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10abr11


El 'dossier' de la cárcel de Tolemaida


En un informe de 170 folios, comisión del Ejército consignó las irregularidades.

Hasta los Nule, protagonistas del megaescándalo de la contratación, aparecen mencionados en el expediente sobre las irregularidades y desafueros que por años se vivieron en la reclusión militar de la base de Tolemaida.

Sus trabajadores, según investigaciones del Ejército, entregaron por lo menos doscientos bultos de cemento y otros materiales de construcción -que provenían de las obras de la vía Bogotá-Girardot- para construir las cabañas personales que levantaron varios de los reclusos.

Pero eso no fue todo. Uno de los contratistas que trabajaba para los Nule también pavimentó un pequeño tramo que une a la cárcel con las cabañas privadas, cuya existencia fue revelada por EL TIEMPO hace dos meses y que esta semana volvieron a generar escándalo.

Este diario tuvo acceso a las indagaciones que se adelantan desde noviembre pasado, que están consignadas en 170 folios, y que dejan al descubierto la mala administración y la corrupción en el penal militar más importante del país.

Cuando se posesionó la nueva línea de mando del Ejército, uno de los primeros rumores que llegaron a la oficina del general Alejandro Navas fue el de un "manejo demasiado flexible" de la cárcel. Pero el 'chisme de pasillo' era en verdad una bomba de tiempo.

Una primera visita en octubre dejó atónitos a los oficiales de la Inspección: además de las cabañas que legalmente habían sido asignadas para la visita conyugal de los presos, había otras ocupadas por las familias de los reclusos.

"Había desde ropa de mujer hasta elementos propios de una vivienda", relató uno de los investigadores. Incluso, hubo presos que pagaban su pena no en la cárcel, sino en las casas fiscales asignadas al personal militar que no tiene líos penales. Y un hecho inédito: el último hijo de uno de los oficiales, preso por delitos de lesa humanidad, incluso nació en esas cabañas.

Los negocios de la discordia

Pero lo de las cabañas era apenas una punta del problema. Lo que empezó con 28 proyectos productivos terminó en microempresas que traspasaron los límites de la guarnición y que convirtieron a varios reclusos en prósperos comerciantes.

Negocios de fabricación y suministro de hielo que abastacían a Tolemaida y parte de Girardot; fabricación de insignias y panaderías hacían parte del engranaje. Ninguno de ellos llevaba, como lo exige la ley, libros contables.

Además, se encontró que un oficial y un sargento que estaban a cargo del centro de reclusión supuestamente les exigían, según las mismas denuncias de los militares detenidos, un 'impuesto' de 300.000 pesos por negocio y 15.000 a cada recluso empleado en dichos negocios, que terminaron siendo 98. Los dos militares tenían cuentas corrientes, que no han podido justificar con montos que superan los 50 millones de pesos.

Lo cierto es que falta la explicación de más de seis oficiales, que tuvieron responsabilidad, por lo menos administrativa, y del antiguo comandante del Ejército, general Óscar González, que al parecer conoció los hechos y no tomó medidas.

Los permisos

El otro exabrupto en la cárcel

Uno de los hechos que generaron molestia entre los internos y terminaron por dividir a la cárcel en dos bandos fue el de los permisos excesivos para uno de los oficiales: el capitán Iván González Villafañe. Como lo reveló EL TIEMPO hace dos meses, este oficial siguió recibiendo sueldo e hizo el curso de ascenso a mayor, estando condenado a 34 años de prisión por el asesinato de tres campesinos en Dabeiba (Antioquia), en el 2005.

El pasado 21 de diciembre, un mayor, que estuvo a cargo de la reclusión, le dio un permiso de 10 días para que viajara a Buga a pasar las fiestas navideñas con su familia. En la cárcel dicen que él era el "protegido" del general Óscar González, ex comandante del Ejército, y por eso tenía beneficios.

Ejército realizó ayer traslados en la PM-13

Dentro de las medidas que adoptó el Comando del Ejército sobre el manejo de las cárceles militares, ayer en la mañana fueron reubicados los oficiales que estaban recluidos en el casino de la Policía Militar No.13, en Bogotá.

Estos militares, algunos implicados en los llamados 'falsos positivos' de Soacha, permanecían allí ante la falta de espacio en el CRM (centro de reclusión militar) que funciona en el batallón.

El Ejército aceleró las obras, que incluían la adecuación y construcción de nuevas celdas.

[Fuente: Por Redacción justicia, El Tiempo, Bogotá, 10abr11]

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