial entenderá si lo que yo digo lo podrá corroborar con otras declaraciones que supongo yo que las habrá, y sólo ellos y los peritos y los técnicos podrán determinar si lo que digo es cierto o no.

EL CALABOZO NUMERO 2

¿Puede describir ese calabozo?. ¿Es el número dos o el número 3?

-No. Es el número 2. La celda número dos, porque en esa misma celda yo había estado preso la semana anterior, quince días arrestado a rigor, porque me había equivocado en una coma en un mensaje y había traído algunos inconvenientes. Y me pusieron quince días en ese calabozo N 2. No el N 3.

żLo puede describir?

-Es un calabozo que tendrá un metro y medio de ancho y dos o tres metros de profundidad. Totalmente cerrado, sin ventana, con una puerta de hierro de chapa muy gruesa, con una mirilla donde uno mira para adentro cuando tiene que pasar la ronda para mirar a los que están presos, que son supuestamente estudiantes o personal de tropa arrestado a rigor.

¿Donde estaba ubicado exactamente ese calabozo?

-Ese calabozo, el segundo a mano derecha, desde la entrada, daba a la calle Casavalle. La cabeza de ella estaba hacia Casavalle. La cama es plegable, que se levanta y se engancha en un gancho tipo mariposa que hay. Esta mujer, estaba sentada sobre la cama, el pañuelo, sobre el cuello enganchado en el fierrito que es un fierrito, como los de las ventana. Ella estaba sentada, no estaba colgada, con el pañuelo en el cuello, no tenso. El gancho estaba un poco por encima de su cabeza, siete u ocho centímetros, en diagonal.

"HABIA DOS MILITARES"

-En esa camioneta que vio usted, ¿estaba Araújo?.

-Había dos militares, uno era Araújo, y otro, el chofer. Araújo no manejaba. No me acuerdo quien era el chofer.

-¿Puede describirlo físicamente?

-Era bajito, gordo, retacón. Morocho, no moreno, sino pardo, con pelos en la cara, medio azulado; sus dos pómulos eran como tornasolados. Le decíamos el topo. Estaba encargado del departamneto S2. Ahí se torturaba.

-¿Puede identificar a alguien más? ¿A Dalmao lo conocía?

-Al cabezón Dalmao sí lo conocía. Era de la otra escuela, que hace la carrera. Hacía poquito que se había recibido y le habían dado como destino Ingenieros 5. Los telegrafistas funcionaban dentro de Ingenieros.

-¿Cómo estaban vestidos?.

-Ellos estaban vestidos de civil. Nosotros usábamos en ese momento el uniforme MDN y ellos no. Eran los únicos, junto con Ohanessian, que entraban y salían a cualquier hora y lo hacían de civil. Nunca los ví vestidos de militar, en los cuatro años que estuve en la escuela.

-¿Recuerda algún detalle de la indumentaria?.

Campera, una carterita negra debajo del brazo, donde llevaban el arma. Todos teníamos arma en ese momento.

-¿Usted también, siendo estudiante de primer año?

-Sí. Nosotros teníamos el M1 que es un fusil de procedencia norteamericana, que tiene una bala muy potente de 7.62 mm.

-¿Puede precisar a qué hora ocurre el ingreso de esa camioneta?.

-Alrededor de la medianoche, se toca silencio a las 21 horas. Nosotros, desde esa hora hasta la medianoche, sacábamos el tráfico más grande que es el tráfico administrativo. Estábamos en 1974, yo estaba en primer año. Había cumplido 16 años y más o menos el tráfico no era muy intenso. Lo nuestro era más administrativo y, sobre las doce de la noche, estaba terminado. La guardia nuestra era hasta las 6 de la mañana. De ahí nosotros nos quedamos tipo vigilancia, por algún tráfico en especial, sobre todo cuando salían camionetas, que salían, que llevaban una PT 400 que se comunicaban con nosotros, pero generalmente iban al Hcffa que era el Hospital Militar, iban a llevar o traer a algún internado, o algún traslado de último momento, si no la radio quedaba en silencio.

-¿Por que le llamó la atención ese día el ingreso de esa camioneta?

-Porque la sala de radio de la entrada queda a 7 u 8 metros. Y a esa hora era un silencio absoluto. No podía haber en la unidad ni siquiera un ruido ni tampoco una luz. Era una unidad de guerra en ese momento. Salieron uno o dos autos, a reventar, en la noche. Cuando uno sale o entra, llama la atención el ruido. Yo estaba ahí esa noche y me asomé para mirar.

"VI TODO ANTES DEL REVUELO"

-Usted. para mirar hacia adentro del calabozo ¿tuvo que correr la mirilla?.

-Sí, porque es de chapa.

-¿Y lo pudo hacer?, ¿no había nadie que se lo impidiera?

-Y quien me lo va a impedir, yo soy el operador que está ahí y aparte estaba armado. Yo tenía 16 años y todos los días nos decían que nos iban a atacar. Yo preservaba la integridad de la unidad de alguna manera.

-¿Pudo ir hasta el calabozo donde está esta persona, pudo acceder sin que nadie se lo impidiera?

-Sí, pero no teníamos nada que ver con ellos, nosotros dependíamos de la Escuela de trasmisiones del Ejército

-¿Pero por qué cree que pudo ingresar tan fácilmente a una presunta escena de un crimen?

-Yo estaba muy cerca del lugar. Y a esa hora no había nadie. Mas de esa corta distancia no me puedo alejar por si suena la radio. Me llamó la atención que el soldado me dijera "andá a ver lo que hay ahí". Y a mí pareció que algo estaba pasando. Yo en esa época era bastante inconsciente; en ese entonces tuve muchos arrestos por atropellar a ver con el fusil, a ver cosas.

-¿A qué adjudica la facilidad con la que pudo acceder?

-No había nadie en ese momento. Vi todo antes del revuelo.

[Fuente: LR21, Montevideo, Ury, 15jul08]

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