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22jun11


La guerra en Libia agota a Europa


Cumplidos los tres meses del inicio de la operación contra Muamar el Gadafi, lanzada el pasado 19 de marzo por Washington, París y Londres, y a punto de cumplirse los tres meses del relevo tomado por la OTAN el 31 del mismo mes, a la operación Protector Unificado le tiemblan las piernas. Errores con víctimas mortales han hecho sonar las alarmas de la credibilidad de la Alianza; algunos socios advierten de que los fondos no son ilimitados en tiempos de crisis; otros anuncian ya retiradas; analistas hay que se cuestionan una campaña lanzada con prisa (y que sobre la marcha se atribuyó un objetivo que trasciende el mandato de Naciones Unidas para poner la continuidad de Gadafi en el punto de mira), y en Estados Unidos se cuestiona hasta la legalidad de la operación.

"La cuestión es que cuando se empieza una operación militar debe acabar rápido, aunque raramente se consigue", comenta una alta fuente europea, que pide el anonimato y reconoce lo precipitado de toda la intervención. "En Libia se intervino rápidamente, sin planificación, porque no podíamos permitir otra Srebrenica", en alusión a las amenazas de Gadafi de pasar a cuchillo a toda la población de Bengasi. "No hay prevista una estrategia de salida y Gadafi no es de los que abandonan".

El Consejo de Seguridad dio su aval al empleo de todas las medidas necesarias para proteger a la población civil amenazada por Gadafi, un empeño en principio puramente técnico que no tenía por objetivo expreso el cambio de régimen, como subrayó en su momento el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon.

La protección de la población civil, el embargo naval de armas y la zona de exclusión aérea han hecho su efecto, pero las fuerzas gadafistas siguen teniendo medios para controlar la parte occidental del país e impedir los avances de las precarias fuerzas rebeldes asentadas en el este. De ahí que la OTAN haya concluido que la raíz del problema es Gadafi y que el objetivo último de la operación debe ser forzar su salida.

A pesar de su carácter sobrevenido, el cambio de régimen cuenta con el favor popular en media docena de países (Estados Unidos y los cinco mayores de la UE) sondeados por la consultora Harris para el Financial Times. La abstención de Berlín en el Consejo de Seguridad y su muy distante relación con Protector Unificado choca con el deseo del 57% de los alemanes de ver a Gadafi fuera de la escena, un porcentaje solo superado por los franceses. En España son el 50% quienes desean el cambio de régimen en Libia. Lo que no quieren los sondeados es que la campaña trascienda a objetivos no militares o que se desplieguen soldados de su propio país en Libia. La consulta se realizó antes de los ataques aliados de los últimos días que han costado no menos de 24 vidas de civiles ajenos al conflicto, según las denuncias del régimen. Una circunstancia que inquieta en la Alianza. "La OTAN está poniendo en peligro su credibilidad", dice el ministro italiano de Exteriores, Franco Frattini. "No podemos correr el riesgo de matar civiles".

Las muertes de civiles producen desafecto en la opinión pública y malestar entre los aliados. Hoy discutirán los embajadores de la OTAN los últimos sucesos. Los numerosos errores mortales en Afganistán generaron sonadas intervenciones diplomáticas en el pasado. El mayor riesgo está en la opinión pública árabe, con Gobiernos que han dado apoyo político a la intervención de la OTAN. Algunos lo han hecho abiertamente como Catar y Emiratos Árabes Unidos, pero otros colaboran con discreción y casi a espaldas de sus propios pueblos, como sugiere una fuente diplomática.

Robert Gates, el secretario de Defensa de EE UU, se despidió hace unos días de Bruselas disparando fuego graneado contra socios como España, Holanda o Turquía con mayores capacidades disponibles de las que ofrecen a la operación. Él se refería no solo a los aspectos técnicos, sino al reparto de las cargas financieras de la campaña que ha llevado a algunos aliados, como Reino Unido, a debatir estruendosamente en público sobre los límites del gasto disponible. Francia habla de 100 millones de euros en tres meses y Estados Unidos, que tiene un papel secundario aunque crucial en la campaña libia, contabiliza del orden de los 1.100 millones de dólares (unos 770 millones de euros) hasta finales de septiembre, cuando concluye el segundo mandato de 90 días que acaba de darse la OTAN. España ha gastado 43 millones en tres meses y prevé otros 14,4 mensuales en el inmediato futuro.

Gates ha tenido que implorar al Congreso que mantenga el presupuesto de la campaña. "Cortar los fondos en medio de una operación militar en la que tenemos gente es siempre un error", decía el domingo ante los congresistas.

Otros países ya han anunciado que no van a continuar. Noruega, que bombardea y fue puesta como ejemplo por Gates de lo que es un buen aliado, se retirará el próximo 1 de agosto. Holanda, con una participación formal semejante a la española, ha hecho saber que mantendrá su presencia durante el segundo periodo de 90 días, pero no más allá porque no hay dinero para ello. En total, solo 8 de los 28 aliados participan en ataques a suelo.

[Fuente: El País, Madrid, 22jun11]

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