EQUIPO NIZKOR
Información

DERECHOS

07sep08


Los rituales de Rito


Por los años 1996-1997, el secretario de Gobierno de Antioquia, Pedro Juan Moreno, acusó en distintas ocasiones al periódico El Colombiano de ser un aliado, o por lo menos un idiota útil de los subversivos de las Farc.

El motivo era el siguiente: cuando los periodistas de ese diario se desplazaban por tierra en el Urabá antioqueño, registraban con asombro y así lo publicaban en el periódico que los retenes ilegales de los grupos paramilitares estaban situados a muy pocos kilómetros de los retenes legales del Ejército.

Lo más raro era lo siguiente: esos retenes de los ‘paracos’ no eran móviles, sino fijos y, sin embargo, la Brigada parecía no hacer nada por perseguirlos. Por esos años la Brigada 17 era comandada por el general Rito Alejo del Río. Cuando se le señalaba la existencia de estos retenes, el general del Río lo negaba con vehemencia. Pero los periodistas los veían.

Después de los despliegues militares que se conocen como ‘Operación Génesis’, los campesinos de esa zona cercana a la frontera entre Chocó y Antioquia denunciaban con voz temblorosa, en presencia del general Rito Alejo del Río, que varias lanchas habían subido por el Atrato cargadas de tropas paramilitares y que habían pasado como Pedro por su casa frente a distintas guarniciones del Ejército. A los gritos, y en frente del ministro del Interior, que en esa época era Horacio Serpa, el general del Río lo negaba. También negaba que se hubieran hecho bombardeos indiscriminados en los que había muerto población civil. Los periodistas de El Colombiano hicieron fotos de cráteres de los bombardeos, que tenían el tamaño de una casa.

El general Rito Alejo ha declarado en su defensa varias veces, como prueba de que él sí perseguía a los grupos paramilitares, el hecho de que él detuvo a los paramilitares que cometieron la masacre del Aracatazo. Esto es cierto. Lo curioso es que en declaraciones dadas también a periodistas de El Colombiano, Carlos Castaño dijo que él mismo había llamado (como ciudadano anónimo) a la Brigada 17, para denunciar los excesos de los paramilitares del Aracatazo. Castaño se preciaba de haber "depurado" de su grupo a los integrantes más salvajes, aquellos que jugaban fútbol con la cabeza de los muertos, o aquellos que se equivocaban de blanco.

La Iglesia Católica chocoana denunció en su momento el paso libre por el río Atrato de los paramilitares que apoyaron por tierra la ‘Operación Génesis’. El general Del Río negó con rabia esas acusaciones y también las de la Defensoría del Pueblo de la zona. Ni a los campesinos víctimas de aquellos hechos, ni a la Iglesia, ni a la defensora del pueblo, les creyó la justicia colombiana. O les creyeron por un cierto tiempo, hasta que el fiscal Osorio precluyó todos los procesos en contra de este general. Los que sí les creyeron a los campesinos y a la Iglesia fueron los funcionarios del Departamento de Estado, que le cancelaron abruptamente la visa al general, sin importar que éste hubiera sido entrenado por ellos mismos.

En un ritual de desagravio, los defensores de oficio del general Del Río (Fernando Londoño Hoyos, Plinio Apuleyo Mendoza, el mismo presidente Uribe) le hicieron un homenaje al militar retirado en uno de los salones del hotel Tequendama. El así llamado "Pacificador de Urabá" fue aclamado como un héroe. Para ellos, este brigadier general simplemente se había opuesto con valor al poderío de la guerrilla de las Farc en esa zona del país y era víctima de las patrañas de las ONG. Nadie niega que el Ejército puede y debe, ahora como entonces, combatir con las armas a los subversivos.

Lo que no puede hacerse ahora, como tampoco se podía hacer entonces, es aliarse con los guerreros más sanguinarios de este país (las llamadas autodefensas) para masacrar campesinos, algunos de los cuales, en efecto, eran guerrilleros, pero no podían matarse fuera de combate, y menos para matar campesinos que nada tenían que ver con los alzados en armas. Aun suponiendo que todos los campesinos fueran guerrilleros, quedan los niños menores de 10 años, que también murieron, y a quienes difícilmente se puede acusar de aliados de la subversión.

La Fiscalía ha vuelto a detener al general Del Río, porque varios paramilitares desmovilizados, en particular Mancuso y H.H., lo señalan como aliado de ellos en Urabá. Será la justicia la que determine si estos hechos de los cuales se acusa al general son verdad, o si son simplemente patrañas inventadas por facinerosos, por ONG y por periodistas aliados o al menos idiotas útiles de las Farc.

[Fuente: Por Héctor Abad Faciolince, El Espectador, Bogotá, 07sep08]

Donaciones Donaciones Radio Nizkor

DDHH en Colombia
small logoThis document has been published on 22Sep08 by the Equipo Nizkor and Derechos Human Rights. In accordance with Title 17 U.S.C. Section 107, this material is distributed without profit to those who have expressed a prior interest in receiving the included information for research and educational purposes.