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06abr11


Khadafy descarta abandonar el poder


Y Khadafy apareció. En Trípoli se oían fuegos artificiales, coches a toda velocidad disparando sus Kalashnikov al aire en algunas partes de la ciudad. Anteanoche, de camino al hotel Rixos para acudir a una supuesta rueda de prensa de Saif al-Islam, el más influyente de los hijos de Khadafy, un grupo de periodistas se preguntaba qué estaban celebrando a esas intempestivas horas de la noche, cuando las calles se llenan de controles de las milicias armadas leales al régimen.

El coronel, desaparecido del mapa desde hacía varios días, resurgió dentro de un coche en su residencia Bab al-Aziziyah para saludar a sus partidarios. Las imágenes se emitieron en la televisión nacional libia, aunque existen dudas sobre si era en realidad él, porque no se lo vio con claridad.

La reaparición real o simbólica de Muammar Khadafy deja claras dos cosas. La primera, que se aferra al poder, aunque haya propuesto cambios democráticos. Los anunció su vocero, Mousa Ibrahim, en el hotel Rixos ante ese grupo de periodistas que acudían a la famosa conferencia de prensa de Saif que nunca tuvo lugar. "Buscamos una solución política", dijo, arrinconado en el hall por una nube de reporteros ávidos de novedades tras varios días de luchas en Brega y tras mes y medio de enfrentamientos bélicos.

Ibrahim dijo que estaban dispuestos a realizar reformas que podrían incluir elecciones, aunque siempre con la figura del Khadafy al frente de los designios del país. Una solución que difícilmente sería aceptada por el Consejo Nacional de Transición libio, el gobierno rebelde con sede en Benghazi.

La otra conclusión es que los hijos de Khadafy pasan a un segundo plano. El líder libio no ha hecho mención alguna de unos supuestos planes de sucesión que estarían en marcha, según adelantó hace unos días The New York Times. Esa propuesta incluía el paso de poder del dictador a su hijo Saif al-Islam, que es el sucesor oficial del régimen. La reaparición del líder libio deja claro también que sigue presente y que si hay que hacer algún tipo de avance democrático o reforma los hará él mismo, sin necesidad de sus vástagos.

Ayer, Khadafy nombró nuevo canciller a Abdul Ati al-Obeid en sustitución de Moussa Koussa, quien desertó la semana pasada y buscó refugio en Londres. Al-Obeid fue enviado por el régimen a Grecia y Turquía para buscar una salida política al conflicto.

Saif al-Islam, de 38 años, es el más inteligente y avispado de los hermanos Khadafy y el mejor situado como el artífice de una futura transición, aunque desde que comenzaron las hostilidades ha mostrado al mundo y a su pueblo su peor cara, imitando los gestos autoritarios y la actitud amenazadora de su padre.

Saif concedió una entrevista a la BBC en la que, visiblemente nervioso, esquivó las preguntas acerca de las negociaciones que estarían en marcha en Turquía. "Queremos elecciones, eso llevamos diez años diciéndolo", aseguró, convencido de que en su país no hay una guerra civil, sino solamente "ex prisioneros y terroristas de Al-Qaeda".

El hijo del líder libio dibujó una imagen de los rebeldes debilitados y con fricciones internas, y afirmó que los habitantes mismos de Benghazi se levantarán contra ellos "como ocurrió en Argelia en los años 90, cuando la población luchó contra los terroristas", añadió.

Los rebeldes, en retirada

Por su parte, a los rebeldes no les va muy bien en el frente. Las tropas pro Khadafy recuperaron ayer las posiciones que habían perdido en el enclave petrolero de Brega y dieron así un nuevo vuelco a la guerra. Al parecer, habrían avanzado hasta situarse a 15 kilómetros de la estratégica ciudad de Ajdabiya, a unos 150 kilómetros de Benghazi, centro de la insurrección.

Las tropas de Khadafy ganaron terreno gracias a los disparos de mortero y artillería pesada de larga distancia sobre la carretera que une Brega con Ajdabiya. Los ataques de la aviación aliada fueron insuficientes para detener el avance de las fuerzas gubernamentales, aunque la Alianza mantiene un discurso triunfalista. El general de brigada Mark van Uhm, jefe de operaciones de la OTAN, afirmó que los ataques de la coalición lograron destruir el 30% de la capacidad militar del régimen.

La oposición libia, sin embargo, cree que la participación de la OTAN en Libia deja mucho que desear. El jefe militar de los rebeldes, el general Abdel Fatah Younis, dijo ayer sentirse decepcionado con la Alianza Atlántica. "Están dejando a las fuerzas de Khadafy matar a los libios", se lamentó Younis, en referencia a los habitantes de la ciudad de Misurata, la única en la zona occidental del país en manos de los rebeldes, bajo asedio constante de las fuerzas gubernamentales desde hace varias semanas.

[Fuente: Por Mayfe Carrasco, Tripolí, La Nación, Bs As, 06abr11]

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